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Una economía racional
Cuando el enemigo es llevado dentro de la casa, es común hacer referencia a la estrategia seguida por los aqueos para tomar la ciudad de Troya, cuyas fortificaciones, luego de 9 años de embates, permanecían impenetrables. Según narra Homero en La Odisea, Ulises, inspirado por su adivino Calcante, ideó la construcción de un caballo de madera en cuyo interior se ocultarían varios soldados griegos y que, al ser abandonado en el campo de batalla, los troyanos llevaron al interior de la ciudad para su perdición.
Así ocurrió con los caballos que el capitalismo salvaje sembró dentro del territorio nacional para abrir sus fuentes de riqueza y poder arrasar con lo poco que quedaba. No por nada los dos responsables del colosal endeudamiento de México están sirviendo a los interesen del capitalismo salvaje, uno desde el Banco Internacional de Pagos y otro desde la cátedra dentro del Instituto Tecnológico de Massachussets donde recientemente fue cuestionado por su irresponsable manejo de las finanzas nacionales, lo que lo llevaría a ser muy poco apto para dictar cátedra en una materia que reprobó como secretario de Hacienda.
Esta dupla perversa, Agustín Carstens y Luis Videgaray, independientemente de la terrible corrupción en que se vieron envueltos, son responsables de que durante el gobierno anterior la inflación se fuera a niveles muy altos, las tasas de interés fueran las terceras más elevadas del planeta, la paridad peso-dólar se duplicara y la deuda pública, interna y externa, rayara el 50 por ciento del Producto Interno Bruto. El gordito, secretario de Hacienda durante el régimen previo, dijo que la crisis del 2008 era sólo un ´catarrito´.
El deterioro de las cuatros variables fundamentales de la economía y con ello la llegada de enormes sumas de dinero no eran para activar el sistema productivo nacional o emprender programas para impulsar el desarrollarlo; sino para otorgar contratos leoninos a empresarios amigos y socios a fin de sacar adelante proyectos destinados al fracaso como aquel socavón en el Aeropuerto Internacional de Texcoco obra a cargo de la SCT, el género mayor de la corrupción con miles de millones para la TV y otros medios afines.
Sin embargo, estos caballos de Troya, aunque tuvieron éxito en sus enjuagues y en este momento viven tan campantes, uno en Suiza y otro en Boston, no lograron terminar su tarea. El voto popular masivo los sacó de los círculos del poder en México y la nueva administración está trabajando para corregir sus yerros. La economía nacional quedó prendida con alfileres; pero, el nuevo gobierno ha sabido operar con aplomo y acierto para llevar adelante el proyecto nacional de recuperación del desarrollo compartido.
Por principio de cuentas, se ha logrado contener la inflación; se han bajado las tasas de interés al cinco por ciento; la paridad de la moneda se mantiene fluctuante en una banda cómoda con tendencia clara a mejorar; se ha renegociado en términos muy favorables la deuda y no se ha recurrido a más crédito que el que fue aprobado por el Congreso de la Unión, quitando presión al manejo de la economía, cuya recuperación, luego de los estragos de la pandemia, se espera más pronto que el otros lugares del mundo.
Precisamente, no ha mucho circuló un informe del Instituto Internacional de Finanzas con sede en Washington, que dice: "La deuda global aumentó a un nivel récord de 258 mil millones de dólares en el primer trimestre de 2020, cuando las economías de todo el mundo se vieron obligadas a cerrar para contener la pandemia de coronavirus. Así mismo, los niveles de deuda continúan aumentando". Luego agrega que el aumento de los niveles de deuda acrecienta la preocupación sobre la sostenibilidad de la misma, aunque más del 92% de la deuda del gobierno es de grado de inversión según las calificadoras de siempre.
En los países desarrollados, los gobiernos resultaron los principales deudores durante la última década; pero, en los mercados emergentes las empresas han tomado la delantera. Aún así, es probable que más de la mitad de la deuda corporativa en esos países esté en manos de compañías estatales y muestre un crecimiento mayor que el de la economía planetaria. La deuda en los mercados maduros superó el 392% del PIB, frente al 380% observado en el 2019, con el aumento de los índices de deuda fuera del sector financiero más pronunciado en países fuertes como Canadá, Francia, Noruega y Estados Unidos.
En contraste, el Banco de México, en su comunicado número 57, del 30 de junio del año pasado, señaló que: "Las cifras al mes de mayo reflejan la solidez de las políticas fiscal y de manejo de la deuda pública del Gobierno de México, que han permitido ejecutar diversas acciones para atender a las familias y empresas vulnerables durante la pandemia del COVID-19 y, al mismo tiempo, mantener finanzas públicas sanas y la estabilidad macroeconómica en medio de un episodio económico global sin precedentes.
En enero-mayo de 2020 los ingresos tributarios crecieron respecto al año previo en 2.1 por ciento real, resultado de las mejoras en la eficiencia recaudatoria dado que no se han creado nuevos impuestos, ni se han aumentado los existentes. En el mismo periodo, los ingresos no tributarios aumentaron 63.3 por ciento real anual, pues ahí se registra el uso de recursos de fondos y fideicomisos que no tienen compromisos previos como estrategia para evitar endeudamiento adicional, a fin de no trasladar costos a las generaciones futuras".
Estas buenas nuevas se dan en un entorno desfavorable, pues los ingresos petroleros se redujeron 47.3 por ciento en términos reales anualizados de enero-mayo. Sin embargo, en el mismo periodo se gastaron en las medidas de mitigación de la emergencia sanitaria y económica un 10.9 por ciento adicional por parte de la Administración Pública Centralizada y se observó un incremento de la inversión física del orden del 16.8 por ciento real, a fin de llevar adelante los proyectos para la recuperación de la economía y del empleo.
Todo esto se ha logrado gracias a las medidas para acabar con la corrupción en la administración pública y los empeños por restañar los daños provocados por los caballos de Troya incrustados en la economía nacional por el capitalismo salvaje.