Envuelto para regalo
La firma del protocolo sobre el nuevo tratado de libre comercio para la América del Norte, es, indudablemente, un gran logro para los pueblos y gobiernos de los países firmantes. Abre nuevas posibilidades de desarrollo sobre las bases sólidas de la cooperación y la colaboración con una visión progresista de largo alcance. Las buenas intenciones anunciadas en 1994, tendrán candados que las convertirán en obligaciones, especialmente en cuanto a los temas laborales, ambientales y de seguridad.
Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, pueden sentirse satisfechos, pues han logrado un gran acuerdo que consolidará a la región como un gran bloque comercial para competir ventajosamente con Asia y Europa. La gran diferencia entre el Nafta y el T-Mec, es que el primero dio enormes ventajas al sector empresarial para bajar costos con la precarización del trabajo en la nación más débil: México, lo que no volverá a ocurrir porque existen cláusulas precisas que conducirán a la homologación salarial.
Preciosamente, una de las cláusulas relacionadas con la industria automotriz señala que, en una primera etapa, al menos el 30 por ciento de los automóviles deben ser fabricados por trabajadores que ganen más de 16 dólares por hora. Para vigilar el cumplimiento de esta disposición, habrá instrumentos de verificación tripartita que incluyen instancias ajenas a los intereses de cada socio firmante. En otros aspectos, se estimulará la organización sindical y el cumplimiento de las disposiciones legales relativas.
Otra que también tiene la mano alzada en señal de triunfo es la presidenta de la Cámara de Representantes y líder de los demócratas en la misma, Nancy Pelosi, quien hasta el último momento pugnó por la inclusión de los temas laborales en la revisión del tratado comercial, respaldando la postura de los sindicatos que se mantuvieron firmes para forzar disposiciones favorables para garantizar que los empleos estadounidenses no huyan a México. El resultado es que se espera que la T-Mec cree 176,000 nuevos empleos en los Estados Unidos, y que los derechos laborales puedan expandirse en México. Un comité supervisará el progreso de ello, so pena de acciones punitivas.
La observación precisa del nuevo tratado permite identificar cinco puntos claves sobre los que descansa la renovación: propiedad intelectual, productos farmacéuticos, economía digital, protecciones ambientales y laborales. En todos ellos puede afirmarse que México va resultar beneficiado, no porque tenga capacidad competitiva; sino, al revés, porque la asimetría en los avances técnicos y tecnológicos en esas ramas productivas lleva un retraso notable que sólo puede superarse con ayuda.
Desde la perspectiva mexicana, la lucha contra la corrupción que ha emprendido el régimen de la Cuarta Transformación incluye el combate a la piratería, lo que se alinea dentro de los esfuerzos por proteger la propiedad intelectual, de los socios; con el revés que los demócratas en el Congreso asestaron a la poderosa industria farmacéutica, muchos medicamentos estarán disponibles para mejorar la calidad de vida de las poblaciones, y a precios accesibles; por lo que hace a la economía digital, ya se están dando los primeros pasos y seguramente en breve habrá de consolidarse en bien de los usuarios.
Muy deseable es que, ahora sí, se cumplan propositivos iniciales de transferencia tecnológica para la prosperidad compartida. Que deje de haber un grupo beneficiado a costa del deterioro del nivel de vida de las mayorías asalariadas. Y que las empresas trasnacionales dejen de afectar al medio ambiente en aras de brindar mayores ganancias a sus socios, afectando el presente y el futuro de la humanidad.
Con la firma del protocolo, ocurrida ayer en la Ciudad de México, sólo falta que el texto del acuerdo sea revisado, y ratificado por el congreso estadounidense, y por los gobiernos de México y Canadá, a fin de acceder a una nueva oportunidad para avanzar en la solución de los problemas que ha dejado el capitalismo salvaje que no aceptaba reglas ni medidas de protección para las economías débiles apabulladas sin miramiento.
Sigue rindiendo frutos la democracia convertida en gobierno.
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