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El impacto mediático
Puede decirse que la comunicación política emerge de la antigua Mesopotamia, cuando la tradición oral se enriquece con la escritura. Gracias a ella pudieron percibir el mundo que los rodeaba de una manera diferente, y al mismo tiempo construyeron una nueva forma de pensar, asimilar y ordenar como jamás le hubiera permitido el lenguaje hablado. Más de cinco mil años después, los modernos medios de comunicación se ha convertido en poderosa e impune arma de penetración cultural, política y social.
Robert Lansing recomendó a los ansiosos porque se pusiera fin al régimen revolucionario mexicano de justicia social que esperaran, pues bastaba con educar a los jóvenes ambiciosos en el estilo de vida norteamericano para que regresaran, ocuparan puestos de gobierno y entregaran al país sin necesidad de gastar un dólar o disparar un tiro. Ocurrió en la política y la economía; pero, debió complementarse con los medios de comunicación y comunicadores, tanto de los tradicionales como de los modernos.
Para el efecto, durante el régimen de Salinas el gobierno de los Estados Unidos puso en marcha lo que llamó Proyecto de Visitante Voluntario de la Agencia de Información. Mediante éste, captaron a los jóvenes interesados en el periodismo y demás formas de comunicación pública para llevarlos a las aulas universitarias y de escuelas técnicas a fin de que, fundamentalmente, se acostumbraran a su estilo de vida y, luego, aprendieran las técnicas de manipulación masiva para inducir ideas en lugar de informar.
Aparecieron así los López Dóriga, los Loret de Mola, los Riva Palacio y demás plumas al servicio de los intereses de la plutocracia. La televisión, que comenzó siendo un medio al servicio de México y de los mexicanos (Emilio Azcárraga se decía 'soldado del PRI' revolucionario), pronto se convirtió en el más poderoso medio de enajenación mental y cultural, proponiendo las modas del capitalismo salvaje como forma de vida, con desprecio para el trabajo manual y, lo más lamentable, para los trabajadores.
Las técnicas de falsificación de la realidad y las falacias puestas en letras de molde o difundidas por la radio y la televisión, han permitido que los regímenes neoliberales se apoderaran de la riqueza del país acumulada durante 60 años de gobierno revolucionarios; que hayan precarizado el trabajo con la incorporación de la mujer al peonaje y el obrerismo, bajo el engaño de la realización personal; que permita la acumulación de bienes en las 30 familias que pagaron 20 millones de dólares a Salinas para ello.
Así se cumplió la profecía de Lansing y así pudo cumplir la Agencia de Información de los Estados Unidos, creada en 1953 por el presidente Dwight D. Eisenhower, su misión de: "entender, informar, e influenciar los organismos públicos extranjeros promocionando el interés nacional, y ampliar el diálogo entre los estadounidenses, sus instituciones públicas y sus homólogos en el extranjeros; así como agilizar los programas de información en el extranjero del gobierno y hacerlos más efectivos", siendo la organización de relaciones públicas más grande del mundo y gastando 2 billones de dólares por año.
En su manual de operaciones se explica que sus objetivos son: "Explicar y defender las políticas de Estados Unidos para que fueran creíbles y comprensibles en culturas extranjeras. Proveer información sobre las políticas oficiales de los Estados Unidos, los valores y las instituciones que influyen en estas políticas. Traer los beneficios de los compromisos internacionales a los ciudadanos americanos e instituciones ayudándoles a construir una relación a largo plazo con sus homólogos extranjeros; Asesorar al Presidente y a los políticos del gobierno de la forma en la que los comportamientos en el extranjero tendrían una influencia efectiva en las políticas de los Estados Unidos". Objetivos justos.
Lo que no ha sido justo es que los medios y medieros mexicanos hayan pervertido el noble oficio de la comunicación tergiversando la realidad para favorecer al capitalismo salvaje. Informar es una tarea que puede ser simple; pero que encara una enorme responsabilidad. Informar es el relato de hechos de forma escueta y apegada a la realidad, no editorializar ni emitir juicios de valor sobre lo que se cuenta. La tarea editorial es un quehacer posterior que demanda una visión más amplia, enriquecida con la reflexión y la probanza.
Pero, el impacto mediático perjudicial se ha globalizado y ahora existen poderosas cadenas de medios dedicados a crear confusión y apuntalar la tarea depredadora de los organismos internacionales comprometidos con la plutocracia universal.
Ejemplos recientes han mostrado cómo actúan los medios que se apartan de su tarea profesional para convertirse en protagonistas. En primer lugar, las elecciones en Bolivia, en las que Evo Morales ganó la reelección; pero que, la intervención de la Organización de Estados Americanos, que debía estar ahí en calidad de observador, se convirtió en un árbitro y descalificó la jornada comicial dando lugar a la usurpación de la Presidencia y la entrega del país a la oligarquía nacional y extranjera que lo saqueó.
Otro caso es el de las elecciones en los Estados Unidos en donde el candidato por la reelección resultó víctima de los medios conjurados. En primer lugar, se montó la escena del candidato arengando a sus huestes a la toma del Capitolio, utilizando imágenes de dos hechos separados para presentarlos como secuencia y consecuencia. Luego, se bloquearon sus cuentas en las plataformas sociales de la red para evitar que pudiera dar una explicación de lo que estaba ocurriendo y para bloquear mensajes propios.
Al respecto, señala Juan Ignacio García Rodríguez, director del Servicio Electoral de Chile: "Resulta interesante destacar cómo los medios han ido adquiriendo con el paso del tiempo un importante papel al determinar agendas políticas, fijando temas de interés público, que obligan a los partidos y candidatos a seguir esas agendas, muchas veces en contradicción a sus propios intereses. De ahí que el rol de los medios ha pasado a ser en la práctica, como un poder real dentro de cualquier proceso electoral. Resulta evidente que no se está criticando el periodismo partidario que es legítimo, siempre y cuando no distorsione noticias u omita ex profeso otras. Sería injusto pensar que un medio partidario actúe completamente ajeno al interés que lo guía. En todo caso, lo dicho no podría aplicarse a la página editorial de dichos medios que es justamente la que va a reflejar la voz institucional del medio".