Editoriales

Primera víctima del TLC

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 04 MARZO 2018
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Primera víctima del TLC

Dos notas distintas; pero complementarias, ofrecen las evidencias suficientes para entender que la justa retribución del trabajo es la única alternativa para la estabilidad económica que permita emprender el camino de la recuperación: La renuencia de los negociadores de los Estados Unidos y Canadá a aceptar una modernización del TLC que no lleve incluida la mejoría salarial y el respeto a los derechos humanos, y la renuncia de la embajadora de EU en México, Roberta Jacobson, diplomática de altos vuelos, primera víctima del diferendo.

La absurda idea de apuntalar el nivel de la competitividad de México en los mercados internacionales con una mano de obra barata y pobremente calificada, ha tenido resultados  adversos a lo esperado, con un costo que se está pagando muy caro en los aspectos social, económico y político. El retroceso ha sido brutal y es innegable por la extrema acumulación de la riqueza, caída de los niveles de vida de la población y la inducción a la delincuencia.

Además, al impedir el fortalecimiento de un mercado interno de consumo que haga a la economía local menos vulnerable ante los vaivenes de la especulación global, mediante el escamoteo de los salarios que corresponden a una justa retribución del trabajo, único motor de generación de riqueza productiva, se atrasa el crecimiento de los recursos y el avance en la modernización de los sistemas productivos. Finalmente, solamente se engendra miseria.

En el caso de los estratos sociales que aún tienen acceso al crédito, encaminado casi totalmente al consumo, el endeudamiento está llegando a niveles peligrosos, muy por encima de los que se observaron antes de la crisis financiera del 2008, lo que hace que los organismos globales, como el Fondo Monetario Internacional, hayan prendido los focos de alerta y declarado que: "Los efectos adversos son mayores cuando la deuda de las familias es mayor", refiriéndose a la insostenibilidad de una deuda ascendente, como la de ahora. 

El crédito es un impulsor del desarrollo cuando se utiliza para financiar actividades de carácter productivo, tanto en la industria, el comercio y la prestación de servicios; sin embargo, se vuelve un lastre cuando únicamente sirve para financiar el consumo con tasas elevadas, como las que se observan en México, que duplican o triplican el precio de los bienes y servicios adquiridos. Antes fue la burbuja inmobiliaria, ora es el crédito familiar. 

Es por ello que la Reserva Federal de los Estados Unidos, ha insistido en mantener la regulación del sistema financiero para obligarlo a operar con criterios razonables, que eviten una nueva crisis y que no hagan obligatorio un  nuevo rescate con fondos públicos. También por ello que no se ha podido avanzar en las negociaciones para la modernización del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, en las que los socios de arriba exigen que se aumenten los salarios en México y se mejoren las condiciones laborales.

Tener un socio irresponsable e indolente ante el clamor de sus gobernados, que han visto como se ahonda la brecha de los que tiene en exceso y los que de toco carecen, no resulta conveniente para quienes buscan que los beneficios del libre comercio tengan un mayor impacto en la calidad de vida de los ciudadanos y que los recursos sirvan para ir adelante en la tarea de hacer este mundo un mejor lugar para vivir y trabajar. Por eso, mejor se retiran.

Se retiran los negociaciones y el primer paso es la renuncia de la embajadora Jacobson, quien es considerada como una de las diplomáticas de carrera con mayor conocimiento de México y de la América Latina. Antes que ella, han renunciado en el servicio exterior estadounidense Thomas A. Shannon, el tercer funcionario de mayor rango en el departamento y subsecretario de Asuntos Políticos quien fungió como embajador en Brasil, Guatemala y Venezuela, y John Feeley, embajador en Panamá. Se van los que conocen.

Se van con el pesar de no haber logrado abrir las posibilidades de que la administración pública de México cambie su visión del libre comercio y con ello la posibilidad de que sean las reglas del mercado las que determinen precios y disponibilidad de bienes y servicios y no los arreglos cupulares, el capitalismo de amigos o la protección a los monopolios.

Pero, quizá su mayor frustración haya sido no haber podido contribuir a erradicar la corrupción, que, como dijo, está muy arraigada, tanto que: "Los mexicanos tienen opiniones divididas sobre muchos temas: Las Águilas o las Chivas, las tortillas de maíz o las de harina, el Santo o el Blue Demon, Luis Miguel o Alejandro Fernández, senadores o diputados. Pero hay un tema en el que todos están de acuerdo: ¡Ya basta de corrupción!".

Agregó, además que: "la corrupción continúa siendo un lastre que socava el progreso de cualquier sociedad, y en México, hay un consenso de que debe acabarse con esa práctica.

La población de México trata de unir fuerzas para tomar acciones contra la corrupción y hacer que sus voces se escuchen en las urnas".

De seguir con la tozudez, pobres, muy pobres serán las cuentas que entregue el régimen. 


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