¿Pos´cuál, tú?

El merolico Vicente Fox, victimario de la democracia, dijo casi para dejar los bártulos de la presidencia, que: "Yo, ya puedo decir lo que sea; voy de salida". El actual titular del Poder Ejecutivo no lo dice, lo hace. Cada día de Dios sorprende con alguna puntada novedosa que deja ir con la mayor de los desparpajos en las fastuosas ceremonias que hace para lucimiento propio, o en sus paseos por el mundo en el avionzote a todo lujo.

En una fecha tan simbólica a nivel universal, como es el Día Internacional del Trabajo, se levantó de la cama para subirse a la nube rosa y dejar salir de su ronco pecho: "Los mexicanos debemos asegurarnos de mantener la confianza que los empresarios tienen en el país, y que con tanto esfuerzo hemos construido a lo largo de muchas décadas. No olvidemos que el mayor activo para generar empleos es la confianza; la confianza que México proyecta dentro y fuera del país. Confianza basada en nuestra convicción de ser una economía abierta, que quiere y puede competir en el mundo".

Desde luego, son palabras que integran el discurso presidencial a la campaña política y tienen un destinatario inequívoco, lo que podría estar bien, aunque no resulte ser tan ético; pero, ya se sabe que en la guerra y en el amor, todo se vale. Lo cuestionable es la falta de veracidad. De ninguna forma corresponde a la realidad porque lo que el presidente ha dilapidado lastimosamente es la confianza con que fue recibido por muy amplios sectores de la sociedad mexicana y no pocos medios importantes del exterior.

El agandalle del sector energético para entregarlo a las empresas trasnacionales, no le generó confianza; sino un repudio casi global por hacer más ricos a los muy ricos, con la miseria de los pobres. Tan pronto como entraron en vigor las llamadas reformas estructurales, el nivel de confianza dentro y fuera del país en su administración se desplomó. El informe ´Panorama de la sociedad 2016´ de la OCDE, así lo demuestra.

En su libro Mitos y mentadas de la economía mexicana, el escritor y periodista docto en temas de economía, Jacques Rogozinski, dice que: "Todos los días leemos, vemos y escuchamos a la prensa y a expertos repetir que dos de las principales causas del bajo crecimiento económico de México son la corrupción y la impunidad. El único culpable: el gobierno, los servidores públicos. Sin embargo, el problema del bajo crecimiento económico en el país es mucho más complejo. Uno de ellos, el relacionado con los efectos de los bajos niveles de confianza interpersonal de toda la sociedad mexicana. En México no sólo se desconfía de los gobernantes sino de la sociedad en su conjunto".

La falta de confianza en las instituciones, se ha trasladado a la sociedad, que no confía en la gente con la que trata. Si más del 98 por ciento de los delitos que padece la gente no sólo no se resuelven, ni siquiera se investigan; no puede haber confianza en las autoridades que han sido designadas y cobran para cumplir el papel de protectores de la comunidad. 

Con motivo de la celebración del centenario de la Constitución, en una entrevista, el exministro de la Suprema Corte,  José Ramón Cossío, expresó que: "Creo que se tienen que tomar medidas muy serias para recuperar la confianza. Esto pasa por atender problemas muy severos como la corrupción y la impunidad. Se necesita una acción del Gobierno para legitimarse políticamente. Esta se obtiene actuando con el ejemplo".

A nivel internacional, la firma ATKearney, que mide el Índice de Confianza para la Inversión Extranjera Directa, señaló que México ocupa, por segunda ocasión, el lugar número 17 entre 25 países de su mismo nivel; pero, además agrega que el país viene descendiendo en este Índice desde 2010, cuando se encontraba en la posición ocho. Entre los países socios del Tratado de Libre Comercio, Canadá subió tres posiciones, en comparación con el Índice de 2017. En tanto, Estados Unidos se mantuvo en el primer lugar.

 Tons´, ¿pos´cuál confianza, tú?