Columnas - Ernesto Salayandia García

¿Infundado miedo a un marihuano?

  • Por: ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
  • 26 ABRIL 2022
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¿Infundado miedo a un marihuano?

Nadie ha muerto de sobredosis del TCH

Hará cosa de 4 años que les di el mensaje a tres adolescentes prendidos de la hierba mala hierba, por supuesto negados, soberbios e irreverentes, defendiendo no solo el consumo, sino la legalización, argumentando que si el gobierno quería reglamentar las drogas, obedecía que estas, en su caso, la marihuana, no era dañina, sumando, que es su uso medicinal, se me dijo, que ningún marihuano había muerto de sobredosis, que no se sabía de qué alguien hubiera tenido delirios de persecución, como un cocainómano como yo, que no se registraban accidentes de tránsito o laborales como en el caso del alcohol, me dijeron, que el consumo no generaba problemas de matrimonio, que ellos conocían a papas  grifos que eran por demás tranquilos, me dijeron tantas cosas defendiendo la mota, que me dieron ganas de echarme un churro- Es medicinal y recreativa, por esa razón, los gringos, canadienses y muchos países han legalizado su consumo, no pasa nada, exageras Ernesto.- Manejaban también sus argumentos que los papas ahí presentes, les creyeron y todo siguió igual, con el tiempo, se les permitió fumar adentro de sus casas, portar sus dosis personales y para compartir con sus amigos, usar los complementos de esta adicción que son el licor y las clonacepanes, claro, que las consecuencias no se han hecho esperar, consecuencias familiares, escolares, físicas, mentales, emocionales, espirituales y las relacionadas con la personalidad, la marihuana provoco grandes cambios en todas las áreas señaladas y estos jóvenes negados, están viviendo su propia experiencia. Es real, el marihuano se torna histérico con el tiempo de consumo. Uno de ellos, tuvo que dejar de consumir o reprobaba la escuela, su memoria y capacidad de retención habían desaparecido por el abuso  en el consumo de mota diario.

María Fernanda, adicta a la marihuana

Cuando se enteraron, que su hija de 13 años, fumaba marihuana, sus papas, pusieron el grito en el cielo, buscaron la manera de internarla tres meses, le cerraron todas las puertas, prohibiendo amistades, culpando que por ahí, ella se había prendido, delante de mí, le echaron la culpa al novio y a las amigas, también a la escuela que es un refugio de drogadictos, más aun, entre ellos, se aventaban el paquetito.- Es tu culpa, no haz atendido a esta niña.-  Cuando escuche sus versiones, escuche a María Fernanda.- Mis papas, se la pasan peleando todo el tiempo, nunca tienen tiempo para mí, mi mama, reniega de todo y por nada, siempre me está gritando, ordenando, que esto y que aquello, a veces me golpea y me castiga, mi papa, fuma marihuana en el patio, se emborracha muy seguido y cuando deja las bachitas de la mota, yo les soy mate en el patio, mi casa es un verdadero desmadre, mi hermano, prendido del cristal y mi hermana, prostituta, adicta a la cocaína y cuando conté la historia de esta familia, alguien me dijo.- No es mi caso, los únicos que nos drogamos son mi papa y yo, aunque mi mama, es neurótica, no pasa nada, ya nos acostumbramos a sus gritos.- El adicto nace y se hace en casa, los hogares disfuncionales son el dinamo generador de la enfermedad que comanda la ignorancia acompañada de la negación y la gran mayoría de las familias, no tenemos el espíritu de prevención, no visualizamos los problemas de nuestros  hijos, hasta que explota la bomba, en ese momento, buscamos soluciones, pretendemos tapar el pozo, después del niño ahogado y cuando cae al pozo, ya es demasiado tarde, en la mayoría de los casos de los adictos a cualquier sustancia, la consecuencias comienzan con la deserción escolar, el abandono de sí mismo, autoestima baja, depresión y neurosis extrema, sumando otro tipo de drogas al consumo de la marihuana. La familia, cree que un anexo de tres meses va a desintoxicar a su hijo, sale peor el remedio, que la curación, salvo honrosas excepciones.

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