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Implicaciones económicas para AL del conflicto en Ucrania

  • Por: CARLOS F. DOMÍNGUEZ ÁVILA
  • 11 ABRIL 2022
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Implicaciones económicas para AL del conflicto en Ucrania

El conflicto en el este de Europa ha causado consecuencias directas en el dinamismo de la economía global, e indirectas en las economías latinoamericanas. Dependiendo de la magnitud e intensidad del conflicto en el futuro cercano, es posible proponer escenarios prospectivos y sus desdoblamientos. 

Antes del inicio de las hostilidades, la economía mundial adolecía de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, debido a la interrupción de numerosas actividades productivas. Esto, a pesar de los sucesivos paquetes de estímulos económicos impulsados por casi todos los países del mundo. 

A partir de la invasión rusa a Ucrania y de la inmediata imposición de sanciones económicas de parte de algunas potencias occidentales al Gobierno de Moscú y a su entorno de simpatizantes y colaboradores ?incluyendo al régimen de Minsk?, se constató una aceleración de las presiones inflacionarias preexistentes. 

Desde la perspectiva de los estudios en seguridad económica internacional, se sabe que las sanciones impuestas por ciertos Gobiernos occidentales contra la economía rusa han comenzado a generar consecuencias como la pronunciada depreciación del rublo, la desconexión de redes digitales y del sistema de intermediación financiera, o la elevación de las tasas de interés básica en aquel país. Se supone que estas serán cada vez más incisivas y costosas para el Gobierno de Moscú. 

¿Y en los países latinoamericanos?

El conflicto en el este de Europa abre oportunidades, incentivos, riesgos y amenazas. De partida, por la distancia geográfica, la guerra no ha causado consecuencias vitales en América Latina. Sin embargo, la situación podría cambiar considerablemente en el caso de una escalada de las tensiones y operaciones bélicas dentro y fuera de Ucrania, incluso con el uso de armamento no convencional o la eventual incorporación de otros actores estatales y no estatales de seguridad.

En términos operativos y pragmáticos, la retracción de las exportaciones ucranianas, rusas y bielorrusas de ciertas materias primas y bienes industrializados podría hasta crear oportunidades y demandas adicionales a empresas exportadoras latinoamericanas, principalmente en el caso de las denominadas economías emergentes (Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú). 

Por otro lado, una recomposición de la alicaída industria petrolera venezolana podría ser considerada, especialmente si es acompañada de una gradual suspensión de las sanciones estadounidenses y europeas, y de un esfuerzo de reconciliación y redemocratización del país. 

Por lo tanto, las exportaciones latinoamericanas podrían substituir una parte significativa de la producción de los países beligerantes, principalmente en el mercado de Estados Unidos, la Unión Europea y ciertos países africanos y asiáticos.  

Sin embargo, las oportunidades comerciales deberán ser confrontadas con el acelerado proceso de inflación global, de turbulencia, de incertezas y de encarecimiento de las importaciones. Vale reiterar que, dentro de lo que es la recuperación económica pospandemia, el conflicto militar puede retardar aún más la reanudación del crecimiento y de la transformación productiva con equidad entre los países latinoamericanos. 

A pesar de las visitas de Alberto Fernández (centro-izquierda) y de Jair Bolsonaro (derecha populista) a Vladímir Putin poco antes del inicio de la guerra, lo más probable es que la región procure la diversificación de socios externos. Además, muchos buscarán construir algún tipo de equilibrio y equidistancia en el contexto de la competencia entre potencias mundiales que se avecina, incluso en lo tocante a la gobernanza económica global. 

La evolución reciente de las negociaciones para encontrar una salida pacífica sugiere algunos avances parciales y hasta autorizan la manifestación de un cauto optimismo. Naturalmente, casi toda la comunidad internacional y nuestra región respalda una salida negociada al conflicto. Ello se vio reflejado en la votación de la mayoría de los países latinoamericanos en dos resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas para exigir el fin de las hostilidades. 

Este posicionamiento se fundamenta en la identidad internacional, en la experiencia histórica de la región ?objeto de numerosas embestidas comparables desde EU y países europeos que en su momento fueron catalogadas como imperialistas?, en la cultura diplomática predominante, contraria a las guerras expansionistas y al uso de la fuerza en la política internacional, y en la madurez y la calidad democrática de muchas de nuestras sociedades. Dicho esto, parece pertinente insistir en la necesidad de construir un orden internacional de pueblos libres. 

Investigador-colaborador de la Universidad de Brasilia (UnB)

Sitio web: www.latinoamerica21.com

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