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Los graves errores del PAN
Hace seis años, con una victoria histórica en las urnas, el Partido Acción Nacional (PAN) acabó con la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejercida durante 86 años en Tamaulipas.
La esperanza de un cambio de fondo en tierras tamaulipecas se extendió de manera arrolladora desde Nuevo Laredo hasta Tampico, desde el Río Bravo hasta el Río Pánuco.
Sin embargo, como sucedió con el panismo cuando alcanzó por primera ocasión la presidencia de la república, con Vicente Fox en la elección de 2000, su desempeño al frente del gobierno estatal se quedó corto, muy distante de las expectativas generadas por la campaña que tuvo como slogan 'los vientos del cambio'.
Durante la asamblea constitutiva de Acción Nacional, iniciada el 14 de septiembre de 1939 en el Frontón México, Manuel Gómez Morín expresó en su discurso que los organizadores del partido no tenían 'el apetito de un triunfo próximo' y tampoco estaban listos y preparados 'para las responsabilidades de ese triunfo'.
En 2016, los panistas mostraron un gran apetito por el triunfo en Tamaulipas y sumaron las simpatías de un electorado que no se encontraba a la derecha del espectro político, sino que estaba harto de la inseguridad y la violencia que sufría el estado, una entidad prácticamente secuestrada por la delincuencia organizada.
El problema para Acción Nacional llegó a la hora de sentarse a gobernar una entidad tan diversa y compleja, con media docena de regiones y casi una decena de ciudades 'medias' que demandan múltiples exigencias en materia de obras y servicios.
Su primer año de gobierno en Tamaulipas, del primero de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017 fue para el olvido. Prácticamente nada pasó con la administración estatal en ese lapso teñido de gris. Al panismo le costó muchísimo tomar las riendas del aparato burocrático.
'El campanazo' político llegó en la primera semana del segundo año de gobierno: el 7 de octubre de 2017 fue detenido el exgobernador Eugenio Hernández Flores.
El golpe fue letal para el PRI, un partido que, todavía en ese tiempo, pretendía reorganizarse en la búsqueda de recuperar algunas de las parcelas de poder en el estado
No obstante, ese 'manotazo' sobre la mesa del gobierno estatal panista fue insuficiente para enviar la señal de que las cosas habían cambiado. En los hechos, en la aplicación de los distintos programas ejercidos por las dependencias gubernamentales, poco o nada sucedía.
Al llegar las elecciones federal y local de 2018, el PAN afrontó el proceso electoral con un pésimo diagnóstico político: en su análisis inicial, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no tenía posibilidades de ganar en Tamaulipas y, por su parte, el PRI de la entidad ya se encontraba en la lona, prácticamente desarticulado, en medio de una acelerada fragmentación.
La realidad se impuso: Morena ganó la presidencia de México y, por ende, comenzaba una nueva etapa en la relación política sostenida entre la Federación y los estados, algo que nunca contempló ni imaginó el gobierno panista tamaulipeco.
Este nuevo escenario político nacional sacó de quicio a 'los vientos del cambio'. La gestión de Francisco García Cabeza de Vaca nunca entendió la fuerza popular que representaba Andrés Manuel López Obrador con su bandera de la Cuarta Transformación. Jamás lo comprendió.
Al decidir confrontar al presidente de la república sin conocer el ideario que lo impulsa, el gobernador tamaulipeco cometió un grave error de apreciación política que lo metió en la ruta del proceso de desafuero y, por ende, en el sinuoso sendero del desgaste.
Hubo otra equivocación política de 'los vientos del cambio' a la hora de ejercer el poder estatal: la relación con la dirigencia de Acción Nacional. El partido dejó de ser un espacio democrático en el que se dirimían las candidaturas a los cargos de elección popular. La dirigencia del PAN quedó subordinada a los intereses del gobernador.
Peor aún: el comité estatal panista fue manejado y controlado por el hermano del gobernador, el senador Ismael García Cabeza de Vaca. El dirigente estatal en turno tenía que acordar cada decisión partidista con el consentido de la Casa de Gobierno.
De esa forma, el PAN se convirtió en un partido electorero. Al llegar al poder estatal, el PAN repitió uno tras otro los arcaicos vicios del PRI. 'El dedazo' fue práctica cotidiana. Nunca más hubo asambleas municipales para elegir, con intensos debates, a los candidatos a las alcaldías o las diputaciones locales o federales.
El PAN olvidó su origen, su tradición democrática y se constituyó en una 'maquinaria' para dizque ganar elecciones, pero olvidó algo elemental: observar y escuchar a su alrededor para percatarse que los tiempos dictados por 'la Sociedad del Malestar' son otros.
En su intento por ser como el PRI en sus años de gloria, en una total y fatal pérdida de identidad ideológica, Acción Nacional llegó a lo grotesco: hoy, su campaña en busca de la gubernatura, es coordinada por 'operadores' priistas.
Hace seis años, el PAN prometió desterrar al PRI del escenario político de Tamaulipas. 'De que se van, se van', era el grito de guerra del entonces candidato y hoy gobernador.
El estrepitoso fracaso del panismo radica precisamente en que ese grito de guerra no se cumplió: al llegar el fin del sexenio, el dinosaurio priista sigue ahí... ahora metido de lleno, dando órdenes e instrucciones, en el búnker de Acción Nacional.
Y PARA CERRAR...
Quien presume su relación directa con Oscar Almaraz, virtual coordinador general de la campaña de César Verástegui, es Jorge Federico Rivera Schotte.
Así es: el gerente general de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) de Tampico comenta por ahí y por allá que para ver temas de la campaña electoral él se comunica directamente con el expriista y actual diputado federal dizque panista de Ciudad Victoria.
A toda costa, Rivera Schotte trata de dar 'el brinco' a las filas de 'El Truko', ya que, como todos saben, en su momento puso todas sus fichas en el proyecto político del senador Ismael García Cabeza de Vaca.