Las cifras escuetas
El refranero popular mexicano es de los más ricos y floridos. Una de sus perlas dice: "Solitos bajan al agua, sin que nadie los arree". Así aconteció con Chucho Zambrano, quien dice haber sido guerrillero; pero, al que se conoce por el mal nombre del Ratón Mojado. Aseguró en conferencia de prensa conjunta con sus socios del PRI y del PAN que la alianza Va por México había logrado un "gran éxito, porque garantiza un país democrático y que organismos autónomos permanezcan como mecanismo de control".
Con esas palabras está dicho todo. En ese sentido, pueden los mexicanos estar satisfechos y orgullosos de haber vencido en buena lid a los emisarios del pasado, a las fuerzas políticas coaligadas en una boda vergonzante en que dejaron de lado la ideología y los principios para lanzarse en pos de sus intereses y los privilegios de que gozaron en la noche oscura del capitalismo salvaje protegido por el gobierno y sus instancias de presión agrupadas en la doble pinza de los organismos autónomos y la ´sociedad civil´.
México salió avante de la encrucijada en que los agentes de la plutocracia, nativa y foránea, echaron toda la carne al asador para arrebatar el poder al pueblo y recuperar el control de las instancias que les permitieron amasar fortunas tan exageradas que ahora pueden competir con los hombres más ricos del planeta en cuanto a derroche y arrogancia. Ni siquiera se ocultaron para hacer sus trapacería, cada uno en el ámbito que le corresponde, fijando posiciones claras que ahora se pretenden ocultar con sofismas.
Francisco Tinoco, en La Jornada, los pintó de cuerpo entero: "A escala local, los empresarios Claudio X. González Laporte (Kimberly-Clark), Alberto Baillères (Grupo Bal), Germán Larrea (Grupo México), Antonio del Valle Ruiz (Mexichem), Joaquín Díez Morodo (Banamex, Fundación Maelva), Alejandro Ramírez (Cinépolis), Eduardo Tricio (Lala), los hermanos Torrado (Fundación Alsea) y Agustín Coppel (Grupo Coppel) son los principales contribuyentes de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), de Claudio X. González Guajardo, y/o están vinculados con centros de pensamiento como el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO), el Instituto de Pensamiento Estratégico Ágora (IPEA), Funsalud, Ethos, Mexicanos Primero, México Evalúa, Integralia (Luis Carlos Ugalde), Transparencia Mexicana (Federico Reyes Heroles), avalados por el Consejo Mexicano de Negocios, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y Coparmex, y financiados desde el exterior por la Usaid, la NED y Atlas. La derecha empresarial y tecnocrática cuenta con intelectuales orgánicos como Héctor Aguilar Camín (Nexos), Enrique Krauze (Letras Libres), María Amparo Casar (MCCI, IMCO), Leo Zuckerman y Jorge G. Castañeda (Televisa), Juan Pardinas (Reforma), y participará en los comicios del 6 de junio a través de la coalición Va por México (PRI, PAN, PRD)".
Imposible hacer un recuento mejor. También fue imposible impedir que avanzaran en sus propósitos y habría que reconocer que "El dinosaurio, sigue ahí". Haciendo un recuento de daños, puede decirse que no lograron apoderarse de la Cámara de Diputados; pero, sí pudieron impedir que las fuerzas populares tuvieran una mayoría calificada para llevar adelante la recuperación del estado de derecho. Perdieron en la provincia; pero avanzaron en la capital y en Nuevo León. No podía ser de otra manera; ahí está concentrada la fuerza que los mueve.
Un estudio a fondo de lo ocurrido estaría incompleto sin mencionar la intervención de dos figuras históricas de la izquierda domesticada, que ahora son una triste caricatura de lo que antes fueron. En el ocaso, sus egos inflados han sido más poderosos que los compromisos políticos derivados de su propia historia. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ya había actuado como esquirol en momentos previos, por lo que fue abofeteado cuando quiso incorporarse a una marcha por la democracia en la Ciudad de México.
Porfirio Muñoz Ledo no supo aquilatar la sabiduría del tiempo. No entendió el dicho que dice: "Retirarse a tiempo, es también ganar". Ahora sus muchos lauros han quedado reducidos a ceniza. Quizá quien lo dijo con mayor acierto fue la admirada maestra Ifigenia Martínez Navarrete: "Treinta años después del impulso y creación de la Corriente Democrática, quiero precisar, en principio, que reconozco a la Cuarta Transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, como la consumación del movimiento que iniciamos en 1988: un gobierno democrático y justo, con objetivos nacionalistas y una ideología de izquierda". Se lo dijo en su propia cara.
Con tantos y tan poderosos enemigos, que el pueblo mantenga el mando institucional, es un logro sustancial que abre camino en el mundo entero. A eso se referían Melenchon, González, Mugica, Fernández.