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AMLO sigue peligrosamente el manual del reeleccionista
El presidente López Obrador ha sido enfático en asegurar que no se va a reelegir. Lo firmó ante notario un año después de haber ganado las elecciones.
Pero para mantenerse en el poder, hay otros métodos. El propio presidente acaba de ensayar uno de ellos en la figura del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El ministro Arturo Zaldívar puede quedarse 50% más del tiempo para el que fue electo, pero no es reelección: es extensión de mandato. Cuestionado al respecto, López Obrador dijo que lo del ministro Zaldívar "no es una reelección".
A partir de esa declaración, hace tres semanas en estas Historias de Reportero con el título "El truco de AMLO: cómo reelegirse... sin reelegirse", puse el asunto sobre la mesa: López Obrador ha prometido no reelegirse, pero nada ha dicho de no extender su mandato.
Antier, en su conferencia mañanera, la reportera Rocío Jardinez de W Radio, le preguntó sobre el asunto:
-Usted firmó el compromiso de no reelegirse, ¿estaría dispuesto a también firmar un compromiso de no ampliación de mandato?
-No, no va a haber reelección, no va a haber reelección, si eso es también lo que les preocupa.
Y tras una larga perorata mil veces repetida sobre su movimiento, su transformación, lo que dice que está haciendo en el país, las redes sociales, el cerco informativo, cuando él llenaba el Zócalo, etcétera, la reportera insistió:
-Pero entonces no hace falta la firma de la ampliación de mandato, así como se firmó...
-No, es mi palabra y los compromisos se cumplen.
En síntesis, el presidente firmó ante notario que no se va a reelegir, pero no quiere firmar que no va a extender su mandato.
Por si no bastara, ayer volvió a coquetear con la reelección, atendiendo el viejo manual de los dictadores: yo no quisiera reelegirme, pero el pueblo me lo pide. Contó que el fin de semana al visitar una de sus obras predilectas, los trabajadores le pedían: "reelíjase, reelíjase", pero que él les contestaba que no.
Ojalá sean sólo cortinas de humo para escandalizar a la opinión pública y evitar que se hable de su desdén a las víctimas de la tragedia en el Metro, o cómo la desgracia en la Línea 12 tiene a los responsables trabajando en la primera fila de su administración.
Pero puede ser también una peligrosa puerta que deja abierta el primer mandatario. Sobre todo cuando los desplantes autoritarios y las groseras disrupciones democráticas se han vuelto el pan de cada día.
SACIAMORBOS. Lo de la Fiscalía General de la República ya no guarda pudor. Por un lado, configura expedientes exprés contra los dos rivales de Morena, punteros en las encuestas para la gubernatura de Nuevo León. Por el otro, justo antes de que se iniciara la campaña, en diciembre del año pasado, desechó una denuncia contra la entonces alcaldesa de Escobedo, Nuevo León, Clara Luz Flores, hoy candidata de Morena al gobierno estatal, quien presionó con su poder para que su hijastro se saltara a siete personas en la fila de receptores de donación de riñón para trasplante. La Cofepris documentó todo, la Cofepris misma denunció el delito ante la entonces PGR, pero ya en esta administración, la FGR le dio carpetazo. Unas semanas después, Clara Luz renunciaba al PRI y se incorporaba a Morena para ser candidata.
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