Editoriales

Alas de mariposa

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 13 NOVIEMBRE 2020
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Alas de mariposa

En estos tiempos inéditos, el riesgo de la hecatombe que desmorone la estructura de la civilización humana, cuando menos de la Era Cristiana que inicia con el imperio romano, es real y está apuntalado por poderosos intereses para los que el ser humano importa menos que el dominio y el dinero. Cuando la nación que encarna actualmente el imperialismo, con todas sus virtudes y defectos, está inmersa en un proceso dominado por los medios de comunicación que han creado una realidad virtual, todo va mal.

No importa quién sea el presidente; más allá del estilo personal de gobernar, está comprometido a velar por la permanencia del imperio a costa de lo que sea necesario. Lo que importa es cómo llega al cargo.

Los antecedentes son claros, evidentes y precisos: en Brasil, el sistema judicial defenestró a la presidenta Dilma Rouseff con acusaciones que no pudieron ser probadas. En Venezuela, un merolico se autoproclamó presidente y los Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos, junto con otros países del mismo círculo, lo avalaron (el gobierno dejó que se ahorcara solito). En Bolivia, la misma OEA declaró que los comicios en que resultó reelecto el presidente Evo Morales, eran inválidos.

En todos los casos, el espíritu de la ley estuvo ausente y campearon por la libre los medios al servicio de la plutocracia, de la que forman parte estructural. Como en la década de los 70s el modelo del neoliberalismo se exportó de Chile a Estados Unidos e Inglaterra y de ahí al mundo, ahora los golpes de Estado mediáticos se han llevado al coloso del norte, donde la legalidad, el espíritu constitucional, la norma suprema inviolable, ha sido suplantada por filias y fobias, azuzadas por el impacto mediático.

Uno de los argumentos más utilizados en esta dramática coyuntura que debe dar miedo, es que en las elecciones previas los ganadores fueron reconocidos de inmediato y recibieron un alud de felicitaciones de todos los confines del planeta. Se pone como ejemplo al mismísimo Donald Trump, que venció a la favorita Hilary Clinton; pero, no se toma en cuenta que los números van cerrados aunque se insista en una aparente diferencia abismal que no corresponde a las balotas. En casos así, lo mejor es esperar.

Esperar con paciencia y con muestras de buena voluntad para que ocurra lo que más conviene a la Unión Americana y al planeta que recibe su influencia. Haciendo una comparación, en México, el presidente Enrique Peña Nieto nunca pudo quitarse el estigma de ser una marioneta de Televisa. Inclusive, la película de Luis Estrada, La Dictadura Perfecta, no hace referencia al PRI, al sistema político o al oligopolio huehuenche; sino a la televisión como el gran poder dominante que dicta hasta el modito de andar.

El efecto mediático es tan recio y pujante que cambia la percepción de la historia cuando no puede cambiar el rumbo. En la creación del Estado mexicano, a Guadalupe Victoria, primer presidente de la República y el único que terminó integró su periodo presidencial; que se opuso al Imperio de Iturbide, decretó la primera Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ideó el sistema político nacional y creó las instituciones que aún perviven, se le tiene en el olvido y el desdén porque la prensa, especialmente El Sol, ´el fenómeno de politización o de sensibilización del público´, lo enterró en vida.

Siguiendo la lógica de la Teoría del Caos, que corresponde al proverbio chino de ´El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo´, se tiene que en un sistema no determinista, pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes. Una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a mediano y corto plazo. Si se asume el triunfo de la elección presidencial en EU, como golpe de Estado mediático, ¡Uff!

Todo el andamiaje que apuntala los sistemas políticos democráticos, se derrumbará para dar paso a una barbarie similar a la que padecieron los pueblos dominados por la fuerza bruta. El largo camino que ha recorrido la humanidad para llegar al siglo XXI de la Era Cristiana, será un esfuerzo perdido, no porque un candidato haya ganado unas elecciones; sino por el modo en que llega al poder, empujado por otros.

No es el caso pronunciarse a favor de alguno, porque cualquiera tendrá que seguir con las políticas que han llevado a los Estados Unidos a ser la nación más poderosa del planeta; el quid está en que quien gane lo haga con la serenidad del campeón, con los pelos de la burra en la mano y con buena voluntad.

El ´madruguete´ es propio de repúblicas bananeras, no de la nación considerada puntal de la democracia. 

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