Columnas > EL MENSAJE EN LA BOTELLA
Para toda la vida
Este fin de semana pasado tuve la bella oportunidad de asistir a la boda del hijo de mi George, (Jorge Alberto Sánchez Guerrero) mi primo hermano más hermano que primo.
Fuera del tráfico de Monterrey, todo estuvo maravilloso. La oportunidad de ver y abrazar a tanta familia querida, algunos a quienes no veía desde hace mucho tiempo, hicieron que cualquier sacrificio que se hubiera tenido qué hacer para poder asistir, valiera la pena.
El evento fue impecable y espectacular de principio a fin, todo muy bien organizado y calculado para que todos los presentes pasáramos una experiencia inolvidable, cosa que se logró indudablemente. Y en mi registro de hechos personal hubo varios momentos que tocaron mi corazón de manera especial y que me hicieron sentir que Jorge y Nadia, los contrayentes, tienen un corazón de oro y están hechos el uno para el otro.
Momentos entrañables
El primero de ellos fue en la misa. Estábamos ya todos sentados, el novio en el altar esperando el arribo de su prometida. Empieza la marcha nupcial, todos nos ponemos de pie para recibir a la novia y, para mi sorpresa, la veo entrar caminando del brazo de una mujer. Poco después me enteré de que la mamá de Nadia falleció hace algunos meses y esta señora era la hermana de su mamá, por quien también siente un gran amor, así que le pidió a ella que la entregara en el altar. Corazón de oro.
Posteriormente, en la recepción, haciendo gala de una voz espectacular (canta profesionalmente en una banda), Nadia le cantó a su madre ausente esta canción de Kany García que dice "Confieso que me haces mucha falta, para decirme ´todo va a estar bien´...lloré porque tu voz no está en la casa, reí porque me amaste con todo tu ser", mientras se proyectaban imágenes de su madre con ella desde niña. Después de eso bailó el vals, sí...con su tía. Corazón de oro.
Por su parte, Jorge, al momento de su turno para el vals, empieza a bailar obviamente con su mamá, pero después, sorpresivamente, va por su papá y lo levanta para que baile con él. Mi pobre George, corazón de pollo, no se esperaba ese detalle y mientras bailaba rompió a llorar en los brazos de su amoroso hijo. Corazón de oro.
Previo a eso, en la ceremonia civil, ya una vez concluida, los ya esposos pidieron la palabra para compartirse unos votos matrimoniales que cada uno había preparado para el otro. Palabras bellísimas nacidas genuinamente del corazón. Nadia lloró varias veces al estarlas leyendo y a Jorge también se le quebró la voz en repetidas ocasiones. Corazones de oro.
El corazón de oro de Jorge no me era desconocido. Conociendo a sus padres de tanto tiempo, sé que ese corazón, como se dice comúnmente, "no lo hurta, lo hereda". Respecto al de Nadia, pude comprender de dónde viene ese corazón al enterarme de que, poco antes de morir, su madre le grabó un audio en el que le decía, entre otras cosas: "Yo no quiero que sufras por mí. Mi cuerpo se va a ir, pero no te dejo sola. Siente que yo voy a estar contigo siempre, y cuando yo no esté, tú bríndame tus logros. Siempre me voy a sentir orgullosa de ti. No estés triste, porque si tú estás alegre, yo voy a estar alegre. No llores por mí". Como ya lo dije, corazones de oro hechos el uno para el otro.
Mariposas y "diosidencias"
Disfruté mucho y agradecí el haber sido testigo de todo eso. Días antes, como "pre-regalo de boda", le había enviado a Jorge el audio de mi mensaje "Mariposas en la panza" en donde hablaba de que, después de tantos años de casado, seguía sintiendo mariposas en la panza cuando veía a mi esposa y le deseé a mi sobrino que siempre pudieran sentir esas mariposas uno por el otro. Al verlos ahí, uniendo sus vidas, en sus miradas, en sus sonrisas, en sus abrazos, aquello parecía la migración de las monarcas de tanta mariposa que se sentía. No se diga cuando Nadia le dedicó a Jorge la canción "The power of love" de Celine Dion, aquello ya no era la migración, ya era el santuario. El mariposero a todo lo que daba. Cuiden siempre ese amor, Jorge y Nadia, protéjanlo de todo y conserven la buena memoria para que nunca olviden ese día y los maravillosos sentimientos que tuvieron y que nos hicieron sentir.
Al estar escribiendo este mensaje me apareció en una red social una vieja canción de Rocío Dúrcal. No creo en las coincidencias. Sí creo en las "diosidencias", y pienso que Dios, quien ha bendecido su unión, quería que les compartiera esta canción que dice: "Y hay amores como el que yo te ofrezco, que es tan grande que no tiene medida, este amor que nació el conocerte para toda la vida".
Que Dios los bendiga y preserve su amor para toda la vida.
jesus_tarrega@yahoo.com.mx Facebook: El Mensaje en la Botella