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La reina del Nilo
Tengo grabado en mi memoria y en mis sentidos el momento en que por fin pude conocerla, finalmente estaba ante una de las mujeres más poderosas, hermosas e influyentes de la antigüedad, Nefertiti, "la reina del Nilo".
En el momento que la tuve frente a mí, no pude contener mis lágrimas, era tan hermosa, digna, elegante; pero también podía sentir su tristeza, preocupación y sufrimiento; sin duda era una mujer que vivía grandes pesares; solo alcance a decirle ¡por fin he podido conocerte!, mientras inútilmente trataba de contener el llanto.
Nefertiti la reina del Nilo, Señora de Egipto, Señora de las Dos tierras y Gran esposa real tenía razones suficientes para estar afligida en su vida, no ha de ser tarea fácil ser la esposa de un faraón con quien tuvo 6 hijas, pero ningún varón; por lo que el faraón busco tener a su predecesor con una esposa de inferior categoría (el famoso Tutankamón), a pesar de que en Egipto las mujeres tenían poder y privilegios distintos a los de otras culturas de sus tiempos, tuvieron muchas reinas regentes, e incluso quienes gobernaron como faraón.
El esposo de Nefertiti el faraón Akenatón decidió cambiar la religión politeísta de aquel imperio y convertirla en una religión monoteísta con culto a un solo Dios, "Atón" el sol, por lo que decide cambiar su residencia y crear la Ciudad real en Amara.
Se imaginan ustedes el peso que llevaba esta reina al apoyar a su esposo en un cambio de religión a todo el pueblo, en un cambio en el que seguramente la mayoría no estaba de acuerdo y lo rechazaban, sacerdotes poderosos conspirando contra el faraón y su reina debió ser una constante en su reinado; sumando a todo esto, la guerra con los hititas y la muerte de una de sus hijas; tenia motivos suficientes para estar afligida.
El busto fue descubierto el 6 de diciembre de 1912, en unas excavaciones realizadas por la Orient-Gesellchaft y encabezadas por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt en el estudio del escultor real Tutmose en Amarna, una región situada en la ribera oriental del río Nilo, famosa por ser el lugar donde se edificó la ciudad de Aketatón a mediados del siglo XIV a. C, El diario del arqueólogo proporciona la historia principal del hallazgo; él lo narra con emoción: "De repente teníamos en nuestras manos la obra de arte egipcia más viva. No se puede describir con palabras. Debes verla".
El busto de Nefertiti ha estado en Alemania desde 1913, cuando se envió a Berlín y presentó a James Simón, el patrocinador de la excavación de Amarna, en Egipto. Se exhibió temporalmente en la residencia de Simon hasta 1913, pero después fue escondido y finalmente, en 1924, se exhibió al público como parte del Museo Egipcio de Berlín.
El busto creó sensación, convirtiéndose rápidamente en un ícono de belleza femenina de renombre mundial y en uno de los artefactos más universalmente reconocidos en sobrevivir desde el antiguo Egipto.
El busto de Nefertiti también sufrió en la Segunda Guerra Mundial, pues primero se exhibió en el Neues Museum de Berlín en la Isla de los Museos hasta que el museo cerró en 1939; los museos de Berlín se vaciaron y los artefactos se trasladaron a refugios para su custodia,
Adolfo Hitler ordeno que Nefertiti debía ser protegida por lo que se almacenó inicialmente en la bodega del Banco Gubernamental de Prusia y luego, en el otoño de 1941, se trasladó a la torre de un búnker antiaéreo en Berlín. El 6 de marzo de 1945, el busto se trasladó a una mina de sal alemana en Merkers-Kieselbach en Turingia.
El busto de Nefertiti se encuentra actualmente en la ciudad de Berlín, Alemania: en el museo Neues dentro de la isla de los museos.
Hoy la ciencia ha analizado este hermoso objeto de arte, que a pesar de sus 3,400 años de antigüedad aún conserva sus colores originales; también han descubierto que el artista hizo algunos retoques en el mismo para cubrir algunas arrugas e imperfecciones de la reina.
El busto nos muestra la imagen de una mujer hermosa, de sonrisa delicada, pómulos altos, nariz recta y delgada, cejas arqueadas y ojos negros, con un cuello largo y elegante, me despedí de ella después de muchos minutos en los que recordé su vida, sus retos, sus anhelos, sus obligaciones reales y porque no, también sus frustraciones... "hasta pronto mi reina" murmuré.