Se venderán en la Secretaría de Seguridad: Amasan rosca bajo vigilancia de policías
Presos del Reclusorio Varonil Sur de Ciudad de México preparan tradicionales roscas de reyes
Enero 05, 2025 -
En una amplía cocina, dos hombres preparan la masa, arman una rosca, ponen encima frutas confitadas y pintan todo con huevo antes de meterlo al horno.
Si no fuera por su uniforme beige y los dos policías que los vigilan, podría ser cualquier panadería, pero es una cárcel. En la pared, un cártel: "Hazme valer".
Un grupo de 15 internos del Reclusorio Varonil Sur de Ciudad de México lleva cinco días cocinando el tradicional roscón de Reyes, un dulce tan popular a principios de año que hasta se cocina en prisión para luego venderse en la sede central de la Secretaría de Seguridad capitalina por poco más de siete dólares.
La rosca o roscón es una especie de brioche que tuvo sus orígenes en Francia y España en el siglo XIV y llegó a México durante la conquista para convertirse en el dulce típico de los días previos al 6 de enero, festividad católica que celebra la llegada de los "Reyes Magos" repartiendo juguetes a los niños.
Además de preparase en todas las panaderías de la ciudad, también es tradicional que en el Zócalo, se reparta rosca gratuita el domingo para conmemorar la festividad.
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El taller es una de diversas actividades de reinserción que se imparten en esta cárcel capitalina que alberga cerca de 4.000 presos (datos de 2023). Forma parte del programa llamado "Hazme valer", la marca registrada que llevan todos los productos fabricados por los internos, desde las roscas a trabajos de carpintería o artesanías que luego se venden al público.
Ricardo Rodríguez, de 37 años de edad, es uno de los 15 internos que participaban en la preparación de la rosca. Aprendió el oficio de panadería con su papá que era panadero y trabaja en el taller de la prisión desde hace 9 años. Le restan cinco para quedar en libertad.
"Mi hermano tiene un localito de pan ahí afuera y es lo que luego platicamos: saliendo, ampliar más su negocio y trabajar", dijo Rodríguez. "Es buen negocio esto ahí afuera, es buen oficio. Muy bien pagado y muy bonito".
"No hay ninguna imposibilidad. Todo se puede aquí", aseguró. "De hecho, he tenido compañeros que no saben nada, trabajan conmigo y conforme pasa el tiempo aprenden. No llegan a hacer lo mismo que yo, pero agarran la noción".