Editoriales

El problema es otro

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 11 NOVIEMBRE 2020
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El problema es otro

Hoy cumple 49 años de haber sido fundado en el cerro de Tonantzintla, municipio de San Andrés Cholula, en el estado de Puebla, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), uno de los centros de investigación más importantes del país, del cual han surgido al mundo muchos de los más valiosos investigadores, especialmente en el campo de la electrónica, que tienen alta preferencia y, por lo mismo, ocupan destacadas posiciones en prestigiosas universidades y laboratorios.

No han sido pocos los tamaulipecos, especialmente los egresados del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, que han encontrado acogida en el INAOE para realizar estudios de postgrado, tanto maestrías como doctorados y de ahí al extranjero, excepto aquellos que se han dado a la tarea de bregar porque en México se haga investigación de primer nivel y no la simulación que se ha venido descubriendo con la actual administración que ha encontrado que miles de millones de pesos para la ciencia se destinaban a la dorada burocracia del postgrado.

En el mercado laboral universal, los científicos e investigadores, cuando menos en la rama electrónica, graduados en México y en la India tienen sobredemanda por su alto nivel de preparación y por la responsabilidad con que llevan a cabo sus tareas en los nuevos proyectos científicos y tecnológicos. En esos niveles, los contratos son por proyectos. Cada jefe de proyecto debe determinar el equipo humano y herramental que requiere para cumplir con la tarea de encontrar respuestas al problema planteado. Es común que los indios y los mexicanos acaben con mucha anticipación sus encomiendas. 

Pero, no sólo los trabajadores de alto nivel brillan en el extranjero, también los que desempeñan labores más comunes, inclusive las más rudimentarias. Un pizcador, un obrero de la construcción, un lavaplatos mexicano tiene preferencia sobre sus homólogos de otras partes y no se diga de los nativos. Madeline Zavodny, economista de la Universidad de Florida del Norte y experta en la economía de la inmigración, dice: "Nuestra economía ha absorbido a estos trabajadores y los patrones querrían más, en vista de lo baja que está la tasa de desempleo y porque han encontrado que son responsables y productivos".

Todo ello contrasta con la apreciación de Santiago Levy, uno de los santones del neoliberalismo que fue hasta 2018 vicepresidente de Sectores y Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo, quien ha salido, nuevamente, con la puntada de que: "La reforma a la Ley de Pensiones agravará el problema de la productividad baja e incentivará la informalidad". No niega la cruz de su parroquia ni la nubazón en su magín. En México la productividad es baja por inducción patronal, porque a menos capacitación menor paga. No importa al sector empresarial la calidad de los bienes y servicios que presta, sino el dinero que gana con ellos.

El cuento de que los trabajadores mexicanos tienen bajo nivel de productividad es una mentira colosal que puede equipararse con la actitud de los aborígenes que van a otros países; aquí son déspotas, sin urbanidad y muy abusivos, pero nomás salen del suelo mexicano y se convierten en gente civilizada, amable, respetuosas de la ley y de la autoridad. Como decía Piporro, nomás la hebilla del pantalón ven. De hecho, no son los trabajadores los responsables de que las empresas quiebren; sino los patrones, que no invierten en capacitación laboral o reinvierten en nuevas tecnologías y equipos de producción. 

Contrario a los que dice Levy, licenciado en Economía, Maestro en Economía Política y Doctor en Economía por la Universidad de Boston, la informalidad no es el resultado de las fallas del sistema de pensiones (copiado en Chile, donde ha sido el detonante en contra del proyecto neoliberal que ahí se inició por el capricho del dictador Pinochet y su amigo Friedman); sino de los bajos salarios que se empeñan en pagar los patrones que siguen el ejemplo de Piporro cuando quería enseñar a su caballo a no comer. Platicaba en las noches bohemias que casi lo había logrado, nomás que se le murió, flaco, flaco.

Durante su perorata en el Encuentro Empresarial 2020, organizado por la Confederación Patronal de la República Mexicana, explicó que la ejecución de las reformas a la ley de pensiones, tal como se está planteando, subirá los costos laborales de las empresas en 7 o 9 puntos porcentuales, encareciéndoles el retiro de los trabajadores formales. Ni la burla perdona esta peón de Salinas. Durante 40 años los dueños de las empresas han lucrado sin recato, comprando barato a los proveedores, explotando a los trabajadores con salarios de 60 pesos diarios y atracando a los consumidores con productos malos y caros.

En época de cambios, ha llegado la hora de que aporten algo a quienes generan la riqueza que se embolsan. El cuento de la baja productividad ya no lo creen ni el más ingenuo.

¡Felicidades al INAOE y a los inaoítas! 

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