Editoriales

La desobediencia civil

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 12 JULIO 2020
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La desobediencia civil

En los tiempos en que una tropilla de palurdos intenta frenar la recuperación de los principios que dieron grandeza a México y bienestar a los mexicanos, defendiendo intereses bastardos, crecen y se agigantan las obras de los hombres notables que han legado a la humanidad rumbos y modos para hacer de la vida un constante bregar en pos de la perfección. Cuando a uno de esos talentos preguntaron el porqué de su infinita curiosidad por lo que le rodeaba, respondió: "¿Y qué otra cosa hay en la vida?".

No lo dijo al azar; Thoreau nació en Concord, Massachusetts, el 12 de julio de 1817. Ingresó a la universidad de Harvard en 1833 y egresó cuatro años después. Durante algún tiempo trabajó como profesor y tutor en Concord y en Staten Island. En agosto de 1839, realizó un viaje de una semana por los ríos Concord y Merrimack con su hermano John. El resultado de este viaje se conoció como A Week on the Concord and Merrimack Rivers, en el que anticipa sus preocupaciones de una relación mística con la naturaleza y el espíritu de la vida; amor por lo salvaje en la naturaleza y la independencia en las personas, y la convicción de que estas pueden redirigir su vida de forma simple y satisfactoria.

Henry David Thoreau, a quien se reconoce como poeta, filósofo, ensayista, autobiógrafo, diarista, traductor, escritor, abolicionista, autor, naturalista y ecólogo, debe ser honrado como el autor de la corriente humanista que ha nutrido el pensamiento de los hombres que entregaron su vida para garantizar a cada ser humano el derecho a una vida libre y digna, en armonía con todas las criaturas. Sus dos obras mayores, A Week on the Concord and Merrimack Rivers y Walden han marcado nuevos rumbos en la historia. Poco después de su muerte, se publicaron tres libros adicionales editados por su hermana Sophia y su amigo William Ellery Channing: una colección de sus ensayos de viaje titulados Excursions (1863), The Maine Woods (1864) y Cape Cod (1865).

Es Walden, publicado en 1854, un ensayo de prosa creativa, un manual de buena vida, de crecimiento personal, de ayuda a la individualización del ser humano, en el que cuestiona las instituciones, la sociedad como establecimiento solo de mercado. El libro recoge su amor por la vida libre y por la necesidad de preservar la naturaleza en armonía con el hombre. Viene a resultar un gran elogio de lo cotidiano y de la dignidad frente al abuso del poder, que en los tiempos que corren se hace más válido que nunca.

Quizá no sea necesario; pero, habría que decir que Thoreau al defender la individualidad del hombre frente a las instituciones, frente al Estado, no hace referencia a lo que actualmente se entiende como 'democracia', esto es, el Estado y sus instituciones al servicio de una élite plutocrática que vive de la explotación de quienes sólo tienen sus manos para llevar la gorda a la casa. Thoreau tenía muy claro que la Justicia estaba por encima de la Ley. No dudó en apoyar acciones al límite de lo legal o ilegales que buscaban una mejoría en las condiciones sociales y en la vida cotidiana de todas las personas.

Esto se define con mayor claridad en su ensayo, La desobediencia civil, en la que dice: "En la práctica, quienes se oponen a una reforma en Massachusetts no son cien políticos del Sur, sino cien mil comerciantes y granjeros del Norte, quienes están más interesados en el comercio y la agricultura que en la humanidad, y no están preparados para hacer justicia a los esclavos y a Méjico, cueste lo que cueste. Yo no lucho con adversarios lejanos, sino en contra de quienes, aquí mismo en casa, cooperan y licitan por los que están lejos, y sin los cuales estos últimos serían inofensivos"...

Y, luego agrega para escuchen los de orita: "Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas; pero las mejoras son lentas, porque los pocos no son ni materialmente más sabios ni mejores que los muchos. No es tan importante que muchos sean tan buenos como usted, como que haya alguna bondad absoluta en alguna parte, porque ella será la levadura para todo el conjunto. Hay miles de personas que se oponen a la esclavitud y la guerra, pero sin embargo no hacen nada para terminarlas; hay quienes, considerándose hijos de Washington y Franklin, se sientan con las manos en los bolsillos, y dicen que no saben qué hacer, y no hacen nada; hay quienes, anteponen el asunto del libre comercio al de la libertad y leen muy calmados las cotizaciones junto con los últimos informes sobre Méjico, después de la cena, y hasta se quedan dormidos sobre ellos".

Durante su vida, Thoreau también publicó ensayos en varias publicaciones periódicas. En general, eran de tres tipos: ensayos de viaje como "A Yankee in Canada", ensayos de naturaleza como "Walking", y ensayos sociales y políticos como "Vida sin principio" y "Desobediencia civil". Esos ensayos se recopilan en la edición estándar "Walden" de los escritos completos de Thoreau, y los mejores están generalmente disponibles hoy en día en colecciones de bolsillo. Thoreau también incursionó en las traducciones y ocasionalmente publicó en The Dial sus traducciones de poesía griega y romana. Quizás la mayor obra literaria de Thoreau, sin embargo, es su diario, que mantuvo durante la mayor parte de su vida adulta y que está disponible en los últimos catorce volúmenes de la edición "Walden" de sus escritos recopilados.

Una parte de la revista de 1840 a 1841 se omitió de los escritos recopilados, pero más tarde fue editada y publicada por Perry Miller en Consciousness in Concord (1958). Tampoco se incluyeron en los escritos recopilados partes del diario que trataban sobre el primer viaje de Thoreau a Maine y partes que el mismo Thoreau recortó para usar en sus libros. La Princeton University Press reunió las revistas de Thoreau de una manera más unificada en Journal, una edición de siete volúmenes publicada entre 1981 y 2002.

El párrafo final de Desobediencia civil dice, para que lo entiendan los que se aferran a sus privilegios: "Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte".

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