La ola Genaro
En el 2014, Luis Estrada lanzó al mercado su exitosa película La Dictadura Perfecta, una sátira política que reflejó una abierta crítica al gobierno y a la red de corrupción que estableció con Televisa, la empresa de medios de comunicación más grande en el continente americano que supuestamente incorporó al presidente a su elenco de estrellas para servirse a lo grande con arreglos multimillonarios para publicitar la imagen de un político todo poderoso que habría de crear un nuevo milagro mexicano.
Aunque la idea de Estrada, quien también escribió el guión, era evidenciar el acierto de Mario Vargas, al tachar al régimen revolucionario de México, que creo la más prolongada era de paz, estabilidad y desarrollo en medio de un mundo en llamas, de una dictadura perfecta, en que el poder se mantuvo en manos de quienes entendían y promovían la justicia social como piedra angular del régimen; bien visto el filme, no puede entenderse que el gobierno sea la dictadura, sino la televisión y su realidad virtual.
Es la televisión la que imbuye en el espectador y al resto de los aborígenes su propia realidad a partir de la producción de acontecimientos creados por la imaginación de sus productores para desviar la atención de los problemas reales que padece la población. Luis Estrada encontró la veta de su historia en la denuncia publicada por el periódico inglés The Guardian, en la que se exhiben los contratos de Enrique Peña Nieto con Televisa, para acceder a la presidencia de la República luego de los escándalos de corrupción durante su gestión como gobernador del estado de México. No falta ningún elemento.
En la película, que incluye una severa crítica al desparecido Estado Mayor Presidencial, contacto entre el gobierno y la televisora, no falta la niña desaparecida, la chachita telenovelera que hacía llorar al gobernador Carmelo Vargas, encarnado por ese notable actor Damían Alcázar, que finalmente forma parte de los arreglos para pavimentar el camino a la presidencia, a partir de lo cual, Televisa es la dueña absoluta del presupuesto oficial para publicidad y difusión de imagen de todas las instancias oficiales.
El propio director señala: "La Dictadura Perfecta, después de una larga y documentada investigación sobre la materia y tomando como referencia muchos de los casos reales que han marcado la vida pública del país en los pasados años, como son: Los vídeo-escándalos de Ahumada, Salinas y Bejarano; las peripecias de ´el Gober Precioso´; el caso de la desaparición de la niña Paulette; las aventuras de el Chueco; la simulada captura de Florence Cassez, y algunos otros muy emblemáticos, en los que los medios han mostrado su doble moral y su enorme poder e influencia; pretende hacer una reflexión ácida, crítica y aguda sobre el fenómeno de la manipulación, e invitar al espectador a tratar de entender los cómos y los porqués de la perversa relación entre el poder político y los medios de comunicación".
Ahora que Genaro García Luna fue detenido por las autoridades norteamericanas y enfrenta un severo proceso por corrupción y enriquecimiento ilícito, luego de ser reconocido y laureado por autoridades de allá ´mesmo´, sale a la luz pública la tesitura de uno de los comunicadores mediáticos encumbrados y su falta de ética y de escrúpulos en el tratamiento del montaje de la supuesta detención de la ciudadana francesa Florence Cassez, en cuya presentación se saltó todos los principios esenciales del periodismo.
Aquella fría mañana del 9 de diciembre de 2005, el noticiero Primero Noticias mostró en vivo la captura de una banda de secuestradores y la liberación de sus víctimas. Dos meses después se supo que fue un montaje orquestado por la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), a cargo de Genaro García Luna, con la participación de medios de comunicación como Televisa, que transmitió un espectáculo mediático producido al gusto del entonces policía favorito de la presidencia y su titular.
Recientemente, la periodista Laura Barranco, quien trabajaba para la en aquellos días televisora más poderosa de México, denunció que: "La responsabilidad del montaje fue tanto de los periodistas que participaron y de Televisa, y no nada más en este caso sino por toda una serie de montajes como el fraude de 2006, maquinado y orquestado desde Televisa. Tiene que haber una sanción social". Al conocerse que el evento trasmitido como primicia por el programa Primer Noticias de Televisa, a cargo de Carlos Loret de Mola, fue un montaje en el que, además, se imputó a los protagonistas la comisión de delitos que no habían sido confirmados por autoridad judicial competente y que sus rostros se mostraron con lujo de detalle, Loret dijo que fue pillado por los productores y que él no tenía nada qué ver al respecto.
Nada más que la propia Barranco afirma con testimonios y documentos probatorios que en al menos en trece ocasiones advirtió al periodista que se trataba de un montaje muy burdo y que se estaba saltando todas las exigencias éticas y profesionales del periodismo. A lo que él respondió burlonamente.
Pos, sí; lo que es, es. ¡Llegó la ola Genaro a barrer!
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