Editoriales

Jugar con el escore

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 09 JULIO 2020
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Jugar con el escore

En los tiempos aquellos en que niños, jóvenes y adultos iban a las canchas, las pistas y los campos para hacer deporte, era común, en los de competencia y de conjunto, que los managers definieran estrategias de acuerdo a las características y habilidades del equipo rival. Ya avanzado el juego y vistos los recursos de cada quien, se atenían a su capacidad de percepción para ´jugar con el escore´, esto es, de acuerdo al puntaje, a la posición de los jugadores, a las circunstancias y a los tiempos reglamentarios.

Todavía no llegaban las costumbres de hacer deporte viendo la televisión con una caguama en la mano y hartas frituras al alcance. Dependiendo de la experiencia y la sensibilidad del manejador, eran los resultados. Así, exactamente, ocurrió con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la Casa Blanca para entrevistarse con el presidente Donald Trump. Llevaba una estrategia previa; pero a la hora de sentarse frente a frente, jugó con el escore y logró resultados altamente positivos para el país.

Las voces agoreras del desastre y críticas de la visita, se quedaron con un palmo en la nariz, porque todo ocurrió de manera tersa y amistosa. Fue un encuentro de iguales, pero diferentes. Esto es, de dos presidente de repúblicas soberanas con igual nivel de representatividad; pero, con estilos de gobernar distintos. Uno cree en una filosofía pragmática, dice en su libro, El Arte de Negociar: "Negocia con los peces gordos, cualquiera que no es el dueño o CEO no está dispuesto a trabajar duro por un buen trato".

El otro es un político con una filosofía humanista que conoce el valor de los principios: "Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie"; "No le vamos a fallar al pueblo de México"; "El que aflige se afloja, y no nos vamos a aflojar". Visto el escore en México por los estragos que provocaron a la economía la corrupción y la irresponsabilidad de los gobiernos previos, con el agregado de la pandemia, entendió que debía ir a los Estados Unidos para fortalecer las bases de un acuerdo recíproco.

Lo hizo con austeridad republicana, viajando en un avión comercial con un reducido grupo de funcionarios. comunicadores y empresarios; cumpliendo, como cualquier pasajero internacional, con todas las reglas que se aplican en cada lugar. Se apegó con sencillez al protocolo y ceremonial que se usan en la capital de los Estados Unidos; pero, en ningún momento dejó de ejercer con responsabilidad y dignidad la representatividad de presidente de los mexicanos. Espontaneidad que fue bien recibida.

En la conferencia conjunta, fue evidente la simpatía y la cordialidad entre los dos presidente. Trump dijo que fallaron los pronósticos de los malquerientes y expresó que: "Han aprendido a no apostar en contra de nosotros". Fueron palabras cálidas de un Trump muy diferente al que acostumbra presentar la prensa de los Estados Unidos. Destacó que el nuevo tratado comercial abre un futuro muy promisorio.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que el T-MEC: "Es una muy buena noticia para los habitantes de los tres países. Este tratado tiene dos elementos nuevos que ayudan a integrar más la región y a potenciarla; primero, se establece que las mercancías que se produzcan en nuestra región, en América del Norte, deben de tener un elevado contenido regional, es decir, aunque se trate de autopartes, aunque se trate de cualquier artículo de consumo, tiene que llevar algo que se produzca en Canadá, en México y Estados Unidos. El otro elemento que considero fundamental y de justicia, es el que se garanticen mejores salarios, mejores condiciones laborales para los trabajadores".

Al jugar con el escore, López Obrador no necesitó referirse a otros temas importantes de la agenda bilateral. No lo hizo por su propia convicción social y política, pues sabe, como lo ha venido diciendo reiteradamente que: "Fue la corrupción, la migración y el desmantelamiento del tejido social propiciado por otros gobiernos, la razón por la que se desató la violencia. Por eso se desató la violencia, se desintegraron las familias. Los jóvenes se fueron criando sin tutela. Vamos a atender las causas que originaron la violencia". Con el T-MEC y sus ambiciosos programas de desarrollo, se avanzará mucho.

Al avanzar en la creación de fuentes de empleo bien remuneradas, la gente ya no tendrá que migrar a los Estados Unidos para llevar la gorda a la mesa familiar y acabará, cuando menos en esta región, el flagelo moderno de la humanidad. Según la Organización Internacional de las Migraciones, año tras año, la región fronteriza entre Estados Unidos y México ha sido la más letal del continente. El organismo ha contabilizado un total de 2403 defunciones desde 2014. En 2019, las víctimas sumaron 497.

Con buena voluntad y mucha habilidad política, el estadista López Obrador avanzó un buen trecho en la solución de los problemas de la región, agravados por el Covid-19.

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