Editoriales > ANÁLISIS
El efecto dominó
La retirada de las tropas de Estados Unidos de Afganistán, aunque anunciada con mucha antelación, fue apresurada y quizá descoordinada; el resultado es que el presidente de ese país huyó llevándose parte importante de su riqueza y el movimiento de resistencia Talibán ocupa prácticamente todo el territorio, obligando a quienes no concuerdan con sus ideas políticas, económicas y sociales a dejar sus hogares y buscar refugio en el países vecinos. Muchos aliados de EU también quedaron pendientes de la brocha.
Quién expresó su desencanto con mayor vehemencia, fue la canciller alemana, Ángela Merkel, quien dijo que: “La decisión de retirar las tropas de la OTAN fue esencialmente tomada por Estados Unidos. Hubo un efecto dominó tras la retirada de las tropas”. Y endilga toda la responsabilidad de la retirada militar occidental sobre los Estados Unidos, argumentando que: “siempre dijimos que nos quedaríamos si los estadounidenses se quedaban”. Cuestionada acerca del por qué: dio “razones de política interna”.
El propio Papa Francisco expresó su preocupación por lo ocurrido. Dijo en la tradicional oración del Ángelus en la Plaza San Pedro, que: “cese al ruido de las armas y que se puedan encontrar soluciones en la mesa del diálogo. Sólo de esta manera los miembros de la población martirizada de este país, hombres, mujeres, niños y ancianos, podrán regresar a sus hogares, vivir en paz y seguridad, en pleno respeto recíproco”.“Me uno a la preocupación unánime con relación a la situación en Afganistán”.
En opinión de uno de los expertos más reconocidos en temas de seguridad, comunicación estratégica y tratamiento de crisis diplomática, Brett Bruen, los yerros cometidos se deben a la impericia del asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, a quien reconoce habilidad, talento y experiencia en asuntos de administración y de teorías de política exterior; pero, carece de la capacidad necesaria para una conexión entre las ideas y su implementación. No fue capaz de idear una retirada programada y lógica.
Agrega que hay una coincidencia casi unánime de todas las partes involucradas en la necesidad de que los Estados Unidos se retiren de Afganistán luego de 20 años de ocupación y algunos fracasos que impidieron la pacificación del país y la instauración de un gobierno democrático fuerte, que contara con el apoyo del pueblo afgano. Lo que se cuestiona no es la retirada en sí; sino la forma en que se llevó a cabo, provocando una rápida ocupación del Talibán y su dominio del país, con miles de expulsados.
Es posible que haya algún interés cuando dice que: “De hecho, solo hay un diplomático de carrera en un puesto superior en el Consejo de Seguridad Nacional, el director superior para África. Eso es mucho menos que con el presidente Barack Obama. Con ello, Sullivan y Biden no reciben consejos de quienes tienen la experiencia más reciente y relevante. Las cosas no mejoran mucho en el Departamento de Estado, donde, por primera vez en un cuarto de siglo, un diplomático de carrera actual no está en uno de los tres puestos principales. Con demasiada frecuencia, Biden ha otorgado puestos como favores a los partidos políticos, con personas acomodadas o bien conectadas con lugares de cierto interés”.
Si la situación es como la pinta Bruen, entonces habría que empezar a preocuparse puesto que los países de la América Latina, en especial de Centroamérica, tienen un especial interés para el gabinete de Seguridad Nacional. Si en las acciones propuestas para el subcontinente se actúa sin pensar en las consecuencias, puede ocurrir en esta parte del océano lo mismo que allá. Asegura un viejo y conocido refrán que para los toros de El Jaral, los caballos de allá mismo. Exportar el modelo de desarrollo de los Estados Unidos a países con una realidad diferente, no puede conducir más que al fracaso inexorable.
Recientemente, la vicepresidente y líder de la Cámara de Senadores, la brillante Kamala Harris se anotó un triunfo notable al obtener para el proyecto de desarrollo en infraestructura del presidente Biden 19 votos de senadores republicanos, que se sumaron a los 50 demócratas. La habilidad política es su mejor virtud; pero, ni eso le permitió idear y proponer un plan viable de solución para el problema de la crisis migratoria. Salió con las mismas ideas de siempre, que no concuerdan con los deseos de la gente afectada.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en el policía del planeta; ayudó a la reconstrucción de Alemania y Japón, sus dos acérrimos enemigos, sin imponerles su modelo político: Alemania tiene gobierno parlamentario y Japón es un imperio. ¿Por qué insiste, entonces, en cambiar la forma de vida institucional, política y social de los pueblos de la América, que han sido siempre sus amigos y aliados?
Dicen que el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla. Ojalá que el país más poderoso del planeta encuentre la luz en el camino de la recuperación, luego de la pandemia; que no haya un efecto dominó aquí.