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La oportunidad perdida

El ser humano pudo expiar todas sus culpas y remediar todos sus yerros con una respuesta solidaria y fraternal a la pandemia del Covid-19 que amenaza a todos a lo largo y ancho del planeta y afecta a los más débiles y desprotegidos, sin dejar de manifestarse con toda su crueldad entre los favorecidos por la fortuna. Pero, no. Ante el avance implacable del virus, se ha hecho evidente lo peor de la humanidad, lo mismo a nivel personal que social y político. Los poderosos sólo han visto por sus propios intereses.

De ellos no podía esperarse otra cosa, esa es su naturaleza, pues muy pocos pueden decir que su poder dimana de sus propios méritos y proviene del servicio a sus semejantes; lo ordinario es que sea fruto del despojo y la rapiña. Aristóteles lo expresó magníficamente: " Y muy razonablemente es aborrecida la usura, porque, en ella, la ganancia procede del mismo dinero, y no de aquello para lo que éste se inventó... Pues lo engendrado es de la misma naturaleza que sus generadores, y el interés es dinero de dinero; de modo que de todos los negocios éste es el más antinatural". Más en las cantidades que hoy se ven.

La oportunidad perdida

Fue el 11 de marzo del 2020 cuando el director de la Organización Mundial de la Salud caracterizó de manera oficial al coronavirus SARS-CoV-2 como una pandemia. Tedros Adhanom Gebreyesus aseguró que miles de personas estaban luchando por sus vidas en los hospitales, y que se esperaba que el número de muertes y casos aumentara aún más. Afirmó: "Hemos estado siguiendo la epidemia y estamos profundamente preocupados por los niveles alarmantes de contagio y de su severidad, pero también de los alarmantes niveles de inacción. Por todo ello puede caracterizarse como una pandemia".

Luego expresó: "Si los países detectan, prueban, tratan, aíslan, rastrean y movilizan a su gente en la respuesta, aquellos con un puñado de casos pueden evitar que esos casos se conviertan en grupos, y esos grupos se conviertan en transmisión comunitaria. Incluso aquellos países con transmisión comunitaria o grandes grupos aún pueden cambiar el rumbo de este virus. Nadie debe equivocarse y creer que una declaración de pandemia implica restar atención a la contención de virus, y pasar a una fase de mitigación, que consiste en preparar a los sistemas de salud para afrontar una alud de casos".

Luego surgió la esperanza con la producción de una vacuna que, se dijo, sería de fácil acceso para todos los habitantes del planeta; pero. Cinco meses después de que Pfizer-BioNtech comenzaran a distribuir por primera vez la vacuna contra el Covid, la Organización Mundial de la Salud criticó que el 95 por ciento de las vacunas esté siendo monopolizado por sólo 10 países, Estados Unidos y Reino Unido a la cabeza. En Europa, las desigualdades entre las dosis que adquirieron de manera conjunta los miembros de la unión y su reparto, ocasionaron que los países más golpeados por la pandemia levantaran la voz y protestaran ante las autoridades europeas por no cumplir los acuerdos de igual acceso al antídoto.

La Organización Mundial de la Salud destinó tiempo y recursos para crear el Acelerador ACT, una innovadora iniciativa de colaboración mundial para apresurar el desarrollo y la producción de pruebas, tratamientos y vacunas contra la COVID-19 y garantizar el acceso equitativo a ellos. COVAX está codirigido por la Alianza Gavi para las Vacunas (Gavi), la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su objetivo es acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas contra la COVID-19 y garantizar un acceso justo y equitativo a ellas para todos los países del mundo". Muy bonito; pero...

La realidad es que los laboratorios que más apoyo recibieron y que lograron crear la vacuna, han hecho un jugoso negocio especulando con el biológico, que ha sido entregado de manera masiva a los países ricos, inclusive en niveles que sobrepasan con mucho a su población, y, en cambio, mediante argucias técnicas y legaloides se han negado a cumplir los compromisos pactados con naciones menos favorecidas.

En México, entidades oficiales y empresas particulares han sacado raja de la pandemia; han lucrado de forma abyecta con el miedo, el dolor y la muerte de las personas, utilizando al Coronavirus, como un gran negocio. Se ofrecen pruebas, tratamientos, vacunas y hasta conjuros mágicos o dogmáticos para contrarrestar el contagio o los estragos en la salud de las personas, sin más efecto que obtener ganancia.

No han faltado los gandallas que se saltan los esquemas del programa de vacunación, buscando protegerse sin necesidad por no estar entre la población de alto riesgo.

Otra vez, el feroz egoísmo, esa perversa enfermedad del alma, impide abrazar los valores fundamentales para la convivencia humana: la solidaridad, la gratitud o el altruismo. Aunque haya por doquier garbanzos de a libra, en términos generales la humanidad perdió una valiosa oportunidad de recuperarse a sí misma en el mundo perdido de las ambiciones desmedidas.