Columnas > ANÁLISIS
El obstruccionismo republicano
Ha pasado mucha agua debajo del puente desde que en este mismo espacio se dijo que las órdenes ejecutivas de los presidentes estadounidenses no eran la solución al problema de la migración, que se ha hecho más evidente en los últimos días, al grado tal que el expresidente George W. Bush se ha pronunciado en diversos medios en contra de la actitud de algunos miembros del Partido Republicano, a los que culpó de no lograr la gran reforma migratoria que propuso, y llamó aislacionistas y nativistas.
El expresidente ha saltado a los medios para promocionar un libro de su autoría, "De muchos, uno: retratos de inmigrantes de Estados Unidos" (siguiendo la idea de la leyenda en el Gran Sello de los Estados Unidos, E pluribus unum), en el que muestra 43 retratos en pinturas a cuatro colores de algunos migrantes que ha llegado a conocer a lo largo de los años. Pide que se le reconozca como pintor; pero, no es posible desligarlo de la política, del Partido Republicano, al que pertenece, ni de la Presidencia.
Por ello, los comunicadores, aprovechando el tema de su libro, lo han interrogado acerca del por qué los Estados Unidos no han logrado dar una solución justa y cabal al problema de la migración, como hizo la canciller Ángela Merkel, que abrió las puertas de Alemania a los trabajadores que mueven a ese país. Explicó que uno de los mayores obstáculos es que los republicanos se han inclinado demasiado hacia la derecha en temas como la inmigración, el comercio y la diversidad.Al partido que dirigió y lo hizo presidente: "Lo describiría como aislacionista, proteccionista y, hasta cierto punto, nativista"
Así mismo, instó a los republicanos a bajar el tono de su retórica dura sobre la inmigración. Recordó que escribió un artículo de opinión en el Washington Post criticando a ambas partidos por no aprobar una nueva legislación que revisara las leyes de inmigración de la nación. "¿Cómo es que en el país más generoso con los recién llegados que cualquier otro, la política de inmigración sea fuente de tanto rencor y mala voluntad?". Se pronunció por un camino a la ciudadanía para los inmigrantes del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, además demandó una mayor seguridad fronteriza.
Por otra parte, dijo oponerse a proporcionar un camino fácil hacia la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes que se encuentran en el país ilegalmente. Dijo que deberían salir de las sombras por medio de un proceso gradual en que la residencia legal y la ciudadanía deben obtenerse a través de requisitos de trabajo y servicio, así como prueba de dominio del idioma inglés. Agregó: "La ayuda y el respeto otorgado históricamente a los recién llegados es una de las razones por las que muchas personas todavía aspiran y esperan convertirse en estadounidenses". Para ello, deben cumplir con los requisitos.
También recordó parte de su discurso en la campaña por la reelección en el 2006, cuando dijo: "Somos una nación de leyes y debemos hacer cumplir nuestras leyes. También somos una nación de inmigrantes y debemos mantener esa tradición, que ha fortalecido a nuestro país de muchas maneras. Estos no son objetivos contradictorios. Estados Unidos puede ser una sociedad legal y una sociedad acogedora al mismo tiempo. Arreglaremos los problemas creados por la inmigración ilegal y entregaremos un sistema seguro, ordenado y justo", luego de lo cual propuso la reforma migratoria.
Esta señalaba que: "El Presidente se opone a la amnistía. La amnistía sería injusta para quienes están aquí legalmente e invitaría futuras oleadas de inmigración ilegal. Hay un punto medio razonable entre dar una vía automática para la ciudadanía a todos los inmigrantes ilegales y un programa que requiere que todos los inmigrantes ilegales se vayan. El Presidente cree que los inmigrantes ilegales con raíces en nuestro país, y que quieran quedarse, deben pagar una multa significativa por haber incumplido la ley, deben pagar sus impuestos, aprender inglés y trabajar por cierto número de años. Las personas que reúnan estos requisitos podrían acceder a la ciudadanía después de cierto plazo, como cualquier otro trabajador, pero la aprobación no sería automática, y tendrían que esperar su turno después de aquéllos que siguieron las reglas y cumplieron la ley".
Esas mismas ideas que impidieron que las Cámaras del Congreso de los Estados Unidos aprobaran la iniciativa, vuelven a ponerse sobre el tapete de las discusiones y, desde luego, chocan con los conceptos internacionales que reconocen a la migración como un derecho humano.
Quizá por ello no se ha podido avanzar en el tema y se ha dejado que se agudice sin beneficio real para las partes. Más guardias fronterizos no significan menos accesos al país del norte que requiere de tanta mano de obra y, en cambio, eleva los gastos del gobierno en los momentos en que la economía local no está para despilfarros.
La solución deberá tener rostro humano y sentido social, aunque no agrade al sector más duro de la gran potencia.