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Un informe bajo la sombra del desafuero
Son tiempos inéditos y, por tanto, históricos: el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, rindió ayer su Quinto Informe bajo la sombra del proceso de desafuero abierto en su contra en la Cámara de Diputados.
El gobierno federal, además, dio un paso más en su confrontación con la gestión cabecista tamaulipeca: el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no envió un representante, como dicta la cortesía republicana, al penúltimo informe de 'Los Vientos del Cambio'.
Ese mensaje, esa ausencia, tiene un significado político durísimo, devastador: ya no hay lugar para el diálogo. Lo que viene es una ofensiva implacable de la Federación.
Pero tal vez la ausencia que más le dolió al corazón de 'Los Vientos del Cambio' fue el virtual vacío que le hicieron los gobernadores que integran la denominada Alianza Federalista.
De once gobernadores, solo llegaron cuatro: dos de ellos, José Rosas Aispuro, de Durango; y Miguel Riquelme, de Coahuila, estuvieron en la entrega formal del quinto informe de Cabeza de Vaca en el Congreso del Estado.
Los otros dos, llegaron directo al Polyforum (posiblemente se les hizo tarde): el panista Diego Shinué, de Guanajuato; y el perredista, Silvano Aureoles, de Michoacán.
Dirán que Jaime Rodríguez, mejor conocido como 'El Bronco' (en verdad, ya bastante domesticado, manso y obediente) sí estuvo en el acto a través de su representante, Enrique Torres Elizondo, secretario general de gobierno del regio monte, pero la realidad política es que el gobernador de Nuevo León sabía que no le convenía asistir al informe de su vecino.
La lista de los gobernadores ausentes de la Alianza Federalista cobra mayor significado cuando se les enumera:
Enrique Alfaro, de Jalisco (quien ya había puesto distancia respecto al caso de desafuero en contra de Cabeza de Vaca); Javier Corral, de Chihuahua (que también eludió el respaldo al tamaulipeco); Martín Orozco, de Aguascalientes; Juan Manuel Carreras, de San Luis Potosí (amigo del presidente López Obrador); José Ignacio Peralta, de Colima; y Francisco Domínguez, de Querétaro (que debe estar preocupadísimo porque en su estado la marca Morena ya se encuentra a solo 5 puntos de alcanzar el primer lugar en la carrera por la gubernatura).
Esas ausencias debieron ser muy dolorosas para Francisco García Cabeza de Vaca. Incluso, lo reflejó durante el discurso que ofreció en el Congreso del Estado: en varias ocasiones se equivocó en el fraseo, visiblemente nervioso, algo no común en él, ya que siempre se ha caracterizado por ser un buen y elocuente orador.
Sin embargo, es evidente que la presión política lo obnubiló por un momento, sobre todo cuando entregó su informe en el recinto del Poder Legislativo.
Después, digamos que al regresar del medio tiempo, ya en el Polyforum, recobró la seguridad con la que normalmente expresa sus discursos y, como se esperaba, arremetió en contra del gobierno federal, al que gusta denominar como 'poder central'.
No obstante, nunca se refirió por su nombre al presidente Andrés Manuel López Obrador. Nunca lo retó de manera abierta. Eso, en política, en la política mexicana, quiere decir mucho.
Por supuesto, el gobernador de Tamaulipas disparó sus dardos en contra de la Federación y del primer mandatario: 'México no está dispuesto a más abusos de quien no respeta la división de poderes, que no respeta las libertades y que busca desestabilizar gobiernos y tomar decisiones contrarias a la soberanía y libertad de los estados, tratando de pasar por encima de la voluntad de un gobierno legítimo'.
Cabeza de Vaca mantuvo su posición: 'Jamás claudicaré ante la adversidad ni bajaré la guardia ante los ataques'.
Y volvió a arremeter: 'Rechazamos la sin razón del gobierno federal que pretende desestabilizar a uno de los estados más importantes del país'.
Posteriormente, envió un mensaje que rondó los senderos de la conciliación: 'Mi gobierno respeta la legitimidad como confía se respete la del gobierno del estado'. Tras esa frase, reiteró su disposición al diálogo.
No obstante, está claro que la maquinaria federal ya está en marcha con un estandarte: el proceso de desafuero del gobernador de Tamaulipas.
Esa maquinaria, desde la perspectiva política, se echó andar ayer y, es obvio, convenció a la mayoría de los gobernadores de la Alianza Federalista que no asistiera al Quinto Informe de Francisco García Cabeza de Vaca. Esas ausencias no fueron casuales. Tienen un motivo.
Tampoco asistieron personajes relevantes de la escena nacional a fin de defender la causa de 'Los Vientos del Cambio'. Por ejemplo, el ex presidente Vicente Fox o el abogado parlanchín Diego Fernández de Cevallos.
Mucho menos se dieron la vuelta por el Nuevo Santander, Ricardo Anaya, que debe estarse frotando las manos por ver un panista menos en la carrera por la candidatura presidencial de 2024, o el matrimonio de Felipe Calderón y Margarita Zavala, quienes nomás jalan para su molino... además de que la dama no debe olvidar cuando tuvo que cancelar varios actos en estas tierras en 2017 (¿por su amistad con Maki?).
No hubo figuras de ese calibre de la oposición blanquiazul o conservadora, lo cual, se reitera, dice mucho.
Los únicos personajes de la escena nacional que estuvieron con el gobernador tamaulipeco fueron sus leales, los ex operadores del calderonismo: Roberto Gil Zuarth, Javier Lozano (uno más de sus voceros) y Salvador Vega Casillas. A los tres les ha ido muy bien, en términos económicos, con el cabecismo. Tienen que estar con el mandatario estatal hasta donde tope el conflicto.
Aunque el panismo de Tamaulipas lo quiera negar, está claro que la ofensiva de la Cuarta Transformación en contra del gobernador impactará de lleno en el resultado de la elección... al menos que se registre un hecho inesperado y sorprendente.
A estas alturas, más de un candidato blanquiazul debe tener ya en su plan de campaña el diseño de una estrategia basada en el desplazamiento de la marca PAN y resaltar, en todo momento, que es un ciudadano o ciudadana común, ajeno a los colores.
Esa será la apuesta de la mayoría de los candidatos panistas a las presidencias municipales y a las diputaciones locales y federales de la entidad si no quieren naufragar víctimas de la embestida de lo que el gobernador denominó, una y otra vez, el poder central.
Eso es lo que viene. Esa es la realidad política. Se salvará el que pueda... el que haya trabajado... el que tenga verdadero contacto con la gente...
El gobernador, por supuesto, tratará de resistir hasta el último momento en espera de un vuelco inesperado de la historia, de una sorpresa que modifique el guion dictado desde Palacio Nacional. Es la única opción, la resistencia. Atrincherado, no tiene otra salida.