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Liberen la vacuna
Los gobiernos tienen el enorme reto de proporcionarle a la población las mejores condiciones para lograr en el más corto plazo de tiempo posible la vacunación, de forma que se alcance la llamada "inmunidad de grupo" que cortará la cadena de contagios y podrá suponer, una vez que se logre, una disminución drástica de las personas afectadas por el virus
Una vez que los científicos han logrado dar con un conjunto de vacunas para combatir al Covid-19, la humanidad ha entrado en una carrera contra el tiempo. Cada día que pase va a aumentar el número de personas vacunadas, protegiéndolas de los riesgos que trae consigo el coronavirus.
Los gobiernos tienen el enorme reto de proporcionarle a la población las mejores condiciones para lograr en el más corto plazo de tiempo posible la vacunación, de forma que se alcance la llamada "inmunidad de grupo" que cortará la cadena de contagios y podrá suponer, una vez que se logre, una disminución drástica de las personas afectadas por el virus.
La idea de que el gobierno tenga el monopolio de la vacunación no es el ideal, desde mi punto de vista. No solamente porque debe hacer frente a un proceso de refrigeración muy complejo para el cual no es seguro que esté bien equipado (al menos la vacuna de Pfizer-Biontech requiere de unos menos 70 grados de temperatura), sino porque es indispensable sumar el mayor número posible de recursos humanos en la aplicación del esquema de doble dosis que van a requerir la mayoría de las vacunas. Hoy es más relevante que nunca darnos prisa y remar todos juntos para salir del enorme problema en el que estamos instalados.
La liberalización de la vacuna hablaría muy bien del gobierno federal, pues implicaría el reconocimiento y el respeto de la autonomía de cada persona: quienes quieran acudir a los hospitales privados y pagar, que lo puedan hacer; quienes decidan esperar a la disponibilidad de los hospitales públicos, que lo hagan de esa manera. Nadie pierde, todos ganamos. No le encuentro ningún problema a esa lógica elemental.
El verdadero problema va a ser esperar muchos meses a que desde el gobierno se alcance un número óptimo de personas vacunadas.
El tiempo apremia. Luego de tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta angustia colectiva, la gente merece un voto de confianza, para que se pueda finalmente ver la luz al final del túnel. La economía no puede esperar dos años más. Las personas necesitan salir a trabajar a la brevedad posible. Las empresas están urgidas de retomar sus actividades. Por eso es que es indispensable que el gobierno autorice a los particulares esquemas de importación y suministro de las vacunas a la brevedad.
Todos estamos en el mismo barco. No debe haber distinciones entre mexicanos. El gobierno debe hacer su tarea, pero debe también reconocer que se requiere el apoyo de todos. Solamente trabajando juntos saldremos adelante.