Editoriales

En Busca del Tiempo Perdido

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 10 JULIO 2020
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En Busca del Tiempo Perdido

Las crisis son, por igual, la cripta de los sueños o el crisol de la grandeza humana. Son un alto en el camino para evaluar el resultado de los afanes, rectificar los rumbos o agachar la cabeza para seguir adelante, como las acémilas. La humanidad que he llegado a la segunda década de la vigésima primera centuria de la Era Cristiana, está viviendo los estragos de una pandemia que durante mucho tiempo fue anunciada por heraldos celestiales y telúricos. Agotadas las voces más brillantes, la naturaleza habló.

Y, como asegura el viejo y conocido refrán, muchos "ven la tormenta y no se hincan". Junto a la gente que sufre los efectos del coronavirus, la saturación de los servicios médicos y la escasez de medicinas, están los mercachifles del dolor humano, los buitres que sacan provecho para acumular mayor riqueza especulando con el dolor y la muerte. Junto al esfuerzo heroico de quienes se han entregado en cuerpo y alma a atender los problemas de salud de los pacientes y mitigar la pena de su familia, están los otros.

Al margen, está el confinamiento propuesto como alternativa eficaz para evitar una mayor propagación del agente patógeno. También, el aislamiento ofrece dos alternativas: puede ser el reforzamiento de las conductas perniciosas que han vuelto sedentario al ser humano (a tal grado que hace deporte desde la cama o el sillón, con una ´chela´ en una mano y frituras en la otra), o la ocasión para volver a repasar los libros viejos que tanto han enriquecido las vidas de sus lectores, y volver a las ideas más luminosas.

Releer a Marcel Proust y su colosal obra dividida en 7 partes separadas y unidas al mismo tiempo. En Busca del Tiempo Perdido marca un hito en la literatura del siglo XX por cuanto hace una profunda reflexión acerca de El amor y los celos, ilustrados especialmente en la relación entre Swann y Odette, así como en la que el narrador tiene con Albertina; la importancia del arte en todas sus formas: pintura, música, literatura, teatro, arquitectura, escultura (habría que agregar ahora el cine); la condición existencial y la subjetividad esencial que la constituye; la relación entre tiempo y memoria; los distintos ámbitos y esferas sociales que contrastan entre sí, como la familia y los amigos, la ciudad y el pueblo, los salones burgueses y los aristocráticos; la homosexualidad. Temas tratados con mucho sentido humano.

Si repasar el texto magistral: "Como a mi abuelo le habían prohibido los licores, mi tía para hacerla rabiar (porque había llevado a la familia de mi padre un carácter tan diferente, que todos le daban bromas y la atormentaban), le hacía beber unas gotas. Mi abuela entraba a pedir vivamente a su marido que no probara el coñac; enfadábase él y echaba su trago, sin hacer caso; entonces mi abuela tornaba a salir, desanimada y triste, pero sonriente sin embargo, porque era tan buena y de tan humilde corazón, que su cariño a los demás y la poca importancia que a sí propia se daba se armonizaban dentro de sus ojos en una sonrisa, sonrisa que, al revés de las que vemos en muchos rostros humanos, no encerraba ironía más que hacia su misma persona, y para nosotros era como el besar de unos ojos que no pueden mirar a una persona querida sin acariciarla apasionadamente". Asuntos cotidianos tratados con ternura.

Con frecuencia se dice que Proust ( nacido en París, el 10 de julio de 1871) fue testigo y retratista de su tiempo; eso sería injusto si no se le reconoce su genio creador como poeta, filósofo y estilista. En las cerca de 2.800 páginas de "En busca..." se encuentra algo que solamente un verdadero artista puede lograr: ser veraz sin ser frío, narrar de modo sinestésico las formas múltiples de lo vivido en sus diversos planos: imágenes, olores, sabores; pero también detallando gestos, inflexiones de voz, actitudes corporales de los actores. Y todo eso filtrado por la reflexión, la inteligencia, la ironía sabrosa de un escritor que confiesa algunos de sus pecados sin juzgar los de los demás. Creación literaria, pues.

En estos días de confinamiento, caería como anillo al dedo la idea de Proust acerca del Tiempo Perdido que algunos críticos han entendido como el tiempo pasado. Nada que ver, el tiempo perdido es para el autor las horas que se ocupan en la tarea de llegar a la verdad de las cosas, fijándose en cada detalle. Es algo contrario a la prisa con la que el hombre vive una vida superficial, intrascendente y acaso falsa.

En Busca del Tiempo Perdido en realidad es una búsqueda de la verdad. Si se llama en busca del tiempo perdido es solamente en la medida en que la verdad tiene una relación esencial con el tiempo. Tanto en el amor como en la naturaleza o en el arte, no se trata de placer sino de verdad, O más bien es que no existen sino los placeres y las alegrías que corresponden al descubrimiento de la verdad.

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