Fácil, barata y conveniente
Recientemente se publicó en este mismo espacio la declaración del foro de Heartland, durante el cual se dijo que: "La economía de Iowa se apoya en los inmigrantes que a menudo trabajan en la agricultura, la construcción y las industrias manufactureras". También la afirmación del New York Times: "los inmigrantes poco calificados igual son consumidores de bienes y servicios hechos en Estados Unidos, y su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos".
Podrían enumerarse otros cientos de argumentos sólidos y válidos en favor de la migración que va hacia los Estados Unidos en busca de oportunidades de empleo y un mejor nivel de vida, con el agregado de que muchos huyen de la violencia y el peligro que representa el aumento del poder de las organizaciones delictivas que han logrado arrebatar espacios a los gobiernos constituidos por la abundancia de armas que les conceden un poder mortífero al cual nadie quiere enfrentar.
En contra de la migración, el presidente Donald Trump argumenta, para justificar su propuesta de deportar a 11 millones de inmigrantes que viven en el país sin documentos, justificar su plan de recortar a la mitad el número migrantes legales que entra al país y crear un sistema de puntos que garantice que solo puedan entrar los trabajadores altamente calificados y de gran nivel educativo, que los recién llegados hacen competencia desleal a la manos de obra americana y bajan salarios.
Argumentación que no puede sostenerse a la luz del momento que se vive en la Unión Americana, pues, los millones de inmigrantes que se sumaron a la fuerza laboral durante los 25 años previos, eran hombres que lavaron platos en la cocina de los restaurantes, mujeres que vaciaron botes de basura en edificios de oficinas y mejoraron de modo importante la vida de los estadounidenses.
El profesor de Economía de la Universidad de California en Berkeley, David Card, lo dice con sorna: "En diez años habrá muchos adultos mayores y pocos trabajadores que cambien sus bacinillas".
La senadora canadiense Ratna Omidvar, opina que el Foro Económico Mundial tiene el potencial de cubrir tres carencias del sistema internacional de migración. La primera es la falta de paciencia política e institucional para enfrentar los desafíos a corto plazo de la migración a fin de aprovechar sus beneficios a largo plazo. La segunda es la falta de espacio para un debate objetivo que no se centre en torno a los polos promigración y antimigración. La tercera es la falta de una oportunidad sistemática para reunir a todas las personas que puedan ayudar a mejorar los resultados y las percepciones de la migración: gobiernos, sociedad civil, sector privado, los medios y los migrantes.
Quizá todos los actores y espectadores del fenómeno de la migración, que se ha convertido de un cúmulo de oportunidades provechosas para todas las partes en un drama catastrófico, deban asumir una posición más racional y con sentido humano. La realidad, empecinada realidad es que ambos extremos del evento que caracteriza estos tiempos, son complementarios y pueden tener conclusión feliz, como lo ha entendido la canciller alemana Ángela Merkel, como propone México.
El gobierno de México ha propuesto tres medidas extraordinarias, que de implementarse serían un hito histórico que daría prestigio permanente a los políticos involucrados: un Plan Marshall para impulsar el desarrollo de los países emisores de migrantes y crear fuentes de empleo bien pagado que arraigue a las personas en sus comunidades. Con 20 mil millones de dólares de inversión público-privada durante los próximos seis años, se logrará este ambicioso objetivo.
Mientras ello ocurre, México se compromete a regular los flujos migratorios para que sean ordenados y resulten repelentes a la intromisión de personas con antecedentes delictivos o de tendencias terroristas, y Estados Unidos a dar asilo y refugio en los términos que señala la ley.
La propuesta mexicana tiene asegunes que la hace susceptible de rechazo, por lo que emerge otra idea para dar una solución definitiva al fenómeno de la migración de una manera fácil, barata y conveniente: que el gobierno federal delegue en los estados que necesitan y demandan mano de obra poco calificada y barata, la facultad de recibirlos y alojarlos mientras procesan sus solicitudes.
Con harta frecuencia, la solución de los problemas difíciles es tan sencilla como la línea recta que une los dos puntos. O, como diría Piporro: "Pa'que tantos brincos estando el suelo tan parejo". Si en Iowa faltan obreros agrícolas o industriales y en Nueva York enfermeras y jardineros, pues que el presidente Trump facilite la llegada de los migrantes a esos lugares, así sabrá siempre dónde están en caso de que se les niegue la visa.
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