Durante décadas, la fascinación por el cine de catástrofes se ha nutrido de imágenes de edificaciones reconocibles colapsando, a veces como símbolo de la caída de la civilización, otras por el espectáculo de ver algo bello arder
El último choque cinematográfico entre las dos criaturas y la nueva entrega de los cazafantasmas vuelven a derruir ciudades icónicas alimentando un género que ha perfeccionado su espectáculo visual pero perdido calidad narrativa