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La prensa y sus crisis
Algunos piensan y creen que hablar de la prensa, al menos en Tamaulipas, es un tabú.
Primero porque a diferencia de otras regiones, Tamaulipas, según la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, está consideradas como una de las zonas silenciadas en el mundo; es decir, donde pasa todo, y no se dice nada. Pero además, los medios y el gremio periodístico en general enfrentan una crisis de supervivencia aguda. La llegada de las redes sociales, vinieron a romper el monopolio de la información que mantenían los medios tradicionales y pusieron al alcance de la sociedad las noticias y la información; pero también la desinformación.
Todo esto, debilitó las estructuras financieras de las grandes empresas que empezaron a sufrir apremios económicos. Primero porque el acceso a las bolsas de publicidad, preferentemente de las entidades públicas, se redujeron hasta un 80 por ciento, que obligó a estas a ajustar sus plantillas y nóminas, provocando despidos y cierres. También porque muchos de los recursos publicitarios fueron acaparados por las poderosas plataformas digitales como Facebook y twitter, quienes injustamente comercializan los contenidos periodísticos sin cubrir derechos de propiedad.
Un reciente estudio sobre medios, que hizo el gobierno de la Cuarta Transformación, revela que en los últimos cinco años, habrían cerrado 230 empresas de comunicación en el país, quedando en el desempleo más de dos mil trabajadores de la información, incluyendo diseñadores, correctores, publicistas y prensistas, entre otros.
La migración de los medios a las plataformas digitales, ha sido compleja. Ahora trabajan con menos personal y menos insumos, como papel, tintas, láminas, pero la precariedad y crisis continúan.
Hasta la fecha, al menos en Tamaulipas, las grandes empresas se resisten a cerrar "sus impresos" porque consideran que estos todavía son un instrumento para negociar buenos convenios de publicidad.
La otra crisis que enfrentan los medios y los periodistas, es su credibilidad. Son pocos los que la mantienen, y la sociedad misma, erróneamente ha depositado toda su confianza en las redes sociales.
Decir o escribir la verdad, al menos en Tamaulipas, es un riesgo, por eso, como se anotaba al principio, el Estado es una "zona silenciada". Los adversarios o enemigos de los medios son algunos grupos tácticos, y algunos gobiernos que les incomoda la libre expresión. Las mismas redes sociales, con su libertinaje, enjuician ligeramente y sin bases a un sector de la prensa que mantiene el compromiso de informar lo que pasa.
La prensa en el mundo, en México y por supuesto en Tamaulipas está metida en un laberinto que es necesario salvar; para eso se requiere del apoyo de una sociedad civil organizada y una autoridad comprometida con el respeto a la libertad de expresión y el acceso de la sociedad a la información. Porque está probado históricamente que sin libertad de prensa, no se puede tener jamás una democracia plena.
¿Qué hacer ante estos escenarios?, ¿Cómo generar una esperaza y motivar un cambio para la prensa y sus actores?, sobre todo cuando se arrastran casi 30 años de silencios y oscuridad informativa, y más de un decenio de desprecios y maltratos.
En la víspera de una cambio de gobierno, la próxima administración estatal, sea del color que sea, está obligada a revisar este complejo escenario, sobre todo a transparentar la vida pública; que se sepa todo. Incluso que se haga un recuento de los daños y que se haga la luz informativa.
Que haya un compromiso real del Estado con la Libertad de Expresión, que haya garantías reales para que los medios y los periodistas ejerzan el oficio, y que los presupuestos para la Comunicación Social se apliquen con transparencia, sin vicios, ni privilegios.
Después de todo lo que ha pasado, la seguridad y la dignificación de la prensa, es uno de los retos que tendrán los próximos gobiernos. La tarea no es fácil.