Columnas - Ernesto Salayandia García

Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

  • Por: ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
  • 10 AGOSTO 2022
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Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

Muerto en vida, pero aún lleno de prepotencia y de achichincles; muerto en vida, pero orgulloso y engreído, como esa tarde en la que me burlé de  los compañeros que fueron a darme el mensaje de mi fraternidad "Alcohólicos Anónimos".  Negado hasta las "cachas", pero tuve que pagar severamente las consecuencias; me burlé de ellos, les ofrecí una cerveza o un vodkita, y tomé desvergonzadamente, delante de ellos. Y aunque no dijeron nada, hubo algo que me marcó de por vida.  Tiempo al tiempo, si es que antes no te mueres. Así se me dijo a mí, y no hice caso. Con el alcohol y las drogas no se juega, no hay quien les haya ganado la batalla, tarde que temprano, la obsesión te gana.  Lo que tú le avientas a la vida, la vida te lo regresa, es el boomerang, todo se paga, nunca antes ni después, siempre justo en tiempo. El que la hace, la paga, y el boomerang es un huracán rugiente, y te pega donde más te duele, Tarde que temprano, todo se paga. 

Celotipia infernal En aquel tiempo, mi mujer y mis dos hijos pequeños se fueron de vacaciones a Tijuana, y me quedé solo en mi residencia con alberca techada y un estilo colonial italiano, jardines y bambús por todos lados. La relación con mi esposa era buena y cordial, al menos así lo denotaba yo, y ella se extrañaba mucho cada noche que hablábamos por teléfono, la hostigaba con mis celos patológicos, enfermizos, me invadió en mi mente enferma, una celotipia obsesiva, destructiva, por demás psicótica, patológica.- Amor, ¿Qué te pasa, por qué me dices eso?  Ella extrañada, sacada de onda me preguntaba, mientras que yo indignado, enojado,  le colgaba, aventaba el aparato telefónico o lo golpeaba. La denigraba,  humillándola, tratándola como  prostituta,  ofendiéndola sin razón, y ella no sabía qué demonios pasaba, porque  desconocía por completo lo que yo traía en mi mente, que era toda una película de terror y de celotipia infernal, por la droga tenía un pensamiento obsesivo, lo que ahora llamo la loca de la azotea, mi lenguaje era grosero, por demás vulgar y agresivo.

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