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Las buenas, son muy buenas
En su informe trimestral, el Banco de México dio a conocer noticias importantes acerca de la economía nacional, que va viento en popa rumbo a una sólida recuperación. Tan optimistas resultan las cuentas que ya se le compara con el periodo de Ernesto Zedillo, cuando el Producto Interno Bruto creció a más del seis por ciento anual, más o menos el promedio de crecimiento durante la feliz etapa conocida como el Desarrollo Estabilizador. Esto ocurre en medio de la pandemia y el desbarajuste económico mundial.
En su informe, dice Banxico: "Las previsiones de crecimiento del PIB en 2021 para el escenario central de este Informe se revisan al alza de 3.3% en el Informe previo a 4.8% en el actual, en tanto que la expectativa para 2022 se ajusta de 2.6% a 3.3% en la misma comparación. En específico, dichas revisiones se derivan tanto de una mayor base de crecimiento al cierre de 2020, como de una mayor previsión de crecimiento para la actividad industrial en Estados Unidos, lo cual en el corto plazo estará parcialmente contrarrestado por una mayor debilidad económica a inicios de 2021 ante la evolución de la pandemia en el país". El PIB no cayó tanto, como se predijo, el año previo y el crecimiento es mayor.
Y, si esos números son muy buenos como resultado de acertadas políticas económicas, especialmente el rechazo a financiar la recuperación con deuda soberana, esto es, deuda de gobierno, lo es mejor aún la posibilidad de que el Producto Interno Bruto pueda crecer hasta un 6.7 por ciento de mantenerse las variables incidentales en la misma tendencia, esto es: "Ello como resultado de un menor efecto sobre la actividad económica del endurecimiento de las medidas para contener la pandemia, un mayor impulso de la demanda externa, una mayor reactivación de diversos sectores económicos y del mercado laboral respecto de lo supuesto en el escenario central". Salió Salinas y México creció, salen los otros e igual.
Pero, además, el cuerpo de Gobierno del Banco de México, que no es proclive a las políticas que sobre la austeridad ha implementadas la actual administración, señala que: "Con base en las previsiones presentadas y la información actualizada sobre la evolución de dicho indicador, para 2021 se espera una variación de entre 250 y 570 mil puestos de trabajo, cifras que se comparan a las del Informe previo de entre 150 y 500 mil puestos de trabajo. Para 2022 se espera una variación de entre 390 y 590 mil puestos de trabajo, misma que se compara con la publicada en el Informe anterior de entre 300 y 500 mil puestos de trabajo". Puestos de trabajo estables y bien remunerados para bien de las familias.
Para un organismo que se ha mostrado flexible y hasta propenso a las jugarretas del capitalismo salvaje, es mucho que reconozca que: "Cabe mencionar que en el escenario central la actividad económica recuperaría el nivel observado al cierre de 2019 hacia finales de 2022. No obstante, si se cumplieran las previsiones del límite superior, estos niveles podrían alcanzarse al cierre de 2021. El desempeño de la economía aún está sujeto a presentar altibajos, toda vez que la pandemia sigue en curso y la dinámica responderá al comportamiento diferenciado de los componentes de la demanda y el sector productivo".
Cabe señalar que ante las graves deficiencias de la economía de mercado, especialmente el crecimiento exponencial de la corrupción derivada de la política al servicio de la economía, que ha propiciado la excesiva acumulación de la riqueza en pocas manos, tan estériles como insensibles, la tendencia mundial es hacia la economía mixta, esto es la intervención del Estado en los asuntos económicos que tienen que ver con el crecimiento del Producto Interno Bruto, para que éste conduzca al desarrollo.
La mayoría de las economías del mundo han optado por el sistema de economía mixta; todas combinan elementos propios de los dos sistemas, aunque el grado de intervención del Estado, es muy diferente en unas que en otras. En las economías europeas, el papel del Estado suele tener un peso mayor que en Norteamérica. En cambio, China, donde ésta se considera planificada, el Estado es el gran protagonista, aunque en ciertas regiones y sectores, se permite la acción del mercado. Esto combina los dos sistemas.
Finalmente, hay que reconocer que el fallo esencial del libre mercado, es que, en la realidad cotidiana, no existe como tal. El mercado está dominado por los poderes políticos, económicos, ideológicos o de índole sectaria. El mercado, así, se convierte en un gran instrumento de poder, ajeno a la economía.
En México, se busca que la economía esté al servicio del ser humano, no al revés, como venía pasando.