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El gobernador más culto
Todo puede comprarse, es cierto. Pero no el conocimiento.
Nuccio Ordine
Juan Jacobo Rousseau estaba convencido del vínculo de la política con la estética. En concordancia con Platón, quien hablaba de la política como un arte; Rousseau defendía un "contrato social" donde el compromiso comunitario sustituía al egoísmo a través de una formación virtuosa que incluía a los políticos. Así pues, el filósofo entendía la actividad política como un asunto que exige virtudes y no intereses. Conocedor y compositor de música, el ginebrino tendió a la "estetización" de la política a través de la libertad, la bondad y la belleza.
Pienso en Rousseau para hablar de un gobernante tamaulipeco que seguramente lo leyó y reflejó en su práctica política un profundo vínculo con la estética: Marte R Gómez, nacido en Reynosa un 4 de julio de 1896. Agrarista convencido, fue más conocido por su ejercicio técnico en la reforma agraria estatal y nacional que por su inmensa contribución a la cultura y las artes a través de un notable mecenazgo y promoción de los creadores de su época. Un hombre sensible, lector incansable desde niño, pero también profundo conocedor de las artes.
Empecé a estudiar a Marte R Gómez hace más de veinte años, atraída primero por su agrarismo, su relación con el zapatismo, su conocimiento de los problemas de la tierra. En ese contexto hice mi tesis de maestría y de ahí surgió mi admiración profunda por la formación integral del hombre, quien además de gobernar Tamaulipas, fue diputado, senador, secretario de importantes carteras como agricultura y hacienda a nivel federal y embajador plenipotenciario, entre otros cargos de gran relevancia. Experto en botánica, promotor destacado del deporte a nivel internacional, el ingeniero podía sostener conversaciones lo mismo de finanzas que de agricultura o culinaria y conocía de la historia nacional y regional como muy pocos.
Esa impresionante "integralidad" en su formación se nutría de una igualmente asombrosa cultura general, donde las artes tenían un lugar muy especial. Viajero recurrente, conocedor del mundo helénico, además era versado en los escenarios prehispánicos, apasionado de la literatura francesa y desde muy joven se interesó por las artes plásticas. Con esa fascinación a cuestas, Marte inició su larga y fructífera relación con el enorme Diego Rivera a quien le compró el primer cuadro, "La bañista de Tehuantepec" en 1923, para que el pintor afrontara los gastos del nacimiento de su hija Guadalupe. Gesto característico del reconocido "altruismo" del ingeniero con los creadores, pues siempre se destacó por su disposición para "sacarlos de apuros" y promover sus obras.
No en vano, 40 de los más grandes creadores, organizaron un homenaje en 1946 para celebrar los cincuenta años del ingeniero y reconocer sus aportes: "como testimonio de simpatía al sagaz conocedor del arte mexicano moderno, a cuyo florecimiento ha prestado entusiasta y eficaz apoyo desde hace un cuarto de siglo". Un hecho calificado como insólito, pues nunca se ha visto y creo no se verá que un grupo de notables artistas rindan tan significativo homenaje a un político de alto nivel. Y firmaban nada menos que Rivera, Orozco, Siqueiros, Soriano, Chávez Morado, Frida Kahlo, Anguiano, entre otros genios de la plástica, quienes además le regalaron a Marte R. Gómez, cada uno, un autorretrato.
Para ilustrar el bagaje cultural del político reynosense, diremos también que la relación con los artistas no sólo fue de amistad o comercial, sino también intelectual, porque es bien sabido de las proverbiales conversaciones sostenidas con Diego Rivera, pues pasaban noches enteras hablando "sobre el problema agrario, la política del momento y diversas cuestiones artísticas". Pláticas reflejadas en el arte, desde que lo contrató para elaborar los murales de Chapingo, donde se expresan las ideas de Gómez, captadas en su esencia con la colosal pintura de Diego.
Para destacar algunos hechos que poco se conocen y constatan el enorme aporte a la cultura nacional de Marte R Gómez. Durante la presidencia de Portes Gil, Marte volvió a contratar a Diego para hacer obra monumental. Y esta vez fue en Palacio Nacional, para realizar en la escalera, la obra mural más reconocida del país que pintó desde 1929 hasta 1935. Después promovió los emblemáticos murales del Palacio de Cortés y más tarde, cuando fue Secretario de Hacienda, logró que se terminara el Palacio de Bellas Artes y que Diego Rivera plasmara en el tercer piso otro de sus magnos murales: "El hombre controlador del universo".
Convencido de que la mayor riqueza está en el conocimiento adquirido, Marte R Gómez nunca paró de aprender y multiplicar su cultura. Asistió a los cursos de Estética impartidos por Alfonso Caso en la escuela de Altos estudios de la Universidad Nacional y siempre fue conocido por su afición a estudiar y admirar el arte en museos nacionales y extranjeros. No me alcanza el espacio para mencionar acerca de la vastísima formación cultural y los aportes del gobernante tamaulipeco, quien por si fuera poco, siempre rindió buenas cuentas y buenas acciones en sus puestos públicos.
A 125 años de su nacimiento, nos queda la memoria, el ejemplo y el orgullo de reconocer al gobernador más culto de Tamaulipas.