Dilema de Biden, que hacer con migrantes
Si bien las familias y los menores que solicitan asilo acaparan toda la atención, cada vez llegan más adultos que viajan solos
La Joya, TX.
Esa escena del martes por la noche en La Joya, una localidad de unos 4,000 habitantes, se repite todas las noches en el Río Grande Valley de Texas y plantea a Joe Biden uno de los dilemas más serios de su joven presidencia: Qué hacer con la enorme cantidad de migrantes que cruzan a diario la frontera con México en busca de asilo. Abril fue el segundo mes con más cruces de menores no acompañados, superado solo por marzo, en que se registró la cantidad más alta de la historia.
Si bien las familias y los menores que solicitan asilo acaparan toda la atención, cada vez llegan más adultos que viajan solos. En abril, casi dos de cada tres migrantes llegados a Estados Unidos fueron adultos, menos proclives a entregarse a las autoridades que las familias y los menores, lo que hace más difícil saber cuántos cruzan.
La Patrulla de Fronteras procesó 173.460 migrantes en abril, un 3% más que en marzo. Fue la mayor cantidad desde abril del 2000. Esas cifras, difundidas el martes, no obstante, no se pueden comparar porque la mayoría de los pillados fueron expulsados de inmediato del país haciendo uso de poderes especiales que permiten rechazar los pedidos de asilo en medio de una pandemia. Las expulsiones no conllevan consecuencia alguna, de modo que mucha gente intenta el cruce varias veces.
Los adultos solos —más de la mitad de los cuales eran mexicanos— son los que hicieron subir las cifras. La Patrulla de Fronteras tuvo 108.301 “encuentros” con adultos que viajaban solo en abril, un 12% más que en marzo. Casi nueve de cada diez encuentros terminaron con la expulsión del migrante haciendo uso de los poderes invocados inicialmente por el gobierno de Donald Trump y a los que sigue apelando la administración de Joe Biden.
Biden, sin embargo, permite quedarse a los menores no acompañados para que soliciten asilo. También admite a las familias con hijos pequeños, dejándolas en libertad mientras los recargados tribunales de inmigración procesan sus solicitudes.
Oficiales en funciones y retirados dicen que la atención que se presta a las familias y los menores no acompañados hace que los agentes se enfoquen en ellos, lo que despeja un poco el camino para que los adultos que viajan solos y los traficantes eludan a las autoridades.
Michael Fisher, jefe de la Patrulla Fronteriza del 2010 al 2015, dijo que algunos líderes actuales de esa agencia le comentaron que el personal pasa un 40% menos de tiempo patrullando para “procesar, preparar comidas” y hacer otras tareas relacionadas con la creciente cantidad de menores que cruzan la frontera.
“La línea es bien delgada en estos momentos, y los carteles explotan eso”, afirmó.
Los agentes tratan de determinar cuántas personas evitan ser capturadas, pero Fisher cree que sus cifras son “un estimado en el mejor de los casos” en el Río Grande Valley, el corredor más usado para los cruces ilegales. Es un sector de densos arbustos en el que tradicionalmente no hay tantos sensores y que muchas familias y menores cruzan en grupos. La Patrulla Fronteriza calcula cuántas personas evadieron sus controles a partir de las huellas que dejan los migrantes, las telarañas destruidas, ramitas rotas y piedras desplazadas por las pisadas.
Bajo el gobierno de Trump los adultos mexicanos eran llevados en avión a localidades lejos de la frontera en la esperanza de que no volvieran a intentar el cruce, pero la cantidad de personas que reinciden sigue siendo alta. La Patrulla Fronteriza dice que un 29% de las personas expulsadas en abril ya habían sido expulsadas en el pasado.
Hace poco se graduó la primera camada de la Academia de la Patrulla Fronteriza que se abocará exclusivamente a preparar los documentos legales, lo que liberará más agentes para el trabajo de campo. Los asignan a los corredores más activos de Texas, pero su cantidad sigue siendo limitada y difícilmente tengan un impacto inmediato.
Las autoridades pillaron 17.171 menores que viajaban solo en abril, un 9% menos que los 18.960 de marzo, pero muy por encima del pico previo, los 11.475 apresados en mayo del 2019. La Patrulla Fronteriza difunde estas cifras desde el 2009.
En La Joya, una muchacha de 15 años dijo que se fue de Honduras sin sus padres ni hermanos en la esperanza de estudiar y conseguir un empleo que le permita ayudar a su familia. Viajó durante un mes y medio y llegó al campo de béisbol con un grupo de migrantes. Lucía una camiseta negra con una frase en inglés que no sabía lo que quería decir: “Women Move Mountains” (Las mujeres mueven montañas).
“Quería un futuro mejor para mí y para mi familia. Quiero estudiar y trabajar”, expresó. Agregó que tiene unos tíos en Nueva York que están dispuestos a recibirla.
La Associated Press no usa el nombre de la niña. Normalmente no identifica a menores sin la autorización de los padres y no fue posible conseguir la identidad de los padres.
Cerca de ella, dos hermanas hondureñas de 14 y 16 años deshicieron sus rodetes y se sacaron los cordones de sus zapatillas rosadas luego de que un agente les ordenó que colocasen los cordones y la banda usada en el rodete en una bolsa de plástico, junto con sus teléfonos, pulseras y otras pertenencias.
Rudys Acuña, de 29 años, dijo que se fue de Nicaragua por razones políticas. Llevaba un hijo de cuatro años en sus hombros mientras esperaba instrucciones de los agentes.
“A veces te obligan a irte de tu país. No es lo que quieres hacer”, afirmó.
Una familia espera ser atendida en un centro de procesamiento de migrantes que quieren asilarse.
Pedro Mercado, un salvadoreño de 27 años, camina con su esposa y dos hijas de tres y cuatro años hacia un centro de procesamiento de migrantes que piden asilo.
Emely Antonia Domínguez Valdez, una niña hondureña de ocho años, fotografiada tras entregarse a las autoridades en un centro de procesamiento de migrantes en La Joya.