Editoriales

La buena nueva

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 25 NOVIEMBRE 2020
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La buena nueva

Cuando el filósofo helénico Sócrates, considerado por muchos como el padre de la Filosofía, aseguraba que: "Sólo sé que no sé nada", se plantaba en el centro de la sabiduría desde una posición de humildad que le daba capacidad para entender, experimentar, llegar al conocimiento y luego difundirlo. No viene a resultar posible que el instaurador de la Dialéctica, imaginara que, en medio de la crisis multifacética que tiene en vilo a la humanidad, una mujer se hiciera cargo de resolver los problemas de la economía.

Sin embargo, en la integración del gabinete del presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, se ha mencionado a la Sra. Janeth Yellen como la próxima secretaria del Tesoro. Llega Yellen en la hora precisa y lo hace con la modestia de los grandes talentos; esto es, sin los prejuicios que nublan la razón en el momento adecuado de enfrentar los complejos problemas que no tienen precedente alguno. Así como la desmesurada acumulación de la riqueza ha ido más allá de lo razonable, el desequilibrio de la economía ha traspasado todas las barreras y los límites de las teorías de todos los sistemas financieros.

La Dra. Yellen llegó a los cargos previos como docente y como funcionaria, y luego presidenta del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos de igual forma, sin ideas preconcebidas aunque recibió la influencia de su asesor para el obtener el doctorado en Yale, James Tobín; de su esposo George Akerlof (Premio Nobel de Economía) y de su colega, el controvertido Joseph Stiglitz. Como haría Sócrates, se planta en el escenario y ve, estudia y escudriña los problemas para idear soluciones. 

Muchas de éstas no se ajustan a las teorías de los clásicos ni a formas preconcebidas de ver los casos y las causas. Como presidenta de la FED buscó estimular la creación de empleo bien pagado para que la economía se fuera emparejando sin que los pobres siguieran acrecentando las fortunas de los ricos. Su propuesta de una política económica sabia y humana corresponde a las tendencias actuales que buscan paliar los efectos del capitalismo salvaje que va por el mundo engullendo todo lo que encuentra al paso.

Uno de los puntos claves de su filosofía es que no acepta la consigna de que primero hay que generar la riqueza para luego repartirla, que ha sido el punto clave para que las grandes empresas transnacionales hayan logrado precarizar el trabajo y elevar radicalmente las utilidades sacrificando a proveedores y a otras empresas que forman parte de lasa cadenas de producción. Está a favor de pagar bien por el trabajo que mantiene activa la producción de bienes y servicios, y por regular de algún modo los mercados.

No se ha quedado en el campo de las ideas o del conocimiento puro y la academia. Ella y su esposo, George Akerlof, son economistas keynesianos que creen que los mercados económicos tienen fallas fundamentales y necesitan una regulación gubernamental para funcionar correctamente. Ambos crearon modelos económicos que muestran cómo las empresas que buscan maximizar las ganancias pagarían más que los salarios mínimos. Según sus ideas, habría que decir que el modelo de explotación se agotó.

Adentrándose un poco en el terreno de la especulación, el más válido en estos momentos inciertos, es posible esperar que la Dra. Yallen alcance la recuperación de la economía de los Estados Unidos y con ella la de una buena parte del planeta, si logra que el gobierno deje de dar apoyos a las empresas que se han aprovechado de la crisis para aumentar sus ganancias y alcanza que las pantagruélicas fortunas se usen para reinvertir y reconvertir los sistemas de producción, comercialización y distribución de bienes y servicios para beneficio de las personas y para aliviar las condiciones de miseria y abandono de millones de seres humanos.

No estaría doña Janeth sola en ese empeño; de hecho, son cada vez más las voces autorizadas que claman por la justicia social, esto es, la adecuada distribución de los beneficios que genera el trabajo del hombre para aprovechar los recursos que provee la naturaleza, respetando ésta en sus ciclos de recuperación que han sido alterados, dañados y modificados por ambiciones aventureras y perversas.

Seguramente que el nuevo gobierno del vecino del norte llamará al gabinete a personas altamente calificadas para sacar al país del embrollo en que se encuentra; pero, desde ya, habría que reconocer como un gran acierto el nombramiento de la Sra. Yellen como secretaria del Tesoro, donde habrá de desplazarse con soltura y con la humildad que da el conocimiento basado en los principios socráticos. 

Diane Swonk, de Grant Thornton, aseguró: "Ella es la persona adecuada en este momento desafiante".

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