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La educación moral
La Biblioteca Mtro. Antonio Caso de la UNAM, en la biografía de Gabino Barrera dice que nació en la ciudad de Puebla el 19 de febrero de 1818 y la Memoria Política de México, que murió en marzo 10 de 1911. Estudió la carrera de Leyes que terminó sin recibirse; a los 26 años (1845), inició la de medicina, hasta la invasión norteamericana de 1847, cuando tomó su fusil para combatirla; en esa misma campaña, fue cirujano del ejército. Al final de la contienda y sin terminar sus estudios médicos, partió a París donde por conducto del Dr. Pedro Contreras Elizalde conoció a Augusto Comte, cuya filosofía le impresionó para siempre. En 1851 regresa a México y concluye su carrera médica a los 34 años de edad.
Pero, no fue en la medicina donde destaca su obra histórica, ni siquiera como médico de cabecera del presidente Benito Juárez. Este lo intuyó por sus constantes charlas y supo que su tarea colosal sería en la educación, por lo que le encomienda la cruzada educativa que permitiría al país avanzar en el proceso de modernización en la ideas liberales. Su primer logro fue la Ley de Instrucción Pública del 2 de diciembre de 1867 en donde se determinaba la creación de la Escuela de Estudios Preparatorianos.
Pone en práctica sus ideas plasmadas en su ensayo De la educación moral, en el que, luego de una gran disertación dice: "Pero lo dicho basta para que se vea con toda claridad que el divorcio entre la moral y los fundamentos sobrenaturales, que le dan todas las religiones y aún el deísmo o el moderno pitagorismo, puramente metafísicos y subversivos en que quieren apoyarla el ateísmo y el panteísmo, es no sólo posible y conveniente, sino de notoria urgencia; porque en el estado de anarquía religiosa actual, no puede ser ya justificable que la moral, verdadero fundamento de las sociedades, no tenga ella misma otra base que la de unas creencias perpetuamente rivales entre sí, siempre sujetas a una crítica recíproca y lo que es peor todavía, entregadas de hecho a un continuo y creciente desuso".
Más adelante, señala: "Nada parece más natural, por el contrario, como que la ciencia, que es la única que ha logrado realizar lo que todas las religiones han intentado en vano, es decir, llegar a formar creencias verdaderamente universales, se apodere definitivamente de este ramo y procure hacer de él algo semejante a la astronomía o a la física, que en otro tiempo logró arrancar también del dominio teológico, y haciendo desaparecer de ella los fundamentos y las explicaciones sobrenaturales, consiguió poner de acuerdo a todo el mundo. Sólo la rutina de tantos siglos puede hacer concebible que hombres verdaderamente distinguidos, que pondrían el grito en los cielos si llegaran a persuadirse de que los fundamentos de la física, de la química o de una ciencia cualquiera, eran enteramente quiméricos y que en semejantes supuestos renegarían de estas pretendidas ciencias y de las artes que de ellas derivan, puedan continuar defendiendo que la más importante de todas las ciencias y la más útil de todas las artes, el arte y la ciencia moral, hayan de estar condenadas a no tener en la mayoría del género humano otra base ni otro resorte que unas creencias y unos dogmas que ellos mismos califican de absurdos".
Uno de los principios básicos sobre los que descansa su vasta obra educativa establece su consideración del futuro mexicano que debía, en su concepto, tener como divisa la libertad, el orden y el progreso; ´la libertad, como medio: el orden como base y el progreso como fin´. Durante la celebración del Día de la Independencia en 1867, pondera la emancipación intelectual como ´piqueta demoledora de las viejas estructuras´. Veía en las Leyes de Reforma la lógica separación de Iglesia y Estado como emancipación del ´poder espiritual´, ante ´la presión degradante del poder temporal´. Estas palabras recrearon a Comte.
Así mismo, en su Oración Cívica, Gabino Barreda hizo una adecuación de la doctrina positiva para interpretar la historia de México y darle un sentido a la lucha de los independentistas y posteriormente a la de los liberales, reconociendo en ellas una continuidad histórica. Veía las ideas revolucionarias como encarnación del espíritu positivo. El orden que propone Barreda es un orden material, que no invada el campo espiritual, el terreno de las ideas, un orden que respete el postulado liberal de la libertad de conciencia. El orden espiritual queda a cargo de la propia iniciativa del individuo.
Para Gabino Barreda el orden social no resultaba de un proceso natural espontáneo, sino que es una construcción artificial. De esta suerte, para que el orden fuera permanente era necesario que los mexicanos tuvieran conciencia de su necesidad.