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La hora de la solidaridad
Es claro que una parte importante de la sociedad mexicana no alcanza a entender los propósitos de la austeridad republicana y persisten en defender o reclamar los privilegios, algunos de ellos tan absurdos como inmerecidos, que tuvieron durante la época del capitalismo salvaje; se trata, por igual, de mala fe y de ignorancia. No falta quien habla de socialismo y hasta de comunismo sin entender cabalmente lo que ambas ideología implican. La realidad es que México trabaja para librar los efectos de la crisis que viene.
No hay una fecha precisa de la hecatombe; pero, tampoco estudioso serio de la economía que pueda negarla. La fabricación constante de dinero sin el respaldo del Producto Interno Bruto, conduce al alza de los indicadores inflacionarios. Por ello, fue bueno que durante los primeros dos años de la actual administración, la inflación haya sido menor a la tasa objetivo del 3 por ciento; sin embargo, en este año se espera que ronde el seis % como consecuencia de la pandemia y la reactivación de la economía.
No ocurre lo mismo en otros países en que se ha recurrido al déficit fiscal y al endeudamiento, los dos enemigos de las finanzas sanas. Para evitar el efecto cucaracha, el Banco de México decidió elevar las tasas de interés en junio, para situarlas en 4.25 por ciento, lo que puede considerarse en términos de la macroeconomía, como manejable. El gobierno, a través de la Secretaría de Hacienda y del Banxico está haciendo lo correcto, no así otros sectores de la economía que desconocen y no temen a la inflación.
Cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer que habría precio oficial del gas licuado propano, tanto por kilo como por litro, los distribuidores mantuvieron sus ganancias por la vía fácil de reducir las comisiones a los repartidores, generando una ola de protestas. Afortunadamente, las instancias oficiales operaron eficazmente y el conflicto se subsanó. Así como en este caso, muchos de los grandes empresarios siguen acumulando utilidades sacrificando a los de abajo.
Acostumbrados a las ganancias fáciles y rápidas, muchos de los hombres de negocios del capitalismo salvaje, olvidaron el esfuerzo por ganar mercados y competir en igualdad de circunstancias, han perdido la garra que otros mantienen vigente, por lo que no sería remoto que pronto sean desplazados con bienes y servicios innovadores, a precios razonables y altos niveles de calidad. El proteccionismo que se considera característica de las economías estatizadas, lo fue en realidad del neoliberalismo.
Si para finales de año se espera una inflación de alrededor del 6% y un crecimiento de la economía del 8.5, según las fuentes enteradas, entonces, habrá un crecimiento real del PIB del 2.5 por ciento, que podría tomarse como similar al promedio de los últimos 30 años, nada más que ahora será en términos reales. A pesar del repunte en el número de casos de Covid-19 en México, las actividades han comenzado a reabrirse en la segunda mayor economía de América Latina. "Como ha sido el caso recientemente, los servicios básicos son la principal fuente de preocupación debido a los constantes incrementos en las tarifas aéreas y los restaurantes", dijo Gabriel Lozano, economista del J.P.Morgan.
Para evitar que la inflación se desboque, ha llegado el momento de poner los pies en la tierra y dejar de llorar por lo que se fue, para ver el venturoso panorama que se avizora en México en vísperas de que la mayor parte de los países entren en una nueva crisis de la que difícilmente podrán librarse por el camino trillado de medidas irresponsables que pretendan cargar todas las pulgar al can más famélico, como ha venido ocurriendo. La propuesta es: crecimiento con desarrollo compartido, no de agandalle.
Tampoco hay que caer en la ingenuidad de creer que los efectos de la falta de solidaridad en los trances difíciles no necesitan ser vistos para ser determinantes. Lo seguirán siendo mientras haya capitalismo. Quizá por ello los filósofos normativistas y los economistas convencionales siguen perpetuando una visión que en nada se adecúa al mundo contemporáneo, cuya supervivencia no es más que un vestigio engrosado por quienes carecen de experiencia histórica o confunden las anécdotas con la historia.
La solidaridad que los mexicanos demostraron durante la mayor parte del siglo XX, cuando había siempre una mano tendida para ayudar al otro, debe ser, nuevamente, el camino por el cual se encauce la recuperación. El egoísmo fue una forma de vida sembrada para fertilizar el suelo mexicano a fin de que las raíces del capitalismo salvaje y despiadado se fortalecieran para producir sus frutos amargos.