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La tozudez
En un mundo tan confuso y confundido, muy pocas cosas son lo que parecen, de ahí la importancia de que haya gente con poder y representatividad que se empeñe en poner los puntos sobre las íes y de esta suerte abrir un poco de espacio al sentido común y a la sensatez. Muchos y muy graves problemas podrían encontrar solución si en los Estados Unidos no persistiera la obstinación de ver a los migrantes indocumentados como un problema y no como una solución a la catástrofe que se ve venir.
Antes de la pandemia, importantes estudiosos de la economía real, como Ethan Lewis, profesor adjunto de Economía en Dartmouth College, opinaban que: "De hecho, los beneficios de la inmigración provienen de la especialización ocupacional. Los inmigrantes que están relativamente concentrados en trabajos menos interactivos y más manuales dejan el camino libre a los originarios para que se especialicen en lo que son relativamente buenos: trabajos que requieren una comunicación intensa".
Solamente la tozudez de sectores cerrados sigue afirmando que el expresidente Donald Trump tenía razón al argumentar, para justificar su propuesta de deportar a 11 millones de inmigrantes que viven en el país sin papeles, que los trabajadores indocumentados que llegan a través de la frontera sur resultan una amenaza para los trabajadores estadounidenses. Crear un sistema de puntos que garantice que sólo puedan entrar los inmigrantes de alto nivel educativo, puede ser bueno en el papel; pero, no en la realidad.
Esa percepción se derrumbó estrepitosamente frente a los resultados del estudio basado en datos del Censo Oficial en el que Jennifer Hunt, profesora de Economía en Rutgers, estimó que por cada punto porcentual en que aumentó el número de inmigrantes de poca educación, aumentó 0,8 puntos porcentuales la proporción de la población nacida en Estados Unidos que terminó el bachillerato. El efecto es incluso mayor en el caso de las minorías. De igual forma, los trabajadores poco calificados dieron pie a la creación de nuevas empresas altamente exitosas propiedad de nativos.
Sin una estancia legal avalada con documentos oficiales y sin hablar inglés, los recién llegados podrían suplantar a sus pares estadounidenses en los trabajos manuales: digamos, lavar platos. Pero no podrían trabajar en empleos que requieren comunicación con los consumidores y los proveedores. Estos siguen reservados para los nacidos en Estados Unidos. Y en la medida en que las empresas invierten para aprovechar la nueva fuente de mano de obra barata, también generan nuevas oportunidades de empleo para los nativos en puestos de trabajo que dependan de las capacidades de comunicación directa y fluida.
De hecho, habría que decir que, independientemente de su estatus migratorio, la industria agrícola estadounidense depende, en gran medida, de los trabajadores mexicanos, tanto inmigrantes como nacidos en EU, según reflejan datos de la organización Partnership for a New American Economy recogidos a partir de cifras oficiales de 2016. En otros sectores, como la construcción, la hotelería y recreación, los mexicanos ocupan un 19,5 y 14,5% de los empleos, respectivamente. En la minería, ocupan el 6,3% de los empleos y el 5,6% en el sector de servicios generales, que incluye negocios como talleres de reparación de automóviles, salones de belleza, lavanderías, funerarias, mantenimiento, etc.
Ante esa realidad, el presidente Joe Biden se ha mostrado interesado en encontrar una solución a lo que viene siendo un conflicto inducido por una mala percepción. Además de reconocer la contribución de los trabajadores migrantes, ha encomendado a la vicepresidenta y líder de la Cámara de Senadores, Kamala Harris, atender el problema y encontrar soluciones a corto plazo. Harris ha dicho que: "Cuando hablamos de lo que ocurre en la frontera, no perdamos de vista el hecho de que estamos hablando de seres humanos", palabras expresadas en El Paso, Tx., durante el recorrido que realizó el mes pasado.
Luego de entrevistarse personalmente con niñas migrantes provenientes de Centroamérica, dijo: "Ellas han huido de peligros muy grandes allí, estaban sin sus padres; pero, también llenas de esperanza". Esperanza que comparten todos los seres humanos de buena voluntad que saben que no puede haber progreso sin bienestar compartido. A fin de cuentas, los trabajadores migrantes no van a despojar a nadie de lo que legítimamente les corresponde; por el contrario, van a contribuir para que EU salga avante de la pandemia.
Harris reconoció que Estados Unidos necesita "una reforma migratoria" y que "el Congreso debe actuar".