Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
La maldición generacional, mal de época
El abismo profundo y negro
Lo perdí todo.- la droga me robo el sano juicio, mi dignidad, así como mi autoestima, perdí la vida drogándome, alcoholizándome, me hice adicto a la morfina sintética, me intentaba tres miligramos, tres veces al día, me convertí en un compulsivo farmacodependiente, intoxicado, dopado, caí y depresión y fui presa fácil de la loca de la azotea, mis pensamientos tóxicos, llegue a pesar menos de 50 kilos.- Vivo de milagro.-Cuando te digo que las drogas te matan, se de lo que estoy hablando, yo lo viví.-Mis doce libros publicados, hablan de ello.- Tengo que acordarme Andábamos mi mujer y yo de luna de miel en Acapulco, hará cosa de unos 28 años y meses, yo tenía mucha resistencia, bebía como esponja, me metía las conocidas ampolletas, las Coronitas acompañadas de mi tequilita hornitos, pa que amarre, le decía al mesero, y desde temprana hora, comenzaba a empinar el codo, no era un mala copa, no lo era, al menos que apareciera mi celotipia infernal, esa tarde, en un atardecer precioso, fuera de serie, unas costeñas comenzaron a hacerle trencitas a mi esposa y entre trenza y trenza, yo me atascaba de cerveza y tequila, hasta que llegó el momento en que el alcohol comenzó a dañarme, el sano juicio, si es que lo tenía, comencé a hablar puras estupideces, a desvirtuar la realidad, haciéndome el chistosito, me acuerdo que a las dos chamaquitas, les ofrecí ponerles un negocio en Chihuahua, yo, en mi borrachera, ya me hacía lleno de franquicias con negocios para hacer trencitas, tipo Bo Derek, mi mujer, a sus 21 años, nomás se reía de la serie de estupideces que yo decía, más aún, que yo me las creía; en esos años, yo ya tenía un serio problema por mi manera de beber y por mi fuerte dependencia a la cocaína.