Columnas - Ernesto Salayandia García

Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

  • Por: ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
  • 03 AGOSTO 2022
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Celos patológicos, psicóticos, enfermizos

Memorias de un adicto

Recuerdo tristemente el maltrato físico y emocional que le di a mi esposa por mi celotipia, puse grabadora al teléfono y me la pasé registrando sus bolsas, inspeccionando su ropa, abriendo cajones, sacando todo tipo de objetos que me dieran la certeza de que ella me engañaba.   Fui capaz de esculcar en los sillones de la sala, debajo de los colchones, hurgar en periódicos, revistas, papelitos, recibos telefónicos, en los asientos, cajuela y ceniceros de la camioneta que ella usaba, buscaba como loco por todos lados.

Mi mente enferma era capaz de engendrar las más sucias y perversas escenas, denigrantes degeneraciones.

Mi mente armaba y generaba escenas de película XXX y muchas de ellas venían a mi mente en los momentos más íntimos, lo que me causaba al mismo tiempo dolor y placer, era un verdadero tormento.

Marea Roja

Hace 29 años, yo tenía un excelente trabajo que me encantaba, en verdad me hacía muy feliz, me gustaba mucho todo lo que giraba alrededor del mismo. Tuve la oportunidad de producir, conducir y dirigir un noticiario estatal de radio en mi estado natal. La Voz de Chihuahua, el otro sabor de la noticia.

Me daba poder, mucho poder, importancia, prestigio, una posición envidiable y dinero. Me permitía desenvolverme en el mediocre mundo de los enanos, yo era uno de ellos, solo que saltarín y más cremosito.

Mi mundo era el de las máscaras, las armaduras y las apariencias. ¿Cuánto tienes?, tanto vales.  Yo vivía para los demás, en complacencias, era el rey, que buscaba constantemente la aprobación de todas las personas, me preocupaban la crítica y el chisme, y el ¿Qué dirán? Me traían de cabeza. 

No comprendía que las palmaditas eran para el medio de comunicación y no para mí. En Navidad no cabían en mi casa los regalos, arcones y tarjetas. Ahora que no estoy al aire, pregúntenme quién se acuerda de mí. El interés tiene pies.- Cuanto tienes, cuanto vales    

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