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Diciembre, el amor del amor

  • Por: MA. DEL CARMEN BOLADO GARZA
  • 05 DICIEMBRE 2021
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Diciembre, el amor del amor

En diciembre de 2019 apareció un virus letal que pronto se convirtió en una pandemia que a la  fecha sigue trastornando el diario vivir de la humanidad. Aprendimos a tomar medidas para proteger nuestra salud y la de nuestros seres queridos, nos ajustamos a lo que ahora conocemos como “nueva normalidad” y a pesar de limitaciones que nos incomodan es de sorprenderse la enorme capacidad de adaptación que tenemos como individuos, ese sentido de supervivencia que nos lleva a confrontar las adversidades sin dejarnos abatir por las circunstancias.

En esa lucha diaria rescatamos una serie de elementos que nos aligeran la vida, especialmente aquellos que nos traen dulces recuerdos de nuestra tierna infancia y nos alegran y estimulan. Es así como esos elementos se convierten en una tradición que no solo continuamos en nuestras familias por generaciones enteras sino que tanto gobiernos como asociaciones civiles y religiosas rescatan y fomentan a fin de estimular los valores del amor, el respeto, la unión familiar y la solidaridad con nuestros semejantes. Parte de esa tradición es la celebración de las fiestas navideñas o decembrinas. Calles, edificios, almacenes, fachadas de casas y departamentos se llenan de los colores de la navidad, las iglesias y templos celebran sus homilías de acuerdo a las creencias de sus feligreses y el ambiente, aun en el confinamiento es festivo a través de los diferentes medios de comunicación.

Es el encanto único que tiene esta temporada, nuestros sentidos se estimulan con los colores alegres, las luces intermitentes, los cantos y villancicos, el roce de franelas, tejidos y abrigos, las exquisitas viandas que nos ofrecen desde nuestras cocinas hasta la degustación en tiendas departamentales, pero es el olfato el sentido que más se exacerba definitivamente.

Nuestra memoria se activa en forma diferente con cada uno de nuestros sentidos, por ello tenemos una memoria visual, otra auditiva, táctil, etc. pero de todas ellas, la memoria olfativa es la más emocional, esto es debido a que los recuerdos asociados a los olores son más antiguos que los relacionados con la vista o el lenguaje (Psychonomic Bulletin & Review) ya que de acuerdo a estudios publicados en la revista señalada los primeros comienzan a formarse en el individuo antes de cumplir los 10 años de edad, por lo que podemos llenarnos de emoción con los aromas navideños que se fusionan entre sí pero que además tienen la cualidad de conservar su propia esencia que les permite ser distinguidos entre los demás.

Diciembre es un mes con aroma, el de las ramas del pino que decoramos del que emana un aroma de su tronco fresco y que identificamos no solo en nuestro hogar y el de nuestras amistades, sino en los centros comerciales o en las tiendas o simplemente en las calles.

El aroma de las castañas asadas es inconfundible pero aunque no se encuentren castañas en todas partes del mundo, habrá en las calles otros aromas que las sustituirán tales como el de los camotes asados o plátanos también asados, el aroma de los churros y el chocolate caliente que se perciben en muchas cafeterías o el del algodón de azúcar o los tradicionales caramelos.

El mes también huele a nostalgia y a alegría, huele a recuerdos amorosos de los niños que hoy son adultos y de los adultos que ya no están físicamente pero que no salen ni de nuestros corazones ni de nuestros recuerdos.

Los aromas navideños que más conmueven nuestros sentidos, son los aromas que surgen de las cocinas de nuestras abuelas y de nuestras madres, los aromas de los deliciosos platillos tradicionales con los que nos agasajaron en su momento y con los que las esposas, madres y abuelas de hoy agasajan a sus familias para que siempre haya una sonrisa en los rostros de nuestros seres amados.

El olor de la cera derritiéndose de las velas con que decoramos nuestra mesa, el de las luces de Bengala y los fuegos artificiales que en algunas casas aún se acostumbran, el aroma de los diferentes platillos que son típicos en la cena familiar, la ensalada de manzana y nuez, del espagueti o el arroz, las verduras al vapor, el pavo al horno, el gravy, la pierna de cerdo o el jamón Virginia, todo para rematar con unos turrones o un delicioso flan Napolitano o pastel o los siempre bienvenidos buñuelos cubiertos de azúcar con canela, acompañado esto con un rico chocolate caliente o café o con esa mezcla de frutas aromáticas con canela, anís y vino de un exquisito ponche.

Diciembre es el aroma del amor, en ninguna otra temporada del año se conjugan tantas y tan intensas emociones como en esta, esos aromas nos rodean, nos invaden, nos penetran y se quedan en lo más profundo de nuestro ser con recuerdos hermosos de nuestra infancia con nostalgia por el pasado, abrazando este presente incierto pero pleno del amor de los nuestros y con la esperanza perenne de que estas hermosas tradiciones se conserven hasta el final de los tiempos, que siempre haya un arbolito adornado, que siempre haya una luz que alumbre nuestro camino, que siempre haya el olor del amor que nuestras abuelas y madres han dejado en cada platillo que nos han preparado… eso, que siempre haya esperanza de que es y será el amor la fuerza vital que nos conmueva y nos una como hermanos, no solo entre las familias, sino entre los amigos, los vecinos, los paisanos y el género humano en general.

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