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Realidad política
Por este solo día, y sin que el caso siente precedente, el columnista deja el ropaje que viste casi siempre, y también hace a un lado el comentario de nuestra realidad política, tan irreal. Quiero decir que hoy no escribiré chascarrillos de tan subido color, ni ocuparé mi pluma en la crítica de los acontecimientos nacionales. Bien puede esperar la República un par de días a recibir mis orientación. Días blancos son éstos: lejos de mí la temeraria idea de poner en ellos alguna chocarrería sicalíptica. En el lugar que de ordinario ocupan tan vitandos chascarrillos encontrarán mis cuatro lectores amables historietas, si no como las que don Saturnino Calleja publicaba para los niños, sí de ameno entretenimiento y grato humor. Sólo se encontrarán aquí dos o tres relatos picarescos, para no perder la costumbre... "Sírvase otro tamalito, compadre" -le dijo la señora de la casa al invitado a la cena de Nochebuena. "No, gracias, comadrita -declinó el aludido-. Ya me he comido cinco". "Se ha comido ocho, compadre -replica la mujer-, pero de cualquier modo sírvase otro"... Don Geroncio, señor de edad madura, fue a una casa de ill repute y contrató los servicios de una de las señoras que ahí profesaban el muy antiguo arte del meretricio. Con ella se dirigió a uno de los habitáculos o accesorias del local. Pasó una hora; pasaron dos y tres, y la pareja no salía del aposento. La dueña del lupanar, inquieta, dio unos discretos golpecitos en la puerta antes de entrar y preguntó: "¿Se puede?". Respondió con voz feble don Geroncio: "Se trata"... El marido llegó a su casa. Cantando un villancico subió por la escalera que conducía al segundo piso. Entró en la recámara y vio a su esposa con una lámpara de forma extraña en la mano. Le preguntó: "¿Qué haces?". "Nada -respondió ella con naturalidad-. Limpiaba esta lámpara". "Bien -dice el marido-. Sólo vine por mis palos de golf. Voy al club a jugar un par de hoyos. Regresaré a la hora de la cena". Así diciendo se marchó. La señora, entonces, se dirigió a la lámpara: "Ya podemos seguirle, genio. Ya se fue"... La esposa de Uglicio, hombre poco agraciado lo encontró en el lecho conyugal en trance de fornicio con una hermosa morena. "¡Caray, Ugli- le dijo con sincera admiración-. ¿Cómo hiciste para convencerla?"... Don Senilio, maduro caballero, a confesarse. "Acúsome, padre -le dijo al sacerdote-, de que anoche le hice el amor tres veces a una mujer que no es mi esposa". Le indicó el sacerdote: "De penitencia rezarás 20 rosarios". El veterano se alegró. Exclamó feliz: "¿Entonces usted sí me cree?". Astatrasio Garrajarra, ebrio consuetudinario, entró en su domicilio bajo el influjo de los espíritus del vino. En la oscuridad de la alcoba se desvistió con torpes movimientos y se metió en la cama. Su mujer lo sintió y le preguntó entre sueños: "¿Eres tú, Astatrasio?". Respondió el temulento: "Si no soy yo verás la que se va a armar!"... Y ahora un chascarrillo que no deben leer las personas con escrúpulos... Santo Clos bajó por la chimenea de la casa a dejar los regalos. Estaba muy afanoso poniéndolos junto al pino navideño y en las medias colgadas en la chimenea, cuando he aquí que se le presentó una hermosa dama cubierta sólo con vaporoso negligé. Eso fue todo un regalo para los ojos de Papá Noel. La bella mujer se encantó al ver al visitante. Fue hacia él y lo llenó de abrazos y de besos. En eso se oyeron risas y murmullos de pequeños. "¡Mis hijitos! -se sobresaltó la señora-. ¡Si no quieres que te vean escapa por la chimenea!". "Tendré que escapar por la puerta- dijo Santo Clós-. En las condiciones en que estoy no puedo subir por la chimenea". (No le entendí). FIN.
MANGANITAS
Por AFA
´¡Feliz Nochebuena!...´
¡Que la noche sea serena
y colmada de alegrías!
¡Luego de tan malos días,
siquiera una Noche Buena!