Editoriales

Las buenas intenciones

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 22 NOVIEMBRE 2020
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Las buenas intenciones

Aladas y esperanzadoras fueron las palabras pronunciadas por el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, al inaugurar el programa de estímulo al desarrollo del subcontinente latinoamericano con el cual buscaba desalentar el avance del modelo económico soviético en el marco de la Guerra Fría que puso en vilo al planeta con el amago real de una hecatombe nuclear; proyecto conocido como Alianza para el Progreso que terminó con luces y sombras y dio pie al inicio de nuevas ambiciones.

Dijo Kennedy: "A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestra frontera, ofrecemos un compromiso especial: convertir nuestras buenas palabras en buenas acciones, en una nueva alianza para el progreso, para ayudar a los hombres libres y los gobiernos libres a deshacerse de las cadenas de la pobreza". En lo que se consideró el programa de ayuda estadounidense más grande creado para los países en desarrollo, se propuso a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional y la Alianza para el Progreso, prestar más de 20 MMD a naciones de AL para promover la democracia y reformas sociales.

Agregó en el discurso pronunciado en la Casa Blanca el 13 de marzo de 1961: "Permítanme ser el primero en admitir que los norteamericanos no siempre hemos comprendido el significado de esta misión común y muchos en sus propios países no han entendido completamente la urgencia de la necesidad de sacar a la gente de la pobreza, la ignorancia y la desesperación". Las palabras parecían tan sinceras y certeras que todos los países de la América india, excepto Cuba, se unieron a esta alianza.

Para darle celeridad a los planes de reforma agraria y tributaria, acendrar el gobierno democrático y la modernización económica, el presidente y la señora Kennedy visitaron Puerto Rico, México, Venezuela y Colombia. Así mismo, Kennedy se reunió con los seis presidentes de los gobiernos centroamericanos en Costa Rica. En la Casa Blanca, el presidente y la primera dama honraron a los presidentes de Perú, Brasil, Panamá, Colombia, Honduras, Chile, Venezuela y Bolivia, y al gobernador de Puerto Rico.

Por aquellos tiempos se contaba el chiste de que el presidente Kennedy elogió el reloj de oro que traía el presidente Adolfo López Mateos, a lo que presto respondió quitándoselo para obsequiarlo al visitante, quien quedó muy complacido. El tiempo siguió su marcha inmarcesible y siguieron las ceremonias, hasta el momento en que el presidente López Mateos (considerado como un ferviente admirador de la mujer) elogió la notable belleza de la señora Kennedy, este presto le devolvió el reloj.

Los mejores logros de la Alianza para el Progreso fueron la construcción de vivienda popular, escuelas, aeropuertos, hospitales, clínicas y proyectos de purificación de agua, así como la distribución de libros de texto gratuitos a los estudiantes. Sin embargo, las minorías políticas y económicas privilegiadas y arraigadas de América Latina cuidaban de que no resultaran afectados sus intereses y tomaron medidas que les permitieron aprovechar los recursos frescos que llegaban de la alianza para obtener beneficios.

Para marcar límites a las acciones propuestas por la Alianza para el Progreso, las oligarquías locales idearon la identificación de la alianza con el 'imperialismo yanqui'. Los presidentes posteriores a Kennedy le dieron menor importancia al programa, tanto que a principios de la década de 1970, se consideró un fracaso y en 1973, la Organización de Estados Americanos disolvió el comité permanente.

En los dominios del Arcano se encuentra la visión de lo que hubiera ocurrido si la Alianza para el Progreso hubiera tenido éxito y el pujante desarrollo de los Estados Unidos hubiera alcanzado a las naciones pobres del resto del continente. Igualmente, permanece en el arcano el complot que logró terminar con la vida de uno de los presidentes más llorados de la historia del coloso del norte aquel 22 de noviembre de 1963, en el centro de Dallas, Tx. Ahí acabó la juventud y el carisma, la bella esposa, los hijos encantadores, la sonrisa seductora, el nuevo lenguaje político que aportaba magia al poder.

67 años después, el magnicidio, que fue replicado en otros países, sigue sin ser esclarecido, aunque se han tejido miles de conjeturas al respecto. El presidente Johnson creó una comisión autónoma para investigar los hechos y dar un informe a la nación. La comisión presidencial tomó el nombre del entonces presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, Earl Warren. Los otros miembros eran personalidades notables. Estaba Gerald Ford que luego sería presidente del país, el congresista Hale Boggs, el senador republicano John Sherman Cooper, el ex director de la CIA y famoso espía Allen Dulles, el ex presidente del Banco Mundial John McCloy y el senador demócrata Richard Russell.

A fines de septiembre de 1964, a diez meses del asesinato de Kennedy, la Comisión Warren, luego de una exhautiva investigación que incluyó la entrevista a personajes de toda índole: policías, espías, políticos, mafiosos y periodistas y de analizar pericias forenses, informes de balística; realizar nuevas autopsias y escudriñar miles de documentos secretos, cerró sus actuaciones y entregó sus conclusiones.

Estas fueron que: "Oswald mató a Kennedy. Lo hizo solo, sin ayuda de nadie. Fueron tres disparos de los cuales dos impactaron en Kennedy. Lo hizo por su estado de alteración mental. No tuvo una motivación política. Disparó desde el sexto piso de un depósito que estaba al costado de la avenida. En su fuga disparó y mató a un policía Jack Ruby mató a Oswald también sin ayuda de nadie. La policía sólo cometió el error de no ser estrictos en alejar a la gente del lugar. Ningún miembro del gobierno estuvo involucrado ni participó de una conspiración para asesinar al presidente. El FBI, encargado de la custodia presidencial, procedió con métodos anticuados. Esa desactualización en los procedimientos debía ser subsanada en corto plazo".

El informe de la Comisión Warren dejó tantas dudas que el asesinato del presidente Kennedy sigue siendo un tema de discusión actual. En 1976 se creó el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos, el cual tuvo a su cargo dilucidar las muertes violentas de John Fitzgerald Kennedy y Marthin Luther King. En 1979 presentó un informe que contradecía y condenaba a la Comisión Warren; sostenía que el asesinato fue, probablemente, fruto de una conspiración. Que las agencias del gobierno y la Comisión ejecutaron su misión con notables falencias. Además abona la teoría de un segundo tirador desde otro ángulo.

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