Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
Neurótica explosiva, por demás agresiva II
Durmiendo con el enemigo
En nuestra relación de pareja, nos la pasábamos pelando, duramos 15 años juntos y dormía con un desconocido, no teníamos comunicación, lejos de hablar ladrábamos como perros, y se nos presenta la oportunidad de vivir la experiencia de Cuarto y Quinto paso, yo reconozco que yo era la del problema, que ya no me aguantaba ni a mí misma, que ya me veía en el espejo y ni yo misma me soportaba y cuando me sentí por primera vez, ay caray, fue tanta mi impresión que me vi en ese espejo y dije, madre mía, eres un monstruo con lengua de serpiente, yo creo que si hubiera sido actriz, hubiera sido muy buena, rompo record güines en ofender, en agredir a personas, no buscaba al que me la hizo sino a ver con quien me la desquitaba.
La vocación de servicio
Los planes de Dios era sacar a esa marranita de trochil, me limpió, pero no me gustó, y me regresaba, pero un día, me dio un buen estrujón, bastante fuerte, y me dijo, una guerrera como tú, ya puedes regresarte, ya estás conmigo, ya te chingaste, yo le volví a reclamar, entonces de qué sirve trabajar con mi lengua, de qué sirve trabajar mis miserias, de qué sirve si los demás siguen, y me dijo, los demás pueden, tú no, y siempre que le hacía una reclamación me decía, los demás pueden, tu no, porque quiero jugar en las grandes ligas, o soy guerrera o no lo soy, o me pongo la camiseta o me la quito y me gusta ser guerrera de Dios porque me enseñó a sentirlo, a entenderlo, a entender que no soy madre de un solo hijo, sino de muchos que son mis guerreros, me enseñó a bajarle de huevos, no le bajé tres rayitas, le tuve que bajar diez, me enseñó a amar, me enseñó a aceptar a los demás tal y como son, yo sé que mi lugar allá arriba aún no me lo gano, primero tengo que cuajar aquí.
El huracán rugiente
Yo le rompía todas sus camisas a mi esposo, se las tijereteaba, lo golpeaba con lo que pudiera, no tenía esa salud mental que los guerreros me enseñaron, ni me importaba lo espiritual, ni limpiar el alma, puedo ver que el que está enfermo del espíritu, está enfermo de un cáncer, yo estaba ausente de una vida espiritual, yo me dedicaba a reclamarle a Dios, me sentía tan chingona que levantaba la cara al cielo y le decía a Dios, un día vamos a estar cara a cara y le decía, me vas a decir por qué mi mamá me abandono, por qué mi carita tan triste, por qué ese viejo panzón y barbón nunca me trajo los regalos que le pedía, por qué que no me hiciste mamá.
Un cambio radical de vida
En 15 años nunca me di cuenta, un día le encontré un pase de cocaína en la cartera, me asusté, me dijo que era de un amigo, hasta que vivió su experiencia, hasta que se derrotó y se abrió, por eso te digo, 15 años durmiendo con un desconocido, su problema era fuerte, para mí era muy fácil decir, miren mi esposo sí sabe tomar, pero a huevo, andaba bien coco. Mi vida cambió desde hace doce años, mi vida dio un vuelco de 180 grados, yo creo que no sabemos a dónde vamos, si no sabemos de dónde venimos, la experiencia nos enseñó a darnos cuenta de qué somos, a saber mirar hacia la misma dirección, no uno al norte y otro al sur, la experiencia nos abrió otra conciencia y nos dimos cuenta que él escogió mi mano y yo escogí la de él, nos enseñó a ver la fidelidad y nos enseñó a conocer a la persona que vive a mi lado, si realmente es feliz, y si en verdad lo amo, pero no puedo devolver el tiempo hacía atrás, de todo el maltrato que yo le di, pero si quiero ser una reina, tengo que tratarlo igual, si quiero respeto, tengo qué empezar por respetarlo y tratarlo como rey, ya no guardo los mejores cubiertos para el día último del año, ni la ropa, para mí cada día es un día especial, porque estamos juntos, porque él es un hombre muy admirable por aguantarme tanto, no cualquiera lo hubiera hecho, es un hombre de diez.