Que el pueblo no se desmadre

Hoy, el Papa Francisco oficiará solemne misa en honor de la Virgen de Guadalupe en la Basílica de San Pedro, en Roma. Al darlo a conocer, hace días, expresó que: "Frente a los grandes desafíos, pidámosle a la Guadalupana que nuestra tierra latinoamericana no se desmadre, es decir, no pierda la memoria de su madre. Que la crisis lejos de separarnos nos ayude a recuperar y valorar la conciencia de ese mestizaje común que nos hermana y nos vuelve hijos de un mismo Padre". Palabras con una gran significación.

La simbología del cristianismo y, en especial, de la Iglesia Católica es sencilla; sin embargo, necesario es abundar en algunos de los acontecimientos más importantes. De hecho, las dos grandes revoluciones que ha vivido la humanidad tienen que ver con ella: El nacimiento de Cristo a partir del cual inicia la Era Cristiana, con la religión católica convertida en religión de Estado del Imperio Romano, y el Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, que marca el fin de la Edad Media e inicia el Renacimiento.

En el libro Vitrales de Nuestra Señora de Guadalupe, del autor, se tratan esos temas desde los aspectos religioso, histórico, político y cultural: "Asegura la literatura de la Iglesia Católica que Jesús, el hijo de Dios, en cumplimiento de su promesa de proteger a sus enviados a evangelizar a los habitantes del Nuevo Continente, encomendó a su madre santísima ser intermediaria e intercesora de ambos bandos. Santa María de Guadalupe, representando lo mejor de los dos mundos, se constituye en la matriz de una nueva nación, dando un sentido profundamente humano al fenómeno del sincretismo que ha crecido enormemente desde entonces.

Bien dice el historiador Alberto Sarmiento, "El fenómeno guadalupano, indudablemente importante desde el punto de vista religioso, adquiere para los novohispanos un carácter vital desde el punto de vista cultural. Esta transformación permite pasar de una actitud de acercamiento a las novedades del mundo cristiano occidental, para adaptarlas y entenderlas, a una nueva actitud de mayor originalidad creadora. Logró también el rasgo distintivo de una personalidad propia, desde entonces vinculada al orgullo criollo de poseer un territorio inabarcable y materialmente rico, de tener un pasado glorioso, independiente del europeo, pero sobre todas las cosas, de sentirse pueblo elegido para cumplir un destino extraordinario". 

La importancia de la Virgen de Guadalupe se manifiesta por voces altamente autorizadas. El periodista, escritor y crítico, Carlos Monsiváis, escribió que: "La primera idea de Nación se nutre del lema de la Guadalupana. No se hizo igual con ninguna otra nación". Explica, luego, cómo es que el culto guadalupano ha resistido el paso de los siglos y los embates de las corrientes filosóficas fincadas en el materialismo, el egoísmo y lo efímero, así como los empeños desculturizadores que conducen al individuo en lo particular y a la humanidad en lo general, a estados anímicos adversos como el desanimo, la depresión, el odio, el abandono y la muerte. 

Luego, en el libro, que expone con abundancia de datos y propósitos los magníficos vitrales que se encuentran en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe en Reynosa, se narra cómo: "Las apariciones de la Virgen de Guadalupe y su demanda de que se construyera un templo en su honor, es sólo una de las consecuencias de los arduos trabajos que realizaron los frailes que vinieron a la Nueva España, junto con los conquistadores, para evangelizar a los naturales de estas tierras; pero, de manera singularísima, de fray Bartolomé de las Casas, quien no llegó al Nuevo Mundo como religioso, sino como encomendero, dueño de tierras y de indios. Aquí, luego de ver la crueldad inaudita con que algunos capitanes y terratenientes trataban a los nativos, sufrió una transformación que lo convirtió en el más efectivo defensor de los pobladores del Anáhuac, dejando de lado sus títulos, riquezas y posesiones... 

...En un periodo breve de tiempo y en un espacio reducido, se definió el futuro de un continente y de una cultura que sigue marcando rumbos en el acontecer planetario. Un joven guerrero que escapó de la Matanza del Templo Mayor (1520), pudo ser escuchado por la Audiencia Real; tener gobierno con el Virreinato; ver la llegada de la imprenta y un molino de papel; encontrar guía espiritual en la ermita de Guadalupe; ser reconocido como ser humano cabal con pleno goce de todo derecho, gracias a la bula Sublimis Deus, emitida en 1537, por el Papa Paulo III; tener justicia con las Nuevas Leyes de Indias, decretadas por Carlos V, en 1542; saber de la creación de la Real y Pontificia Universidad de México; en fin, del nacimiento de una nueva era fundamentada en el sincretismo de tres razas y de dos culturas".

De justicia es señalar quiénes fueron las personas que de su propio peculio costearon los vitrales que son el tema central de la obra: "Patrocinadores: Vitral de la Primera Aparición, Federico Cantú y Anastasia Garza de Cantú; Vitral de la Cuarta Aparición, José Ma. Reséndez y Constanza A. de Reséndez; Vitral de la Virgen en la tilma de Juan Diego, Luisa Zamora Vda. de Garza e Hijos. Espíritu Santo, Cyntia del Río Robinson.

Reina de los Ángeles, Gral. Tiburcio Garza Zamora y Paquita G. de Garza Zamora; Casa de Oro, Fermín Arenal y María Maciel de Arenal; Madre de Jesucristo, Enrique Hernández; Santa María, Catarino Benavides y Cecilia G. de Benavides; Reina del Santísimo Rosario, Eduardo Barreda y Juana R. de Barreda; Vaso Espiritual, José Ma. Reséndez y Eva F. de Reséndez; Rosa Mística, Dr. Rodolfo Calderoni y Dolores R. de Calderoni; Reyna de la Paz, Antonio Gutiérrez y Refugio D. de Gutiérrez; Madre Purísima, Manuel Garza Zamora y Bertha G. de Garza Zamora. 

Estrella Matutina, Rafael Munguia y Margarita G. de Munguia; Puerta del Cielo Lauro E. Bolado y María E. de Bolado; Salud de los Enfermos, Carlos González y Marcela Z. de González; Arca de la Alianza, Salvador de Alba y Hortensia R. de Alba; Espejo de Justicia, Benjamín Serros y Judith F. de Serros; Medallón Mariano, Andrés Reséndez y Eva L. de Reséndez; Medallón Cristrocéntrico, Ignacio Icassa y Ernestina M. de Icassa.