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La historia cíclica
Toneladas de tinta se han gastado en pro y en contra de la idea de la historia cíclica, esto es, la historia que se repite de tanto en tanto. El punto final es la lucha de clases. Mientras no se logre una sociedad justa y solidaria, en la que cada quien tenga lo que le corresponda y reciba lo que necesita cuando no puede tenerlo por su esfuerzo propio, no habrá equilibrio y los factores de la producción seguirán en la pugna permanente porque el crecimiento económico se traduzca en un desarrollo compartido y decente.
La historia se repite; lo que no se repiten son los hechos históricos. La historia no deja de sorprender con eventos que no son los mismos, pero se parecen mucho. Por ejemplo: don Benito Juárez fue electo presidente de la República el 11 de junio de 1861. Decreta leyes avanzadas como la de libertad de imprenta, la secularización de hospitales e instituciones de beneficencia, que se habían convertido en lucrativos negocios particulares desde los cuales se hacía política en contra del gobierno liberal. Expulsa al nuncio papal Luís Clementi y los embajadores de Guatemala y España quienes apoyaban a los conservadores.
Ante el Congreso dijo el presidente Juárez: "En cuanto a la expulsión del delegado apostólico, no hay en ella ni cuestión diplomática, ni ataque a la libertad religiosa. Con el gobierno temporal de Roma, la República conservará las mismas relaciones que con las otras potencias, y las leyes que aseguran la libertad de cultos, no se oponen a que los católicos residentes en el país mantengan libres relaciones con el jefe de su religión, pero sólo en lo espiritual". Por otra parte, adopta el sistema métrico decimal.
Era el segundo periodo de Juárez en el gobierno y las circunstancias no eran buenas. Dentro y fuera había acechanzas que hacían temblar la República, luego de los desastrosos gobiernos de Santa Anna y los conservadores. El ejército conservador, se convirtió en un enjambre de gavillas que tenían al país sumido en un clima de violencia e incertidumbre logrando asesinar a los jefes más destacados de las fuerzas armadas liberales, entre muchos otros a Leandro Valle, Melchor Ocampo y Santos Degollado.
Pero, viene a resultar que, a pesar de la gran inestabilidad política, con 55 diputados de la Cámara Baja que piden su renuncia inmediata, contra sólo 61 que lo apoyan, logró mantenerse en el poder, aplicar los preceptos de la Constitución del 57 y avanzar a pasos agigantados en la transformación del país para ponerlo al día. Sereno en el ejercicio de la encomienda que le otorgó la voluntad popular, luchó contra la desobediencia civil convocada por el clero y azuzada por los conservadores y aristócratas.
El 17 de julio de 1861, decreta: "Desde la fecha de esta ley, el gobierno de la Unión percibirá todo el producto líquido de las rentas federales, deduciéndose tan sólo los gastos de administración de las oficinas recaudadoras, y quedando suspensos por el término de dos años todos los pagos, incluso el de las asignaciones destinadas para la deuda contraída en Londres y para las convenciones extranjeras". Explicó a los representantes oficiales de los gobiernos de Francia e Inglaterra que; "Salvar a la sociedad y reorganizar nuestra hacienda, para poder satisfacer más adelante nuestros compromisos con la debida religiosidad, es el objeto que nos ha guiado a decretar la suspensión". Eso provocó la invasión francesa.
En abril de 1864, los conservadores trajeron de Miramar a un emperador apoyado por las bayonetas del ejército francés: Fernando Maximiliano de Habsburgo, quien llega a México el 28 de mayo siguiente. La ambición de Napoleón III veía en México la posibilidad de establecer una sede de lo que habría de ser el gran imperio latino en América. Los caudales aportados por la Iglesia, la aristocracia, y los países interesados en contener la avanzada de las ideas liberales y republicanas en México, lograron triunfar.
Maximiliano invitó a Juárez a unirse a su imperio; pero, Juárez rechazó la propuesta: "Soy el llamado a mantener la integridad nacional, la soberanía y la independencia... Los traidores de mi patria se presentaron en comisión para ofrecerle la corona de México... Es dado al hombre atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad; hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará". Ante la imposibilidad de un acuerdo, Maximiliano dicta medidas crueles contra los juaristas, como la ley marcial de juicio sumario.
Los hechos históricos no se repiten; pero, la historia se empeña en dar la impresión de repetirse de tanto en tanto.