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Dos estilos diferentes
La migración humana ha sido definida como el fenómeno del siglo XXI, aunque se reconoce que ésta se ha dado desde que el ser humano cobró sentido de sí mismo. Según estudios de la ONU, sólo el 3 % de los habitantes del planeta pueden considerarse nativos originarios; el resto vino de otros lugares por muy diversas razones, entre las cuales estaba el clima y la búsqueda de alimento y, en los días que corren, la inseguridad y los estragos que provoca al ser humano y a su entorno el capitalismo salvaje.
Es claro que la migración es de sur a norte, esto es, de los países expoliados por la guerra, el hambre y el abandono con destino a las naciones desarrolladas. También es evidente que, dada la circunstancia del envejecimiento de la población debido a la prolongación de las expectativas de vida y los controles de natalidad, se requiere de gente joven que se encargue de tareas específicas, lo mismo manuales que demandan fuerza física, que de servicios de limpieza y conservación, y de cuidado y atención personal.
Dos naciones que han sido tradicionalmente receptoras de migrantes, han adoptado políticas diferentes para el tratamiento del tema. Los Estados Unidos, durante el régimen del presidente Trump, buscó cerrar las fronteras a la migración y construir un muro que esperaba fuera infranqueable; en cambio, la canciller de Alemania, Ángela Merkel, anunció un programa de recepción de refugiados de Asia y África que daría acceso inmediato a un millón de personas, y luego medio millón por año en el futuro.
Así, entre 2015 y 2016, al grito de "¡Lo lograremos!" que irradiaba confianza y subía la moral frente a una gran tarea autoimpuesta, logró que en pocas semanas, decenas de miles de personas ingresaran a Alemania, principalmente a través de la ruta de los Balcanes. Muchos habían quedado inicialmente atrapados en Hungría. La mayoría procedía de Siria, del norte de África, Irak, Afganistán. Merkel los dejó entrar, aunque oficialmente otros países de la UE tendrían que haberse responsabilizado de ellos. Sus solicitudes de asilo se examinarían más tarde, pues lo importante era darles cobijo y protección ya.
Al respecto, dice Herbert Brücker, profesor de Economía de la Humboldt University, Berlin desde 2018 y director del Berlin Institute para Empirical Integration and Migration Research (BIM), que: "Desde los años setenta se ha producido un descenso de la natalidad muy marcado en Alemania. Al mismo tiempo, la esperanza de vida está aumentando. Para 2060, si no tuviéramos nada de inmigración, el potencial de mano de obra habría disminuido en un 40%. Con una inmigración neta de alrededor de 400.000 personas al año, podemos mantener el potencial de mano de obra casi constante. Pero incluso entonces la tasa de dependencia de la tercera edad aumentará, seguirá habiendo más personas en edad de jubilación que en la actualidad, las cuales tendrán que ser financiadas por el mismo número actual de personas empleadas". Observaciones que justifican plenamente las medidas de la canciller Merkel.
Situación muy diferente ocurre en los Estados Unidos, donde también se reconoce la necesidad de mano de obra joven; pero. En su obra Administrar la migración laboral en el Siglo Veintiuno, una de las coautoras, Christiane Kuptsch, explica que: "Estados Unidos se percibe a sí mismo como un país de inmigrantes con la consigna "e pluribus unum" (de muchos, uno) una manera de recordar que los estadounidenses comparten la experiencia del abandono de otro país para construir uno nuevo en EU, o que tienen antepasados que lo hicieron". Así lo ha reconocido el propio presidente Biden en sus charlas.
En el sitio web Elordenmundial.com, se señala con respecto a los indocumentados que quieren llegar a EU, que: "Por si fuera poco, aunque los ´sin papeles´ representan solo el 5% de los trabajadores en EU, su trabajo es absolutamente fundamental en varios sectores clave: son al menos la mitad de todos los recolectores agrícolas y el 15% de los que trabajan la construcción. Si todos fueran deportados mañana, el país tendría un grave problema de salud pública, ya que representan además una cuarta parte del sector de la limpieza. Solamente en Nueva York el 70% de los inmigrantes en situación irregular trabajan en industrias consideradas esenciales durante la pandemia de coronavirus, como la sanidad o el cuidado de ancianos". Sin embargo, hay fuertes resistencias a aceptar la migración como necesidad.
Necesidad de trabajo y mejores oportunidades de progreso y desarrollo de quienes dejan el terruño; necesidad de fuerza laboral para atender las demandas de una población cada vez mayor y dependiente.
Necesidad de entendimiento y trato digno, tanto para el que da como para el que recibe.
La revista Time nombró a Merkel Persona del año, en 2015; Trump no fue reelecto.