Editoriales

Jesús, inspiración no ejemplo

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 19 ABRIL 2019
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Jesús, inspiración no ejemplo

Hoy, a las tres de la tarde, expira el hijo de Dios que vino a la tierra a predicar con proverbios y parábolas la buena nueva del amor. Clavado en la cruz, muere en la carne para revivir en el espíritu. Desde entonces, su palabra, difundida por todos los confines del planeta sigue siendo una rica fuerte de inspiración para que los hombres de buena voluntad se aparten de la  lujuria, la ira, la soberbia, la envidia, la avaricia, la pereza y la gula, que tanto daño y sufrimientos provocan.

Jesús, apenas llegado a Jerusalén como Rey de la Paz, montado en un humilde asno, el domingo pasado, debió sufrir el escarnio y el martirio hasta morir en la cruz vituperado por la muchedumbre que no quiso oír y menos atender sus palabras, no con el propósito de ser ejemplo a seguir para otros; sino como un llamado a la conversión que libre de la jaula de oro del egoísmo a la persona humana; que todos y cada uno se reconozcan hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos.

Hermanos a los que hay que tratar con el mismo respeto y dignidad con que cada persona se trata a sí misma, evitando los abusos que, más en los tiempos que corren, permiten la excesiva acumulación de la riqueza a costa de la miseria de las mayorías. Miseria que, inexorablemente conduce a la explotación, la violencia, la delincuencia, la migración y, finalmente la muerte en circunscritas tan dramáticas y dolorosas, porque, finalmente esas muertes pudieron evitarse.

Seguramente que habrá un elevado número de gentes que este día, al obscurecerse el cielo y desatar sus iras el viento, sientan frío y pesar en el alma por la muerte de aquel que vino como redentor del mundo; sin embargo, esos mismos no se conmueven cuando los niños pequeños mueren de hambre, de frío y de abandono. Son los que sienten satisfacción y placer de robar a los trabajadores jefes de familia la justa retribución que les corresponde por su trabajo y empeño.

Al inicio de su pontificado, dijo el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: "Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»".

Hoy entrega al Padre el hijo enviado a la tierra como inspiración divina para reconciliar a la humanidad en el nuevo concepto del amor: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Luego de la muerte y el pesar, Jesús resucita y vence a la muerte y al pecado. Si este día uno solo de los que impíos quitan el pan de la boca a los niños para saciar su gula, siente que la inspiración divina le ha abierto las puertas de acceso a una nueva vida más plena, fructífera y feliz, habrá ganancia.

Junto a la cruz, donde yace Jesús, esta su madre. Esa mujer que aceptó el enorme sacrificio de ver a su hijo escarnecido y clavado; esa madre que sigue viendo hoy mismo, como sus hijos siguen siendo sacrificados ante el altar del becerro de oro.

De ella, el mismo Francisco dijo: "Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás sin demora. Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. Es el Resucitado quien nos dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza y de firmísima esperanza: Yo hago nuevas todas las cosas".


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