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La tercera gran revolución
La palabra revolución es uno de esos conceptos que acepta múltiples interpretaciones tanto en el plano horizontal, cuando se trata de magnitudes, como en el vertical, en tanto se habla de calado. Su sentido más simple, significa vuelta. Las revoluciones de un motor son las veces que gira el cigüeñal impulsado por el conjunto de bielas y pistones; sin embargo, en sentido social, revolución no significa de forma obligada una vuelta, sino un giro, ordinariamente de 180 grados, esto es equivalente a la media vuelta.
Así, revolución significa un movimiento violento que en la misma dirección puede cambiar el sentido de la marcha. En todos los tiempos, la marcha es hacia el progreso, esto es el mejoramiento de las condiciones de vida del ser humano; el sentido es si el progreso se da en lo personal o en lo colectivo. La primera de las grandes revoluciones fue la del amor, hecha por Jesús, que llegó hasta la inmolación voluntaria para dar el ejemplo de entrega a los demás. La otra fue el descubrimiento de América y con este la expansión del mundo conocido y el retorno a los principios universales y eternos derivados de las culturas clásicas con el Renacimiento auspiciado por la Universidad de Alcalá de Henares, donde se juntaron los textos bíblicos de todas lenguas en la Biblia Políglota y se activó el empleo de la imprenta.
A lo largo de la historia, se han registrado varias revoluciones, unas de tipo político, como la francesa que da sustento institucional a la democracia y aplica los principios republicanos; la americana, que da paso al primer estado que se rige bajo esos principios; o la mexicana, que establece la justicia social; la rusa, que propone la estatización de la economía, y otras. Algunas de ellas de tipo económico, como la revolución industrial, que modificó los sistemas de producción; la revolución financiera, que puso de moda el poder de la firma; la revolución digital, basada en tecnologías de la información y la comunicación.
Estas han sido parciales y focalizadas, aunque su influencia se haya resentido en todo el planeta; pero, no alcanzaron a modificar los patrones generales, sobre todo lo que se refiere al sentido del progreso, que se ha encaminado más bien por el crecimiento: crecimiento en la producción de bienes y servicios; crecimiento en los sistemas de comercialización y distribución; crecimiento en la acumulación tanto de bienes como de medios, lo que ha conducido a una gran concentración que no tiene precedente alguno.
Es ahí de donde emerge la tercera gran revolución, cuya finalidad será poner alto a la condensación del poder que ha llevado el progreso humano por rumbos tan peligrosos como el consumismo irracional que tanto daño ha hecho al ser humano y a su único hábitat. Qué lejano y rudimentario se ve el uso de la neurolingüística con fines de inducción política frente a técnicas como el neuromarketing que planta reacciones a nivel cerebral utilizando las neurociencias para estudiar a fondo los procesos internos del cerebro responsables y generadores de decisiones de compra, aunque no siempre tengan racionalidad.
El primer paso en ese sentido lo ha dado (quién lo dijera), el Fondo Monetario Internacional, que ayer lanzó un alerta mundial. Alerta sobre el auge del poder de las multinacionales e instó a tomar medidas.
Afirma la directora del organismo, Kristalina Georgieva, que: "El poder de las grandes corporaciones no ha dejado de crecer en los últimos años y se incrementará como consecuencia de la ola de quiebras que, previsiblemente, afectará a las pymes por la pandemia", por lo que solicita a las autoridades intervenir para impedir que una mayor concentración de mercado amenace con frenar la recuperación.
Esta economista, que pretenden dar un nuevo sentido al FMI, asegura con pleno conocimiento: "Si bien tiene una base amplia en todos los países e industrias, el aumento del poder de mercado de las empresas multinacionales es particularmente pronunciado en sectores como el tecnológico y el farmacéutico, mientras, por el contrario, en el sector bancario, no ha habido un aumento claro del poder de mercado".
Reconoce que las fusiones y adquisiciones realizadas por las empresas dominantes han contribuido a elevar su poder de mercado y a la disminución del dinamismo empresarial, ya que los competidores en general se ven afectados tanto en su crecimiento como en el gasto en investigación y desarrollo, lo que resulta particularmente preocupante en un mundo que presenta un bajo crecimiento de la productividad.
"Son oportunidades perdidas en cuanto a crecimiento, creación de empleo y aumento de los ingresos de las personas que trabajan", dijo, anunciando lo que puede ser la tercera gran revolución extensiva e intensiva.
Humanizar la economía por medio de la política.