Editoriales

Tambores de guerra

  • Por: ABEL OSEGUERA KERNION
  • 23 OCTUBRE 2017
  • COMPARTIR
Tambores de guerra

Es increíble que la gente y sobre todo los políticos de muchas naciones no quieren ver lo que es tan evidente; la ruptura y la proximidad de una guerra de escala mundial con consecuencias devastadoras para la humanidad. Y no quiero parecer profeta de mal agüero o creerme la infinidad de mentiras que circulan a través del internet o en los programas sensacionalistas sobre el Apocalipsis o Nostradamus. Pero es evidente la repetición histórica Volvamos a la historia; afínales del siglo XIX el mundo adoptó un sistema económico basado en la promoción de la avaricia, el Liberalismo. Los gobiernos apuntalaron a sus grandes empresas para generar riqueza basadas en la exportación sin barreras arancelarias y la explotación de los recursos naturales y minerales de los países pobres. Esto ocasionó una sobre explotación de la clase obrera y campesina de los países pobres, mientras al mismo tiempo se acumulaban enormes capitales en pocas manos. Fueron los tiempos de la explotación esclavizadora de los campesinos mexicanos y rusos, mientras el mundo admiraba las riquezas de Rockefeller, J.P. Morgan, Carnegie, Ford, Vanderbilt o Rothschild en Europa.

La presión sobre los obreros y campesinos detonó la Revolución rusa y la mexicana, mientras las pequeñas empresas y negocios iban quebrando y asfixiando a los gobiernos de tal manera que esa presión política desencadenó la Primera Guerra Mundial. Aun así, los políticos de aquella época no atendieron el fondo del verdadero problema, que era la pobreza extrema, por lo mismo, empobrecimiento de los mercados y por consiguiente una enorme inconformidad sobre los gobiernos.

La economía de los Estados Unidos sucumbió en el año 1929, la bolsa de valores cayó arrastrando a millones de medianos y pequeños empresarios a la ruina. Los empleos cayeron por los suelos y el daño político fue mayor para el gobierno. Al mismo tiempo en Alemania la pobreza azotaba a los más desprotegidos. La reacción de ambos pueblos fue la misma; llevar al poder a hombres con características "Populistas" Hitler en Alemania y Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos. Ambos socialistas, más no comunistas. Ambos con ideas de favorecer a las clases obreras y campesinas, ambos lograron el milagro de la recuperación económica al fortalecer el sindicalismo y debilitar a los grandes capitales. Elevaron los impuestos a los más ricos y dispusieron de aranceles de importación.

La nueva fórmula funcionó para ambos, solo que el éxito de Hitler fue tal que decidió adueñarse del mundo, mientras Roosevelt lograba 4 reelecciones. El final de esta historia es bien conocido. Por eso hoy vemos en el poder a Donald Trump y las señales del creciente nacionalismo lo vemos en España con la intención separatista de Cataluña, como en aquella misma época la Guerra Civil Española, o el mismo intento de Gales sobre Gran Bretaña.

El Crack del 2008 fue el equivalente de 1929, solo que ahora con la experiencia de aquel caso, el gobierno norteamericano intervino en la bolsa y los bancos para no desencadenar una catástrofe financiera mayor. Sin embargo, como en 1917, no atendieron el fondo de todo el problema. Si los gobiernos siguen con el sistema Neoliberal, si siguen con las fronteras abiertas, si continúan gravando con las mismas tarifas a ricos y pobres, si siguen rescatando a banqueros ricos, si siguen permitiendo que los mercados sean manipulados por las grandes empresas y éstas mismas sigan torciendo la democracia, entonces seguiremos en la antesala de una escalada violenta de grandes proporciones, debido a la nueva tecnología armamentística.

Si no me cree, amigo lector, solo lea lo que ocurrió durante la Revolución Mexicana, el saqueo, los héroes manados de gavilleros que saqueaban todo a su paso. Balazos en pacíficos pueblos, ingobernabilidad. Todo eso ocurrió porque Don Porfirio decidió gobernar para unos cuantos, y mientras, presumía de finanzas sanas y entregaba las riquezas de nuestro suelo a extranjeros, el pueblo estaba esclavizado en tiendas de raya, los obreros eran explotados y el estallido era inevitable. Ahora vea lo que ocurre en todo lo largo y ancho del territorio nacional. El hambre y la pobreza es el combustible fatal de la pobreza. Sin embargo, los políticos no lo quieren ver, están ciegos u ocupados trabajando para unos cuantos.

La historia se repite. La medicina es bien conocida, pero los dueños del capital esgrimen su poder con toneladas de propaganda anti populista. Luego no digan que no se los dije. Ahí en oriente esta Corea del Norte, arrinconada, como Japón y en Europa; Rusia. Y en todo el mundo la pobreza palpita con fuertes bríos. Los ricos sólo entenderán cuando invadan sus palacios, los obreros sus fábricas y el mundo se incendie nuevamente.

Contacto: abeloseguerakernion

@gmail.com


Continúa leyendo otros autores

DEJA TU COMENTARIO