Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA

Después de la tormenta viene la paz

Mi primer contacto con el alcohol fue a la edad de 16 años en la calle con mis amigos,  tras la muerte de mi padre, buscando ahogar la pena, alguien me ofreció  cerveza y me emborraché, me puse hasta el gorro, me empezó a gustar el efecto, me hacía olvidar el sufrimiento de la pérdida de mi padre, ahora sé que es la puerta falsa, de ahí, cada ocho días me embriagaba y llegó el momento en que no pude parar durante cuatro años y se me hizo adicción el beber a diario; prácticamente crecí con el alcohol, luego, me caso a los 22 años para querer cambiar, me casé sin amor, pero yo tenía la idea que casándome iba a ser otro, en verdad quería dejar de beber, andaba muy mal, pero cuál fue mi sorpresa que se agrandaron mis problemas, porque seguí tomando todos los días hasta quedar ahogado de borracho, ahí entra una etapa de mi vida convenienciera, ya que por cuestiones de amenazas de divorcio, fui a parar a un grupo de Alcohólicos Anónimos, pero no convencido de mi problema; estuve 8 meses sin tomar, el grupo me funcionó, pero los problemas en la casa seguían y decidí reventarme un día y así continuó mi vida durante 28 años, entrando y saliendo de grupos de ayuda pero burlándome y jugando la parte.

Entrando al laberinto infernal

Después de la tormenta viene la paz

El alcoholismo, es para mí irresponsabilidad, deshonestidad, fui un mal esposo le di un infierno a mí esposa, con palabras hirientes, empujones y gritos, y me olvidé de la manutención, olvidándome de que tenía una hija, siento que fui un mal padre, pero fue a raíz de mi adicción. Fueron muchos daños emocionales los que le causé a mi pareja y a mi hija, quien ahora está toda traumada, y yo no entendía por ningún motivo, luego, bajo amenazas de nuevo, me veo en la necesidad de internarme en un centro de rehabilitación, el 13 de agosto del 2009, llego a Tavat y fueron los tres meses más pesados de mi vida, aun estando en un proceso, lento, duro y doloroso, seguí jugando la parte, era mi última oportunidad para rescatar mi matrimonio; después salí del anexo y seguí con mis mismos juicios y actitudes, solamente que sin beber, en borrachera seca, empieza a ver diferencias en el matrimonio, ella se torna neurótica, una noche, le pedí cena, mientras ella estaba en la computadora y agresivamente, cerró la máquina y me dijo.- Sabes qué, ya me voy.-  Ya me tienes hasta el gorro, y tomó su ropa, a la niña y se fue, me reflejo en una carta del libro La Saliva del Diablo, dónde un hijo le escribe a su papá y se titula, Muchas Felicidades papito.- Se fue para jamás regresar.-

Atrapado en la adicción a la cocaína

Empiezo a salir del anexo, juego la parte y con mi mente enferma, empiezo a tomar cerveza sin alcohol, lo cual fue un gran error, porque destapo la ansiedad, hasta que me reviento, duré tres meses tomando a diario, pero ahora ya con perico, cocaína inhalada,  me atascaba dl polvo, a más no poder, fue este tiempo, estos tres meses los más horribles de mi vida, debido a mis delirios de persecución, terminando en el sillón de mi casa asustado, invadido de paranoia, es algo que no le deseo a nadie, es vivir un verdadero infierno, sentir a la ley atrás de mí, escuchando patrullas, supuestamente recibía llamadas con amenazas de muerte, era mi mente enferma la que generaba toda esa sicosis; no comía, no dormía, no me bañaba, estaba abandonado de mí mismo, sin trabajar normalmente, iba al trabajo, dos días seguidos luego faltaba, si faltaba tres días, me corrían; me acuerdo que mi hermana, me desahuciaba, me dijo, hermano, ya te dimos ayuda, tú no la aprovechaste, Dios que te bendiga; ya me había gastado cien mil pesos en tres meses, pidiendo prestado, aquí y allá, tenía mucha depresión, soledad, miedos, frustración y dolor.

El alcohólico se hunde y junto con él, toda la familia

Mi mamá trabaja en Saucillo, y como yo estoy rodeado de puros tíos, le hablaban por teléfono para decirle que viniera a Aldama, Chihuahua, porque yo no iba a durar mucho; recuerdo que un sábado al medio día llega mi madre, cansada, angustiada y deprimida a consecuencia de mi estado de salud, al abrir la puerta lo primero que vio fue, que me estaba drogando y consumiendo alcohol, recuerdo que se le rodaron sus lágrimas, dio media vuelta y se regresó a Saucillo. Me quedé en muy mal estado de ánimo, congelado de mis emociones, ya no sentía el placer al drogarme, estaba triste, apagado por haber perdido a mi familia y ahora a mi madre y hermanos. Me daba miedo, estar adentro de mi casa y cuando iba al baño, agarraba mi escopeta, pensando en que iban a entrar a matarme, mi mente me tenía secuestrado.