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Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

Me gané fama y respeto. Me gané la simpatía y la admiración de muchísimas personas, la mayoría mujeres, de todas las clases sociales; pero también me gané envidias, repudio y odio

Me gané fama y respeto. Me gané la simpatía y la admiración de muchísimas personas, la mayoría mujeres, de todas las clases sociales; pero también me gané envidias, repudio y odio. En suma, generé resentimientos en mi contra, que aún percibo en hombres y mujeres, del apestoso mundo del poder y la política, que no olvidan mis comentarios, pero si han olvidado los generosos espacios que les otorgué en mi programa radiofónico.  Tuve ese enorme poder dentro de la comunicación, me gané  enemigos, y amigos de las apariencias; y a pesar de toda esa posición, yo tenía un gran vacío espiritual, un hueco muy grande......Y lo perdí todo, todo eso se me fue de las manos. Yo no sabía lo enfermo que estaba, y menos, estando dentro del tráfico  en el mundo de la soberbia, donde yo era alguien muy representativo, y destilaba mi prepotencia con singular expresión,  no sabía que estaba muy dañado de mis emociones, y aunque mis conductas así lo acreditaban, yo estaba en la negación total. Yo no tengo el problema ¿No? 

Prendido de la cocaína, del Nubain, que es morfina sintética, de las pastillas y del vodka, comencé a perderlo todo: el peso, mi imagen, que era de una apariencia deprimente, prácticamente la tristeza andando, súper flaco, muy flaco y amarillento, ojeroso, con la mirada caída, perdida, triste, sin luz, sin esperanza. No había brillo en mis ojos, podrido por dentro y por fuera, lo blanco de los ojos que se llama esclerótica, se tornaba café cenizo por el severo daño que le causaba a mi hígado, llegue a pesar menos de 60 kilos, por la droga, no dormía, ni comía, no trabajaba, no vivía.

Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

Ernesto Salayandia García

Ernesto Salayandia García

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