Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
La complejidad de las enfermedades emocionales II
Fondo tras fondo
Los enfermos emocionales, con o sin sustancias, tocamos severos fondos y sufrimos las crudas consecuencias, a veces no son sufrientes y el adicto, se va a buscar las experiencias amargas, he conocido a muchos, que como yo, tocaron fondos muy crueles, conocí una doctora, adicta la morfina, comenzó a inyectarse pequeñas dosis de fentanily, que es un analgésico endovenoso, inyectándose en la pierna derecha, la dosis, fue creciendo, cada vez era más y más, usaba la misma jeringa, todo el tiempo, hasta que finalmente, se le infecto la pierna y se la tuvieron que imputar, aun así, no pudo claudicar con su tendencia adictiva, mismas que combinaba con cocaína y antidepresivos, lleva cinco internamientos de tres meses cada uno y no ha podido vivir sus días libre de drogas, está hundida en el pantano de arenas movedizas y así te puedo contar historias de infinidad de testimonios que me han regalado, de lejos se ve muy fácil y sencillamente puedes decirle.- Tu puedes, échale ganas.-
No hay quien se escape
El adicto, se convierte en un nacido para perder, para empezar, claudica a sus estudios, fracasa en sus relaciones de pareja, se convierte en niñas madre o en madre soltera con tres hijos de padres diferentes, no cierra círculos, carece de inteligencia financiera y emocional, le cuesta trabajo agarrar el rumbo, tiende a complicarlo todo y es maniaco depresivo, ofrece un lenguaje corporal, apagado, desganado, sin fuerza con una voz frágil, sin potencia ni seguridad, por supuesto con una autoestima súper baja, en la lona, el enfermo emocional, se auto secuestra, el peor enemigo que tiene, es el mismo. La recuperación, existe, debe de ser profunda, constante y de entrega total, el fracaso estriba en el yo interior, en la actitud de emprender un vuelo libre de ansiedad, conductas toxicas y mediocridad.
¿Por qué se es un enfermo emocional?
Simplemente por mediocre, por autoestima baja, porque tiene la enfermedad del alcoholismo en sus genes, igual, por contaminación o por imita changos, la borracha, la drogadicta, está llena de pretextos, pretextos porque el novio le puso el cuerno o la mando a freír espárragos, porque esta flaca, gorda, desnalgada o nalgona, porque nadie la quiere, porque no encuentra trabajo o fracaso en negocio y tantas pretextos estériles, cuando la verdad de las cosas, se droga y se emborracha por su vacío espiritual, por las heridas del alma que no ha sanado ni trascendido, pierde la dignidad, porque es libertina, irresponsable y está enferma de sus emociones, llena de soberbia, de defectos de carácter y patrones de conducta, que en suma, muchas veces, la convierte en mujer fácil, acostándose con uno y con otro, revolcándose como cualquier prostituta, perdiendo figura, dignidad y lo más sagrado de la esencia de una mujer, su autoestima, problemas los tenemos todos y cuando surgen consecuencias, difícilmente puedes controlar, no hay quien pueda manejar la cordura, cuando ya el alcohol y las drogas, gobiernan tu vida, lo mejor es no beber, lo mejor es hacer a un lado la droga y cuidar las formas, hay mujeres, que, como yo, no pueden beber ni una gota de alcohol, ni una pizcachita de cocaína o cualquier otra droga, debido a que no voy a poder detenerme.
Enfermedad del alcoholismo y drogadicción
Yo le llamo La Saliva del Diablo, peor que cualquier enfermedad, desbastadora, cruel, sutil, triste, es una enfermedad mental, física, emocional, espiritual y de la personalidad, es burlona, contagiosa, propia de gente mediocre, a mí en lo personal, el alcohol y las drogas, me robaron el sano juicio, me volví loco, caí en depresión, me invadieron unos celos enfermizos una celotipia infernal, como se titula uno de mis libros, perdí, como consecuencia, a mi familia, me corrieron de mi trabajo, me quede sin dinero, perdí salud mental, física, emocional y espiritual, quede en banca rota, sin dientes, llegue a pesar menos de 50 kilos, todo flaco, amarillo con lo blanco de los ojos color café cenizo, ojeroso, secuestrado por mi pensamiento alcohólico, obsesivo y nefasto, mi compulsión se inició a los doce años, fue creciendo y creciendo, al final a diario, me empinaba una botella diaria de vodka, me chutaba, de diez a quince pases de cocaína, me inyectaba, tres miligramos de morfina a la mañana, tres en medio día y tres más en las noches, me empestillaba con antidepresivos y me fumaba hasta tres cajetillas diarias de cigarros, dormía de día y me drogaba de noche, vivía para drogarme y me drogaba para vivir, vivo de milagro, solo por la Gracia de Dios. ernestosalayandia@gmail.com